Aunque el primer trimestre es considerado por no pocas personas como el motor de arranque del plan anual de la economía, vale extremar también las precauciones del control en esa etapa para asegurar su posterior cumplimiento.
Es cierto que a dicho «motor» le ha faltado, en lo fundamental, combustible y materias primas para avanzar en la producción de bienes y servicios, debido a restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus y el bloqueo imperialista, pero no toda la culpa la tienen los riesgos externos y los problemas objetivos.
En reciente análisis por parte de los principales dirigentes sindicales en el municipio de Ciro Redondo, se acordó mirar por dentro la economía local que concluyó al cierre de marzo con el 49 % de las ventas netas planificadas. Además, creció el salario medio y disminuyó la productividad, según los datos en el informe analizado por el Secretariado Municipal de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
A lo anterior se sumó el deterioro de un medidor de la eficiencia que es el gasto de salario por peso de valor agregado bruto.
Pesa en los incumplimientos la gestión de la Industria Azucarera y de la Unidad Empresarial de Base de Derivados de la Caña de Azúcar, con pérdidas económicas entre ambas que superan los 10 millones de pesos.
De manera que será muy engorroso para ambos colectivos cambiarle el color al saldo rojo en los registros de su contabilidad, cuando la zafra en el central Ciro Redondo está a punto de la liquidación sin cumplir la mitad del compromiso planificado del dulce producto para la presente temporada y la fábrica de levadura torula se encuentra en un proceso de reparación capital.
Por eso insisto en algo con lo que inicié este trabajo: el necesario control al «timón» de los indicadores de eficiencia desde la arrancada del año para que no se corra el riesgo de restarle potencia a la máxima prioridad que tiene hoy la economía, junto con la salud.