En el siglo XX conocimos de una pandemia, en sus inicios, dos guerras mundiales, el nacimiento y fortalecimiento de un mundo multipolar y después la desaparición de la URSS y la comunidad socialista europea que constituía el contrapeso necesario para oponerse a la agresividad del imperialismo estadounidense.
Conocimos entonces de guerras locales con la intervención de las potencias capitalistas y sus lacayos para llevar la “libertad y la democracia” a esos pueblos, aunque todos sabemos cuáles fueron realmente las motivaciones y sus terribles resultados.
Primero surgieron revoluciones verdaderas que dieron un giro radical a la situación internacional e influyeron en avances de la liberación de pueblos africanos y de otras latitudes. Luego aparecieron las revoluciones de mentiritas, calificadas “de colores” y con otros calificativos que permitieron ir cambiando el mundo a favor de los intereses imperiales. La creatividad del imperio para estos cambios parece que terminó y han pasado a ser acciones agresivas abiertas contra quienes consideran adversarios y enemigos.
Escalada agresiva contra Rusia y China
Aquellos que siguen la realidad internacional deben estar muy preocupados. Según los titulares de la prensa occidental, Rusia y China están haciendo de las suyas y se debe combatir. Recuerdo que hoy día, acostumbraron a los lectores a que solo lean los titulares para facilitar su confusión y engaño.
Estas dos naciones son las que preocupan a un imperio que da nuevas muestras de descomposición y no por lo que digan sus adversarios, sino sus propios estudiosos.
Al grito de “ahí vienen los rusos” países muy cercanos a las fronteras de la Federación Rusa y ex socialistas no solo piden ayuda, si no que facilitaron la presencia de armas y tropas de Estados Unidos y la OTAN en sus territorios.
En lo militar Rusia y en lo económico China, así esquemáticamente, aunque los halcones del Pentágono son más realistas y definen la situación como un Estados Unidos que deberá enfrentarse a dos enemigos poderosos en lo militar y poseedores de armas nucleares.
Las sanciones económicas y de todo tipo han sido la práctica cotidiana de los gobiernos estadounidenses, ya sean republicanos o demócratas, aunque se dan cuenta que ninguna de ellas frena el desarrollo de ambas naciones y por eso pasan de las amenazas verbales al movimiento de tropas, con la complicidad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la Unión Europea y los nuevos subordinados.
La fobia contra rusos y chinos ya constituye una verdadera pandemia que, sobre todo, afecta a los países europeos y todas aquellas naciones que subordinan sus soberanías a los intereses del imperio.
Es lo que explica el rechazo al proyecto de llevar gas ruso a varias naciones europeas, de mejor calidad y más barato que el que les da Estados Unidos, o el de rechazar por prejuicios las vacunas rusas y chinas que han demostrado su calidad y muchas otras acciones encaminadas a satanizar a estas dos naciones.
Escenarios que ponen en peligro la paz
No es casual que Estados Unidos utilice a sus seguidores de la OTAN para crear un escenario peligrosísimo muy cerca de las fronteras rusas, con la presencia de tropas de diferentes países y armamento moderno, además de ejercicios y maniobras militares donde “los enemigos” son, casualmente, los rusos.
Lo más reciente fue utilizar a Ucrania como punta de lanza y a su Presidente, Volodimir Zelenski, como violador de los Acuerdos de Minsk, lo que según el canciller ruso, Serguei Lavrov “podría provocar una matanza en el este de Ucrania”.
Tampoco es casual el protagonismo estadounidense en el sudeste asiático, donde China es el objetivo a combatir, ya no solo en el plano económico, sino también en lo militar, por lo que el gigante asiático ha tenido que modernizar su armamento.
Y tampoco fue casual la insistencia yanqui por mantenerse en el Golfo Pérsico y en varias naciones del Medio Oriente, con el apoyo de terroristas “buenos”, como es el caso de Siria, para seguir explotando un petróleo que no les pertenece.
Ya se escuchan los tambores de la guerra
Las amenazas, agresiones y provocaciones de todo tipo forman parte del arsenal de Estados Unidos y sus socios europeos, con uniforme o vestidos de civil, que amenazan seriamente la paz.
No es casual tampoco que este incremento de acciones agresivas se produce cuando el planeta sufre una de las peores pandemias hasta ahora conocidas y donde el futuro inmediato se ve como incierto dada la crisis económica planetaria que se nos avecina, según expertos.
Un alto oficial australiano recientemente declaraba en una entrevista de prensa que ya se escuchan los tambores de la guerra y detrás de ellos inevitablemente vienen las armas capaces de destruir nuestro planeta no solo una, sino varias veces, dada la fuerza destructiva de las nucleares, que ya no es privilegio solo de Estados Unidos y algunas naciones europeas.
Una moda reciente es la “solidaridad” de algunas naciones de expulsar diplomáticos rusos de la República Checa. Estonia, Lituania y Eslovaquia ya cumplieron y vendrán otros países de la Unión Europea para satisfacer el deseo imperial.
Pero el “pero” de esta historia sintetizada al extremo es que luego de una paciencia admirable, Vladimir Putin, en nombre de su pueblo y gobierno precisó recientemente cuál será la posición de su país, definida como una “línea roja” que no deberá ser pasada dadas las consecuencias de una dura respuesta.
Un mensaje oportuno y necesario a solo unos días que el pueblo ruso y todos los que combatieron al fascismo alemán recordarán con el desfile militar en la Plaza Roja, la victoria del Ejército Rojo, lo que servirá además, como un recordatorio a todos los que pretendan cruzar la línea roja recién anunciada por la Federación Rusa..
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