Ver caminar a un niño por primera vez, encontrar en un rostro triste la más grata de las sonrisas o recibir el más fuerte de los abrazos de agradecimiento se ha convertido en el mejor de los pagos y de los impulsos que reciben, día a día, los trabajadores del Laboratorio Provincial de Ortopedia Técnica y Calzado Ortopédico de Camagüey.
Allí tal pareciera que nada es color de rosas y que solo tristeza ronda en los pasillos. Pero lo cierto es que a pesar de las carencias de materiales o de las situaciones personales de los pacientes, del lugar todo el mundo sale con una sonrisa.
Y es que los 55 trabajadores de los tres departamentos de órtesis y prótesis, vendaje ortopédico y calzado ortopédico especializado se han impuesto como meta mejorarle la vida a cada paciente que llegue. Quizás por eso más que técnicos son científicos, inventores y hasta magos.
Sueños contra bloqueos
En más de 60 años de fundados, los técnicos y especialistas del Laboratorio se han crecido. Cuando iniciaron en aquel noviembre de 1960 atendían personas desde Ciego de Ávila hasta Las Tunas, luego solo se quedaron con los agramontinos. Pero como reconoce Elvin Zamora Mustelier, subdirector del centro, varios son los pacientes de esos territorios que prefieren continuar con el mismo personal que los atendió siempre.
“Aquí se hace de todo un poco, explica Zamora Mustelier. Las órtesis son ayudas técnicas que permiten que las personas puedan caminar, corregir malformaciones de los miembros superior e inferior, aunque de manera general podemos atender todo el cuerpo.
“En la parte de los vendajes hacemos fajas, cabestrillos, rodilleras elásticas y otros elementos para cuando hay fractura de clavículas, que permiten asegurar una cirugía o aliviar las molestias.
“Mientras, en la parte de calzado ortopédico nos encargamos de elaborar zapatos para personas que no pueden emplear la prenda común y de igual manera instalamos aditamentos para corregir dificultades.
“La gama de materiales que empleamos es muy amplia y en el caso de las prótesis y las órtesis son importados, mayormente del mercado chino y europeo. Para trabajar necesitamos pieles, suelas, pegamentos, vinil, láminas… elementos que se compran en el exterior y que debido al bloqueo económico son complejos de adquirir.
“Esto nos ha afectado por años y la única solución que tenemos para resolver estas carencias es la innovación y la sustitución de un recurso por otro; pero debemos cumplir con los parámetros de calidad y a veces no podemos innovar”.
Eso es lo que más le ha dolido a Jorge Guerra Ruiz, director del taller, en los 36 años de trabajo que lleva. “Duele y mucho no poder darle solución a un caso. A veces nos ha faltado la rodilla, porque no es lo mismo mecánica articulada que rígida, o el pie de la medida exacta. Por lo que siempre buscamos alguna solución porque nuestra especialidad no salva vidas, pero define en la calidad de la misma, la eleva y somos esenciales para cumplir el sueño de muchos de reincorporarse a una vida útil”.
Por eso el ahorro también se ha convertido en palabra de orden para todos en la unidad, como apunta Maricela Pons Montejo, operaria de calzado y ortoprótesis, que se encarga de cortar los aditamentos para los aparatos ortopédicos. “Tenemos un trabajo muy importante y los pacientes nos necesitan, por eso tratamos siempre de tener una respuesta positiva. Y evitamos desechar algo, porque quién sabe, a lo mejor luego le es útil a alguien”.
Logros tras los empeños
El 2020 les puso las dificultades por el cielo a los trabajadores del Laboratorio. A las usuales carencias se les unió la Covid-19 que incrementó las mismas y de un plan de nueve mil 32 equipos a realizar, solo pudieron concretar cinco mil 955.
Materiales como el polipropileno de alta y baja densidad les fue muy difícil de adquirir, pero como explica Guerra Ruiz, “es digno reconocer que el departamento de prótesis, un área fundamental, sobrecumplió lo planificado y de 110 pactadas hicieron 136, gracias a la inventiva y a la entrega de sus técnicos”.
Realizar sus propios elementos se ha convertido en norma, porque como apunta Zamora Mustelier, “los accesorios para construir una prótesis en el mercado internacional rondan los cinco mil dólares y nuestros pacientes lo adquieren por unos 125 pesos aproximadamente. Así que si nosotros construimos algunas partes ahorramos considerablemente. Aunque lo más importante no es el impacto económico, sino el social, lo que logramos y la ayuda que brindamos”.
Eso es lo que los impulsa a trabajar cada día. Como a Elvin que entre sus mayores satisfacciones atesora el haber ayudado a una niña de cuatro años a quien una malformación congénita le negó la posibilidad de caminar, ya que tenía una ausencia total de tejido óseo en su miembro inferior derecho.
“La niña llegó remitida de La Habana, cuenta, y ni allá ni aquí teníamos lo necesario para ayudarla. Pero nos pusimos a crear, a diseñar el pie, la articulación de la rodilla, el encaje. Todo se hizo nuevo y sin ninguna experiencia, porque era la primera vez que se hacía en el taller. Y hoy juega, camina y le encanta su prótesis”.
Ellos han tenido que diseñar de todo, hasta su propio extractor de positivo que les permite ahorrar yeso a la hora de diseñar las prótesis, humanizar el trabajo y concluir más rápido la pieza, como apunta Ángel Aguilar Elías, especialista del taller de prótesis.
En el taller de calzado también conocen de carencias y de inventos. Dice Orlando Sarduy Goodridge, jefe de la brigada, que al encargarse de crear zapatos a la medida para pacientes que tienen patologías severas como amputaciones o pie diabético, las respuestas no pueden ser negativas. Así que manualmente buscan elementos que se ajusten para poder acercarse a los dos mil 400 pares que se hacen como promedio en el año.
En el taller de ortopedia no recuerdan la última vez que contaron con todo lo necesario para trabajar; si no es el bloqueo económico que impone el gobierno de los Estado Unidos a Cuba, es una pandemia lo que les impide crear con lo necesario. Mas ellos se imponen a cualquier dificultad y ayudan a caminar, a sonreír.