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AL PAN, PAN: Libros para niños

La buena literatura para niños, para jóvenes, no precisa de defensas complementarias, mucho menos de etiquetas: es buena literatura, así de sencillo. Cometen un error los que piensan que al niño lector hay que tratarlo desde la condescendencia y la superioridad del adulto que mima y regaña. Autores como José Martí demostraron que se puede escribir para ese público sin hacer concesiones ante la supuesta “inferioridad” del entendimiento infantil.

 

 

La Edad de Oro, por ejemplo, fue una revista para niños. No hay complejidades estilísticas, análisis doctorales… la prosa y el verso son diáfanos, la metáfora se prodiga con sencillez y sin amaneramientos… Pero, ojo, no se renuncia al vuelo y la profundidad del discurso. Por eso esos artículos, poemas, cuentos… han seducido a lectores de todas las edades, de todas las épocas… Comenzando, por supuesto, por los niños.

En Cuba, ahora mismo, hay excelentes autores escribiendo para los niños y los jóvenes. En activo están algunos de los clásicos… y se suman creadores muy jóvenes. El espectro temático es amplio, hace rato que los cuentos para niños no incluyen solo a princesas, lobos y sapitos. Y que nadie asuma que estamos en contra de los cuentos de hadas y las fábulas de siempre. Pero es saludable mostrarle al lector que comienza las complejidades del mundo, por supuesto, sin olvidar las características y las especificidades de ese público.

Los cuentos para niños de hace siglos podían ser tremebundos. La modernidad les pasó la mano, para hacerlos más potables, menos agresivos, para que tuvieran más que ver con las concepciones imperantes en la educación y la formación de la infancia.

Pero ese proceso llevó a un extremo: el imperio de la bobería, esa literatura mimosa y tonta, demasiado simple en su forma, con escasísimo vuelo estético y con reducido horizonte conceptual, filosófico.

Afortunadamente, muchos escritores se rebelaron, se rebelan. Y en Cuba, por ejemplo, se publican cada año excelentes libros de cuentos, de poesía, novelas… En sentido general, los catálogos de las editoriales son buenos. Gente Nueva, por ejemplo, tiene varias colecciones, para las diferentes edades. Y todos los años hay interesantes novedades.

Ahora bien, hacen falta esquemas de promoción más efectivos; campañas de lectura en las escuelas, que lleguen a la familia; sesiones teóricas y talleres para los escritores; concursos y festivales…

La industria editorial no vive sus mejores años… y algunos libros (el libro como objeto) no tienen la calidad necesaria. Pero la base literaria es sólida.

Hay para que nuestros niños lean. Hace falta que se animen.

 

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