Hay trabajadores que tienen el honor de estar en el grupo de los imprescindibles, de los que son absolutamente necesarios y uno de ellos es el villaclareño Lorenzo Argüelles Vázquez, de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado, de Villa Clara.
Por su tamaño le dicen El Pulga, pero quienes le conocen saben que es casi un gigante entre tuberías y alcantarillados. Su labor es casi única: operador de equipos especializados de alta presión. Por su dedicación, la destreza con que realiza cada acción, el trato afable y siempre presto a encontrar una solución, la población lo ha reconocido y lo distingue con afecto.
“Este es un equipo de alta tecnología que logra evacuar los más increíbles atraques de estiércol, escombros y otros desperdicios. Hay que saberlo usar, tiene más de cinco años conmigo”, afirmó.
“Cada trabajo tiene sus peculiaridades. Cada vez que llego a un lugar de tupición me concentro, no es cuestión de fuerza, hay que pensar y usar la inteligencia. Al principio cogía mis bañitos de agua sucia hasta que aprendí a andar con el equipo de alta presión”, ríe a carcajadas mientras recuerda varios de esos episodios.
Confiesa que cuando se retiró, la tristeza lo estaba matando, “por suerte me fueron a buscar: ¡Aquí estoy!, dándolo todo de nuevo. Es un trabajo duro y arriesgado, no miro el peligro, es sucio porque estoy entre aguas albañales, pero también sé que es muy necesario, además, alguien tiene que hacerlo y ese soy yo”, dice y en su voz se puede escuchar el orgullo sano de sentirse útil.
Según asevera ha envejecido afiliado al sindicato de la Construcción. De muy joven trabajó en la Empresa de Materiales de la Construcción, luego, y desde hace más de cuatro décadas, labora en Acueducto. Comenzó como plomero y operador de güinche, hasta hacerse imprescindible y formar parte de la brigada que atiende las situaciones más complicadas.
Actualmente presta servicio en la ciudad de Caibarién, territorio de una complejidad fluvial y pluvial alta por el poco mantenimiento y problemas acumulados durante años, que han sobrepasado las posibilidades de las redes hidráulicas y las alcantarillas. Allí está El Pulga, su opinión es siempre escuchada. En Sagua la Grande también opera cada cierto tiempo y en el poblado La Rosita, cerca de Viana, conocen de su eficiencia.
Quienes están a su lado aseguran que se conoce las alcantarillas de Villa Clara de memoria, que las tiene tatuadas como un crucigrama, detallan que en el Río Sagua la Grande hay una válvula de desagüe que solo él sabe encontrar. Sin duda, se sabe los secretos de todas las redes villaclareñas y lo ha hecho doblando su pequeño esqueleto en cada escodo, en cada bajante, en cada lugar que se obstrucciona… “Aprendí trabajando con guantes y botas, sin enfermarme un día y sin querer coger vacaciones porque soy adicto al trabajo”, reconoce, y en sus palabras se siente la satisfacción de un hombre que ama lo que hace por muy humilde que sea el oficio que escogió.
El Pulga se dedica a la limpieza de tragantes, alcantarillas y en este período de pandemia su concurso ha sido decisivo para mantener la higiene de las ciudades más antiguas del territorio y aquellas zonas de difícil drenaje.
“Es vital la higiene, la población debe ayudar, no arrojar jabas ni pomos plásticos, esos desperdicios directos a las redes se convierten en bultos que son como una bomba, eso es una indisciplina que trae complicaciones mayores y muy difíciles”, alertó.
En su vida laboral son muchas las hazañas realizadas ante ciclones, eventos meteorológicos y otras circunstancias. Además, participó en 16 zafras del pueblo, ha sido Vanguardia Nacional en 30 ocasiones, ostenta la Medalla Jesús Menéndez, pero su mayor orgullo es saber que cuando llega al lugar complicado el pueblo que lo espera para recomponer el entuerto lo reconoce y dice “Es El Pulga, la tupición dura minutos…”