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Fidel dialoga con los mercenarios

Fue otra batalla, en este caso política, librada el 26 de abril de 1961. Así lo expresó Fidel frente a los mercenarios congregados en la Ciudad Deportiva: “Yo en este caso –explicó el entonces Primer Ministro cubano- soy aquí un adversario que ha traído aquí a la televisión para que ustedes hablen y para que ustedes digan lo que piensan (…) el pueblo de Cuba debe saber por qué se derramó esa sangre y qué propósitos se ocultaban detrás de esa lucha”.

Las fotos de aquel histórico encuentro resultaban también  inusuales: mostraban a los invasores libres de cadenas o cualquier otra atadura, sentados y muy cerca del Comandante en Jefe.   En sus intervenciones abundaron, como era de esperarse, las justificaciones, la negación de responsabilidades, los argumentos inconsistentes, no obstante la sabia conducción del debate por Fidel fue poniendo de relieve el contraste con el pasado que aquellos hombres representaban y la nueva vida que se había empezado a construir en Cuba después del primero de enero de 1959, que en aquel histórico abril había escogido el rumbo socialista.

A la pregunta de un prisionero que cuándo iba a haber democracia en Cuba, respondió que un ejemplo de verdadera democracia era precisamente, como él mismo señaló,  que el Jefe de la Revolución intercambiara con los enemigos derrotados, algo que no sucedía en ningún lugar del mundo.

Y resaltó en aquella jornada el trato humanitario  y ético con que fueron tratados los mercenarios, una práctica del Ejército Rebelde desde los tiempos insurreccionales. Ninguno de los mercenarios había sido torturado después de caer prisionero, y los heridos en el combate habían recibido las mejores atenciones.

Años después, el doctor Héctor Terry que en abril de 1961 cursaba el segundo año de medicina y le correspondió prestar servicios médicos en la zona de los combates, narró que le llamó la atención que el primer mercenario a quien prestó atención médica, por presentar un casco de metralla incrustado en la espalda y mucha fiebre,  trataba de ocultar su rostro. Después supo que era el sanguinario  Ramón Calviño, quien acostumbraba a someter a las más atroces torturas a los revolucionarios que capturaba.

Otro galeno, el doctor Gilberto Gil rememoró posteriormente que el personal de salud llevó a la zona de guerra una sola férula de Brown, dispositivo utilizado en determinados tipos de heridas asociadas a fracturas. Llegó un mercenario herido que la necesitaba y se le puso. Con minutos de diferencia trajeron a uno de los combatientes revolucionarios que también la requería pero a nadie se le ocurrió quitársela al prisionero para ponérsela al compañero, la solución fue improvisar su curación de la mejor manera posible.

 

 

Este trato ejemplar fue reconocido incluso  por José Alfredo Pérez San Román, jefe de la brigada invasora, quien en carta a su esposa expresó: “Estoy prisionero desde el día 25 por la noche, fecha en que fui sorprendido y capturado en los montes de la Ciénaga, en compañía de otro compañero. Desde entonces he recibido en mi propia persona, el ejemplo más inmenso en la historia de la guerra sobre cortesía, caballerosidad y atenciones en el trato de prisioneros”.

En el intercambio de aquel 26 de abril con Fidel un prisionero negro, antiguo sargento del ejército, se quejó porque el Comandante en Jefe al llegar le preguntó “¿Y tú qué haces aquí?”. Lo que le dio pie al Primer Ministro para abordar el tema de la discriminación racial y le llamó la atención a aquel individuo que se hubiese juntado con algunos de los invasores que disfrutaban de la playa en clubes exclusivos adonde estaba prohibida la entrada de negros.

 

 

Un planteamiento reiterado de los mercenarios había sido que si los capturaban los iban a fusilar, a lo cual Fidel respondió: “Fusilarlos a ustedes solo significaría empequeñecer nuestra victoria, solo significaría juzgar con un nivel rasero a todos y que pague el menos culpable por el más culpable, al menos consciente por el más consciente y el menos equivocado con el más equivocado”.

Les explicó que el pueblo cubano no estaba educado en el espíritu de venganza ni de odio. De los más de mil 200 mercenarios capturados, solamente cinco fueron juzgados y condenados a la pena máxima por crímenes cometidos durante la dictadura batistiana.

Aquel encuentro del que se cumplen 60 años, constituyó otra lección para los derrotados.

 

[box title=»Composición de la brigada mercenaria» box_color=»#457556″ title_color=»#ffffff»]

El contingente mercenario que invadió Playa Girón aspiraba a restaurar la neocolonia y a recuperar los privilegios perdidos. Lo integraban:

• 100 latifundistas

• 24 grandes propietarios

• 67 casatenientes

• 112 grandes comerciantes

• 194 ex militares y esbirros de la tiranía

• 179 oportunistas burgueses

• 35 magnates industriales

• 112 lumpens y otros

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