Luego de caer en un largo período de deterioro, tener su sistema de riego y la maquinaria a punto de colapsar, y por demás una gran falta de la fuerza de trabajo, entre otras cuestiones, encontrar el camino de la eficiencia ha sido una tarea de años, esfuerzos e inversión de recursos en la Empresa Agropecuaria Valle del Yabú, de Santa Clara.
La recuperación de las áreas de siembra, de riego y varios canales, la mejora del manto freático y viales, el perfeccionamiento sustancial del equipamiento, el desarrollo de la mini industria para el procesamiento de frutos carnosos, vegetales, condimentos y viandas, la vinculación con centros investigativos, la ubicación en su entorno de la sede universitaria de varias carreras de la Universidad Central de Las Villas y la creación de una comunidad, son algunos de los logros visibles.
El Polo Productivo Valle del Yabú cuenta con 2 mil 154 hectáreas dedicadas a cultivos varios e integradas en las diversas formas productivas que funcionan en la agricultura cubana actualmente, pero potenciar la estatal ha sido determinante.
La creche del Yabú
Con su regadera a cuesta va conversando con sus plantas, las que parecen escucharla, le silba melodías, las acaricias… María Teresa Santana, no está ida de este mundo, está en él y con los pies bien puestos sobre la tierra que hace renacer y producir.
“Soy feliz viendo crecer los vegetales, hay que darles cariño, y los cuidamos como a niños recién nacidos. Cada variedad tiene su tiempo y sus especificidades, por eso hay que tratarlas con esmero”, afirmó esta trabajadora del módulo de casas de cultivos de la Empresa Valle del Yabú, donde se produce para el turismo y la exportación.
Aseguró, además, que en las casas de cultivo encontró una alegría que pocas veces había experimentado en su vida, y tiene ya algunos años. “Se han convertido en mi encanto. Me gusta venir a trabajar, además que la vinculación nos hace tener buenos salarios, es reconfortante porque ves el fruto del esfuerzo”, acotó.
Esta Unidad Empresarial de Base (UEB) cuenta con 36 casas de cultivos protegidos y semiprotegidos, que suman 192 cámaras en las que laboran 72 trabajadores, 21 de ellos son mujeres.
“La siembra es a partir de la rotación. Tenemos tres productos lideres: pimiento, tomate y pepino, destinados al turismo fundamentalmente. En este periodo, debido a la situación pandémica que ha detenido la industria del ocio, estamos cultivando otras variedades como el chile habanero, la berenjena, acelga, lechuga, ajo porro, espinaca, hierba buena”, aclaró Juan Rolando Mesa Rodríguez, director de la UEB.
“La ciencia y la técnica la llevamos hasta su máxima expresión: uso de las mejores semillas, el cuidado de la disciplina tecnológica, hasta la automatización del sistema de riego y fertilizante. Esto último es una experiencia realizada en coordinación con la Empresa de Automatización Integral (CEDAI) para que cada cámara reciba lo que debe a partir del clima, la etapa de la siembra y otras variables “, explicó.
“Esta dosificación ahorra electricidad, agua y fertilizantes. Se ha demostrado que incrementa la producción entre un 30 a un 40 %; es decir se obtienen unas 17.2 toneladas más, lo que representa 170 mil pesos por encima de lo que se lograba sin la automatización, pero además, humaniza el trabajo”, añadió.
La diversificación camino a la exportación
Yirmany Pérez Pérez de Alejo, subdirector adjunto de la empresa Valle del Yabú, precisó que a partir de ponerse en práctica la Tarea Ordenamiento se abrieron nuevas posibilidades de comercialización.
Especificó que la línea de desarrollo del módulo de Casas de Cultivos, muy productiva y con altos rendimientos, ha potenciado la obtención de semillas de pimiento, tomate, y ají picante, con alta demandado en el país.
“Se exporta actualmente el chile habanero (ají picante), así como el plátano, la pampana y la hoja de este, que tiene una alta demanda como ensalada la primera y como envoltura de alimentos la segunda. Está en desarrollo la posibilidad de comercializar fuera de frontera el pimiento, el tomate, el pepino, la berenjena y la sábila.
Además se logra el procesamiento de frutas como el mango, guayaba y mamey en diferentes variantes, entre ellas en pulpa o lascas.
Esta nueva dinámica ha proporcionado valor agregado a los productos que salen del campo, y obliga a cambiar los estilos productivos para lograr los estándares de calidad requeridos para la exportación.
Más allá de la producción de estos módulos protegidos y semiprotegidos, en toda la empresa se ha logrado avanzar: siembran cultivos de ciclo corto, priorizan producciones como yuca y plátanos y establecen su rotación, aplican medios biológicos, crean condiciones para estabilizar la fuerza de trabajo, incursionan en el carbón vegetal como rubro exportable.
Epílogo
A la empresa Valle del Yabú le queda mucho por hacer, sus trabajadores saben que impulsar el programa alimentario es una necesidad vital de seguridad y soberanía nacional, y que su misión esencial es abastecer de alimentos a los pobladores de la ciudad de Santa Clara. Para ello, aún le restan muchos desafíos por vencer.