La imagen que les propongo hoy estremece por sí sola, pues el domingo último, cuando en gran parte de Latinoamérica se celebraba el Día de las madres, una jornada especial en la que debe regocijarse el amor, el cariño y la entrega de quienes dan vida y lo ofrecen todo a costa de cualquier sacrificio, cientos de mujeres salían a las calles de Colombia a exigir el cese de los crímenes contra sus hijos y nietos.
Y es que, tras más de 13 días de movilizaciones contra las políticas neoliberales impuestas por el gobierno de Iván Duque, se estima que más de 47 colombianos han perdido la vida, cientos se encuentran heridos y se habla de la escalofriante cifra de más de 300 desaparecidos, muchos de ellos apresados por los mismos que reprimen en las calles y barrios.
En ciudades como Cali, adonde, por cierto, el propio presidente Duque hizo una visita fugaz, de apenas un rato, y los ministros de Interior y Defensa ordenaron militarizar las calles con toda la fuerza pública posible, podrían ser incalculables las pérdidas de vida humanas si, como se ha anunciado, el pueblo permanecerá manifestándose mientras el gobierno no sea capaz de escuchar sus demandas más urgentes.
Vuelvo a la imagen que comparto, la de las madres defendiendo y reclamando por sus hijos. Me recuerda la etapa más triste y trágica de la historia de nuestra América, bajo las más oprobiosas dictaduras. Los pueblos son sabios y luchan, luchan siempre. Y en las mujeres tienen esa fuerza mayor que los ayuda a resistir y vencer, aunque para ello tengamos que ver sufrir y llorar muchas madres como estas. ¡Fuerza Colombia!
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