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Más que un Congreso, una nueva etapa

Idelmis Guerra Torres nunca fue de las que se quedan quietas en un lugar o a la espera de que le indiquen algo, es de las camagüeyanas que cogen el toro por los cuernos y no le temen a nada.

 

Idelmis Guerra Torres. Foto: Gretel Díaz

Quizás por eso se entienda que formada como pedagoga en la especialidad de inglés, hoy sea la jefa de secretaría de la Aduana Camagüey; en su currículum hay oficios como el de ferromoza, jefa de economía, de agencias de reservación o jefa de turno del aeropuerto. Y es que superarse y ayudar en lo que haga falta son las principales enseñanzas que le dejó su padre.

Al ser su madre alfabetizadora, no era de extrañar que Idelmis y su hermana pequeña le siguieran los pasos. “Mami no quería que fuera maestra, cuenta Idelmis; ella soñaba con que estudiara medicina, pero desde que vi cómo nos daba clases a nosotras y a otros niños me enamoré de la profesión. Así que seguí sus pasos porque creo que uno debe contribuir a la formación de los demás”.

Luego decide probar suerte en otros lugares y al intentar explotar los conocimientos sobre inglés se acerca a los ferrocarriles para trabajar como ferromoza en un coche que atendía extranjeros.

Allí durante 11 años fue, además, jefa de la agencia de reservación, de la sección de ingresos y cuando se reestructura la empresa y se jubila el director de la sección económica, le piden que asuma la subdirección.

Cuando concluye decide arriesgar una vez más y pasa el test para convertirse en auxiliar aduanera. Con firmeza superó la separación de su pequeña de seis años, ya que tuvo que acudir varias semanas de cada mes por casi cinco años a La Habana para ello.

“Aquí estoy desde el 2005, explica, he pasado por todo: me hice oficial, inspector superior en lucha contra el fraude ―especialidad de enfrentamiento― jefa de turno del aeropuerto, jefa del grupo de despacho y primer oficial de aduana en procesos aduaneros, hasta que el 1° de enero de este año pasé a ser jefa de secretaría».

“Todas esas vueltas laborales, todos esos puestos y cargos por los que he transitado, me han obligado a estudiar y superarme constantemente. Pero todo eso me ha demostrado que si uno se lo propone y le pone ciencia, todo puede salir bien».

“A este nuevo puesto y con 50 años de edad llego sin miedos. La experiencia adquirida y la diversidad de personas con las que he interactuado me ayudan a guiar este órgano de apoyo a la Aduana, a planificar y a poder asumir su componente comunicacional».

“La Aduana es la primera cara que ve la gente que llega al país y por tanto la impresión debe ser la mejor, por eso cada día se aplican nuevas medidas para que los procesos que se ejecutan en frontera sean lo más ágiles posibles y se cree un equilibrio entre ese deseo de atender bien y controlar fuertemente las líneas de seguridad”.

En el cumplimiento de esas misiones su centro de trabajo ha destacado nacionalmente, así como sus unidades, algo de lo que vive orgullosa, pues se siente parte fundamental de esos premios.

En sus compañeros de trabajo encontró un pilar esencial para asumir cada reto, por eso se sintió orgullosa al ser seleccionada como secretaria del comité del PCC y más aún cuando en tres de los núcleos de la empresa la eligieron predelegada al Congreso.

“Cuando finalmente me dijeron que iría al Congreso, recuerda Idelmis, pensé en mis compañeros y en mi padre, porque sabes que los que van son partes importantes de la vida económica y social del país y la defienden y definen. Además, este es el Congreso de la continuidad, en medio de una situación epidemiológica compleja».

“No había nacido siquiera cuando el Moncada, pero este momento es nuestra Sierra, es nuestro espacio para aportar, para transmitir confianza en el proceso, porque como dice Buena Fe ‘hoy vemos catarsis, mañana habrá nacimientos’”.

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