La celebración del 202 aniversario de la fundación de la Villa Fernandina de Jagua, hoy ciudad de Cienfuegos, es el motivo esencial. Pensaron ─y lo considero acertado─ realizar una de las actividades principales por tal acontecimiento en un sitio un tanto sui géneris. Surgió la idea, fue concretada y ya es una realidad. En la necrópolis Tomás Acea, de esa localidad, quedó inaugurada y puede ser vista la exposición de esculturas que tiene un nombre sugerente: Renacer.
Las palabras de presentación de la muestra, pronunciadas por Massiel Delgado Cabrera, especialista en artes plásticas, explican de mejor manera las características y singularidades de la muestra, promovida y organizada por el Equipo Cementerios de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos (OCCC).
“(…) Las sociedades se inventan representaciones propias con las que elaboran modelos formadores para sus ciudadanos, legitiman su poder y construyen su identidad. En consecuencia, el imaginario común constriñe el comportamiento del hombre en la sociedad, incluida su relación con la muerte».
“Para la cultura occidental, las elaboraciones culturales en torno a la muerte contemplan actitudes mentales, creencias y sentimientos asociados a la angustia y desesperación al entenderlo como un evento luctuoso y trágico».
“Sin embargo, ese sistema de creencias colectivas en torno al efecto terminal de la existencia está cambiando a tenor de la época. No sorprende entonces, que el cementerio Tomás Acea, haciendo uso también de su condición de Monumento Nacional, se permita alojar en sus predios nueve intervenciones visuales contemporáneas bajo la advocación de Renacer, para destacar el advenimiento de un aniversario más de la fundación de la ciudad».
“Cada una de las piezas acusa una interpretación diferente para significar y dialogar con la trascendencia. No obstante, todas comparten el apego al entorno (…) donde están situadas. Cada quien apela a un capítulo distinto (…): la cruz, el sueño eterno, las alimañas, las flores…»
“Es que quizás, la realidad física y simbólica de cada una de ellas se hace eco de nuevos imaginarios sociales que ahora mismo se elaboran en la vida cotidiana. Todavía es una germinación sutil y pudorosa, tal como estas narrativas visuales aún se abstienen de integrase con mayor profundidad al correlato del entorno; pero no descarto para próximas ediciones interpelaciones más atrevidas al estigma de la muerte desde intertextos signados por la subversión discursiva y factual, lo que no significa renunciar a la gracia intemporal del renacimiento”.
De hecho, Renacer es todo un acontecimiento que marca en buena medida el apego del arte a las celebraciones sociales en una ciudad marcada de manera permanente y profunda por la cultura.
