Nadie puede pensar que las cosechas de ahora son comparables con las de antaño por más ciencia e innovación que se aplique, pero los productores de papa terminaron la cosecha pegaditos, pegaditos al plan, al compromiso.
Enel Espinosa, director de Agricultura, del ministerio homónimo, dijo a Trabajadores que a pesar de factores objetivos, se sembraron las áreas previstas y casi los rendimientos planificados, que rondaron 19.43 toneladas por hectárea (t/ha) de un plan de 19.57.
Se cosecharon 97 mil 357.1 t, el 99.3 % de cumplimiento, en unas 5 mil ha en las provincias de Artemisa, Mayabeque, Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara, Ciego de Ávila y en dos entidades militares.
Este logro fue posible dada la cantidad de semillas multiplicadas en el país (mal llamada semilla nacional) que había guardadas en frigoríficos, y alcanzaron para plantar la tercera parte del área total, algunas en los meses de noviembre y diciembre, dando margen al acondicionamiento de las simientes importadas que llegaron al país en el onceno mes del 2020, y alcanzaron para cubrir el resto del área prevista.
Del total de la cosecha, 56 mil 300 t, 500 más que las previstas, se obtuvieron en entidades del Grupo Agrícola, de las cuales se destacaron las agropecuarias Horquita (Cienfuegos), Máximo Gómez (Matanzas), Santo Domingo (Villa Clara), La Cuba y Arnaldo Ramírez (Ciego de Ávila) y las integrales Matanzas, Villa Clara y Ciego de Ávila; pero las agropecuarias Valle del Yabú y Vladimir I. Lenín no llegaron a las cifras pactadas, según informó José Manuel Martínez, director de la División Agrícola del citado grupo empresarial.
Igual reconocimiento merecen las empresas de las provincias de Artemisa y Mayabeque, que lograron resultados productivos superiores a lo que se esperaba.
Como en años anteriores, se guardará papa en frigoríficos (cerca de 34 mil t) para la distribución en los próximos meses, sobre todo en el verano cuando escasean otras producciones agrícolas, señaló Enel.
Otro aspecto importante de la campaña 2020-2021 es la producción de semillas, que en cifra superior a lo acordado se guardan en frío para mantener realizar las siembras tempranas en una nueva etapa de plantaciones que debe comenzar el próximo mes de noviembre, dijo.
El directivo del Ministerio de la Agricultura explicó que con esta estrategia disminuyen los costos de la importación de semillas, se cubre la demanda del sector turístico para el consumo fresco e industrial (papa frita y prefrita), y es posible iniciar la distribución a la población a partir de los meses de enero y febrero.
Además, pretende mantener la soberanía agrícola de este cultivo, al no depender totalmente de la compra en el exterior, así como iniciar el proceso de almacenamiento en frío durante los meses óptimos, que son febrero y marzo, explicó Enel Espinosa.
La calidad de la semilla almacenada en los frigoríficos son buenas, no se pica el tubérculo al tener el tamaño óptimo, que dan un número superior de tallos por metro cuadrado; se cosechan con más días de vida en su ciclo productivo, es decir, con madurez fisiológica; y se siembran después del 20 de octubre y en noviembre para que aprovechen mejor el escaso frío del leve invierno tropical. También influye la selección de variedades de mayor potencial de rendimiento.
A pesar de los aspectos positivos que tuvo la campaña, como calidad del fertilizante empleado, la entrega de urea a tiempo, al igual que un porciento de los plaguicidas, Enel Espinosa no obvia que hubo aspectos negativos que no ayudaron a cosechar mayor cantidad de papa.
Entre ellos mencionó las incidencias de la pandemia de Covid-19 en la reducción de la fuerza laboral, la falta del herbicida óptimo para la desinfección del suelo, atrasos en la preparación y alistamiento de las tierras a causa de las lluvias excesivas y la tormenta tropical Eta, algunas afectaciones en la semilla importada.
Influyeron además, la carencia o el uso inadecuado de los implementos agrícolas, algunos enyerbamientos en el cultivo, y falta de precisión en las dosis de plaguicidas o bioproductos aplicados.
Las altas temperaturas desde el comienzo de febrero y las neblinas jugaron su mala pasada al esfuerzo de los agricultores, en una época plagada de limitaciones de insumos y tecnologías.