Fue el Día de las Madres de 1954 que apareció el primer documento mimeografiado dirigido a las madres de toda Cuba, que se entregaba a mano o se enviaba por correo donde se reclamaba la libertad de Fidel Castro y sus compañeros presos por los sucesos del 26 de julio del año anterior.
El texto constituyó el primer paso de la organización Madres Cubanas, pronto convertida en Comité de Familiares Pro Amnistía de los Presos Políticos, que llegó a integrar a centenares de personas en todo el país.
La campaña por la amnistía tuvo su origen en la actual Isla de la Juventud donde radicaba la prisión en la que estaban confinados los asaltantes, y en el Comité desarrollaron un activo papel Juan Almeida, padre del que sería Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, y Sergio Montané, padre de Jesús Montané, entre otros familiares.
El historiador Mario Mencía resaltó la abnegada labor del primero, quien cesanteado en represalia por el comportamiento del hijo, simultaneaba las dificultades para el sostén de su prole de 12 hijos con la participación de todos los miembros de la familia en el apoyo a los jóvenes encarcelados.
Mientras circulaba clandestinamente el alegato de autodefensa de Fidel La historia me absolverá, cuyo contenido generó un estremecimiento de la conciencia ciudadana en contra del injusto estado de cosas que vivía la nación cubana, recordó el investigador la intensa actividad de los involucrados en la lucha por la amnistía: recogida de firmas, casa por casa, hablando en fábricas, talleres y escuelas, enviando telegramas movilizativos, visitando en comisiones estaciones de radio, periódicos y revistas, a la par de que el destacado periodista Guido García Inclán insistía con su propaganda diaria a favor de esa causa a través de la emisora COCO y la revolucionaria Gloria Cuadras realizaba una intensa agitación en la prensa escrita y la radio en Oriente.
Del esfuerzo de un pequeño grupo inicial, esta batalla se convirtió en movilización nacional.
Desde la cárcel Fidel escribía: “De ningún modo será ya mucho el tiempo que vamos a permanecer presos, porque es mucha la presión pública a favor de nuestra libertad. Mas, si así no fuera ¿qué nos importa estar presos el tiempo que sea necesario?
Y agregaba: “Así, mientras los políticos, que jamás fueron revolucionarios por mucho que se disfrazaran de tales, se preparan para seguir tomando a Cuba de pedestal para mezquinas ambiciones, nosotros nos preparamos para la gran obra revolucionaria sobre el ara mismo del sacrificio. La prisión es para nosotros academia de lucha y nada podrá detenernos cuando la hora llegue”.
Ante la proximidad de las elecciones, el tirano había querido darle a su gobierno un tono de legalidad democrática y concibió una amplia amnistía que excluía a Fidel y sus compañeros de lucha. Ello generó una protesta popular iniciada por los familiares de los jóvenes que se convirtió en un poderoso movimiento con repercusión en los medios de difusión masiva.
Batista llegó a declarar que habría amnistía si lo presos y exiliados cejaban en su actitud, si había un compromiso de acatamiento al gobierno, a lo que Fidel respondió con energía: “No queremos amnistía al precio de la deshonra. No pasaremos bajo las horas caudinas de opresores innobles. ¡Mil años de cárcel antes que la humillación! ¡Mil años de cárcel antes que el sacrificio del decoro!”
Convencidos del peligro que representaba para la estabilidad del régimen la figura del líder de las acciones del 26 de Julio, durante su estancia en presidio se fraguaron planes para su asesinato. Uno de esos planes fue denunciado por el periódico La Calle, un día antes de que los revolucionarios salieran de prisión.
Finalmente el 15 de mayo de 1955 se abrieron para los revolucionarios las rejas de la cárcel. El pueblo había ganado la batalla por su libertad. La nueva vanguardia revolucionaria estaba preparada y dispuesta para cumplir su misión histórica de continuar la lid inconclusa por la emancipación. Lo reafirmó Fidel ese mismo día en una una conferencia de prensa en el hotel Isla de Pinos, de la calle Martí en Nueva Gerona. Al finalizar, entregó a los medios un Manifiesto al pueblo de Cuba, donde definió:
“Nosotros sabremos cumplir con el deber que demanda la patria. Nuestra libertad no será de fiesta o descanso, sino de lucha y deber, de batallar sin tregua desde el primer día, de quehacer ardoroso por una patria sin despotismo ni miseria, cuyo mejor destino nada ni nadie podrá cambiar”.