La silueta que representa el mar de fusiles y machetes levantados por los brazos vigorosos del pueblo, contenida en el logotipo del Partido Comunista de Cuba, simboliza el momento fundacional de nuestra organización de vanguardia.
Y es que el 16 de abril de 1961, cuando Fidel declaró el carácter socialista de la Revolución en las honras fúnebres de las víctimas de la agresión militar a los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, fue adoptada como fecha de constitución del Partido. Había surgido de la integración de las tres organizaciones que protagonizaron la última batalla por la emancipación, y con el decursar de los años adoptó el nombre de Comunista.
Tan cardinal paso, el anuncio del rumbo socialista de la nación cubana y la derrota de la invasión por Playa Girón, que en este abril arriban a su aniversario 60, representan una estocada a fondo a la soberbia del imperio, al que la Mayor de las Antillas le demostró que se había convertido en un poderoso valladar contra sus aspiraciones de reconquista.
Patria o Muerte en la ONU
La primera contraofensiva ante la agresión a los aeropuertos cubanos la dieron el 15 de abril los artilleros antiaéreos que hicieron fracasar el propósito de destruir nuestros aviones en tierra. En aquella ocasión fue herido de muerte por un rocket el Profe, como le decían sus compañeros a Eduardo García Delgado.
“Él que siempre nos estaba hablando de la importancia de seguir las ideas del Comandante en Jefe —narró uno de los artilleros— escribió antes de morir, sobre una puerta y con su propia sangre, el nombre de Fidel. Fue la mejor lección que pudo darnos como instructor revolucionario, de lealtad y confianza en la Revolución”.
La segunda contraofensiva la dio el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa, en la ONU, cuando desmintió la falacia de que los aviones agresores eran tripulados por pilotos cubanos desertores, acusó a Estados Unidos como el Estado responsable de la acción y desenmascaró los planes intervencionistas de ese Gobierno.
Antes de retirarse, Roa expresó: “Un clamor unánime estremece hoy a toda Cuba, resuena en nuestra América y repercute en Asia, África y Europa. Mi pequeña y heroica patria está reeditando la clásica pugna entre David y Goliat. Soldado de la noble causa en el frente de batalla de las relaciones internacionales, permitidme que yo difunda ese clamor en el severo areópago de las Naciones Unidas: ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!”.
¡Al combate…!
Enardecidos por las palabras de Fidel, ante quien juraron defender hasta la última gota de sangre la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, aquellos obreros y campesinos, hombres y mujeres reunidos en compacta multitud a pocos metros del cementerio de Colón el 16 de abril, partieron, tras entonar el himno nacional, a ocupar sus puestos de combate.
Si el 17 de abril los mercenarios pensaron que desembarcar en Cuba resultaría un paseo, se encontraron con una lluvia de metralla seguida de una consigna que les perseguiría como una pesadilla: ¡Patria o Muerte! Brotaba en todas partes, de las gargantas de los milicianos, los miembros del Ejército Rebelde y de la Policía, integrantes de los batallones que vencieron a los invasores.
Fidel llegó a la zona de operaciones en la tarde de ese día, se ubicó en el puesto de mando del central Australia, y se mantuvo dando órdenes sin descanso. Curiosamente la Ciénaga de Zapata, escenario escogido por el enemigo para el desembarco, era uno de los lugares que mejor conocía por los recorridos que recién había hecho. En todo momento dirigió personalmente las acciones de la infantería, los tanques y la aviación.
La fuerza aérea contaba con un número reducidísimo de aviones y pilotos, carecían de piezas de repuesto, por lo que dependían de la pericia y la inventiva de los mecánicos para salir a las misiones combativas. Aun en esas condiciones protagonizaron verdaderas proezas, hundieron embarcaciones enemigas, derribaron varios de sus aviones y le brindaron apoyo aéreo a la infantería. En ese empeño murió en combate el 17 de abril el piloto Luis Silva Tablada, el Abuelo, como lo conocían sus compañeros.
La agresión mercenaria sorprendió a los bisoños tanquistas sin terminar su preparación, al punto de que tiraron su primer cañonazo en Girón. Pero suplieron la inexperiencia con coraje y determinación. El 19 de abril Fidel les ordenó: “Que no se detengan los tanques hasta que las esteras se mojen con el agua de la playa, porque cada minuto que esos mercenarios estén sobre nuestro suelo entraña una afrenta para nuestra patria”. Desde el cañón autopropulsado SAU-100, calibre 100 mm, el Comandante en Jefe logró impactar al buque norteamericano Houston.
En el comunicado no. 4 fechado ese día y con la firma de Fidel, se informaba al pueblo de la aplastante derrota de la operación militar mercenaria preparada por la CIA, que sufrió más de 110 bajas mortales y le capturaron cerca de mil 200 hombres.
Compromiso con los héroes
Estados Unidos sufrió un gran descalabro tanto en el terreno político como militar, no sin un costo de vidas valiosas para los cubanos: 176 muertos y más de 300 heridos, entre ellos vecinos de la zona ametrallados por la aviación mercenaria.
La celebración del 8vo. Congreso del Partido por estos días, en los que hace 60 años el pueblo con su hazaña despertó la admiración del mundo, es la mejor demostración de que el socialismo defendido en el campo de batalla tiene su continuidad en los patriotas de hoy.
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