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Miedo al contagio por absurda orden de su director

Trabajo en la UEB Cárnico Wajay, de la Empresa Cárnica Habana. Soy especialista de Producción y Máster en Ciencias de la Direc­ción; me dirijo a ustedes para de­nunciar una orden administrativa dictada por el director de esa en­tidad, con la cual se me obliga a ir todos los días a la UEB, lo que me impide el trabajo a distancia, justo cuando la dirección del país pide aumentar esa modalidad de empleo en todos los lugares en que sea posible.

Mi nombre es Lucía Mangue­la Díaz, tengo 61 años, padezco enfermedades complejas que en tiempo de pandemia me imposi­bilitan permanecer fuera de mi casa. Pero poseo toda la capaci­dad intelectual y condiciones ma­teriales para trabajar desde esta.

Mi labor habitual consistía en analizar los datos de produc­ción, mantener actualizados los registros y confeccionar el balance de producción del matadero. Pero desde enero la compañera técnica de producción, encargada de en­viar el parte de producción del matadero a la empresa, tuvo que acogerse a la licencia del 60 % por tener una niña pequeña en su casa y sin las condiciones allí para continuar sus responsabili­dades. Entonces yo asumí su tra­bajo, lo que hago desde mi vivien­da. Utilizo mi teléfono privado, y por tanto, mi dinero, para enviar esos partes diarios.

La computadora de mi área en la UEB está rota y no tiene tecla­do. El teléfono también está roto desde noviembre.

El pasado miércoles fui a la UEB ―como dicta la orden del di­rector de la empresa― y no me de­jaron entrar, pues ya sumaban tres los casos positivos a la COVID-19 y tenía que hacerme un PCR. ¡Hasta ahora he tenido suerte! ¿Será igual mañana o pasado?

Necesito ayuda y comprensión, pues esta situación se torna peli­grosa para mi integridad física y mi trabajo. Tengo mucho miedo a resultar contagiada por una orden descabellada, absurda.

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