Su vocación por la enfermería germinó desde pequeña, en su Santiago de Cuba natal, cuando su juego preferido era inyectar y curar a las muñecas; a menudo el padre se convertía en su paciente, y ante cualquier molestia que este sintiera, por simple que fuese, la pequeña se empeñaba en atenderlo.
Son preciados recuerdos de la licenciada Bertha Lidia Hernández Martínez, responsable de vacunación en el policlínico capitalino Plaza de la Revolución, quien en el instante de nuestra visita supervisaba los toques finales a la inmunización de los trabajadores de la salud de su centro con el candidato vacunal Soberana 02.
Graduada en 1986 en su provincia, pocos años después fue escogida para uno de los más hermosos programas humanitarios realizados por Cuba, del que tiene conmovedoras vivencias: la atención a los niños afectados por el accidente nuclear de Chernóbil.
Enfermera pediátrica, desde 1998 —cuando se incorporó a este policlínico— ha participado en todas las campañas de vacunación destinadas a proteger a la infancia. Manifiesta que es un orgullo haber realizado la inmunización de sus compañeros de labor y del personal de otros centros de trabajo reubicados allí para apoyar la lucha contra la COVID-19.
“Debemos estar protegidos para poder atender mejor a la población”, expresa, en este policlínico que abarca 16 consultorios, con un universo de unos 13 mil 500 personas.
“No hemos tenido reacciones adversas en ninguna de las tres fases de la intervención sanitaria. Me siento muy contenta de poder participar en este momento tan importante de la salud pública cubana”, concluye.