Si usted se acerca a los 40 años, o ha pasado esa edad, de seguro ha sufrido dolor cervical o cervicalgia, trastorno que produce molestias de mayor o menor intensidad.
Reconocidos neurocirujanos han explicado a Salud que la cervical es uno de los segmentos más móviles de la columna vertebral, se articula en la parte superior con los huesos del cráneo; y en la inferior, con las vértebras dorsales.
Esta zona contiene la médula cervical, de la cual parten los nervios de los miembros superiores; ello motiva que el dolor interese a una o ambas extremidades. Y también pasan por su interior las arterias vertebrales que transportan la sangre a la parte posterior del cerebro, el cerebelo y el tronco cerebral, zonas muy importantes en el equilibrio, la coordinación y los movimientos del cuerpo.
¿Qué puede sucederle a la cervical?
Entre las afecciones más comunes de la cervical se encuentra la artrosis, la espondilo artrosis y la hernia discal. Las dos primeras tienen su origen en procesos degenerativos que sufre el ser humano, y si se relacionan con un canal medular estrecho pueden producir síntomas tempranos, aunque lo común es que se manifiesten después de la cuarta década de vida.
Los síntomas comienzan, por lo general, con dolores difusos no intensos en la región posterior del cuello que se irradian a la nuca, producen sensación de crepitación cuando se mueve el cuello y dolores en los hombros, región del omóplato y miembros superiores.
Además, son frecuentes los vértigos al incorporarse del lecho por la mañana y al hacer movimientos bruscos con la cabeza, que a veces llegan a producir la pérdida del conocimiento.
Al tratar sobre la hernia discal cervical, los neurocirujanos explicaron que suele estar relacionada con la artrosis y puede presentarse a cualquier edad. Se caracteriza porque el dolor se irradia a los hombros, brazos y muchas veces llega a los dedos de las manos, y obliga a mantener una posición rígida en el cuello. Se conoce a veces como espasmo de tortícolis.
¿Podemos prevenir la cervicalgia?
Algunas afecciones congénitas pueden producir este padecimiento, pero no es lo que sucede con más frecuencia. De ahí algunas recomendaciones, especialmente en cuanto a los hábitos de vida en edades tempranas, que permitan desarrollar en la niñez una columna y músculos cervicales fuertes.
Los ejercicios del cuello, una alimentación adecuada y la prevención para evitar traumatismos harán posible que la columna vertebral esté preparada para los cambios que sobrevendrán en la etapa del envejecimiento.
Ya en la adultez se tomarán otras precauciones como, por ejemplo, dormir con una pequeña almohada que ocupe el espacio entre el hombro y la cabeza, de manera que la cervical quede en línea recta con el resto de la columna. Esto repercutirá en un adecuado reposo y un saludable despertar.