Trabajo en la UEB Cárnico Wajay, de la Empresa Cárnica Habana. Soy especialista de Producción y Máster en Ciencias de la Dirección; me dirijo a ustedes para denunciar una orden administrativa dictada por el director de esa entidad, con la cual se me obliga a ir todos los días a la UEB, lo que me impide el trabajo a distancia, justo cuando la dirección del país pide aumentar esa modalidad de empleo en todos los lugares en que sea posible.
Mi labor habitual consistía en analizar los datos de producción, mantener actualizados los registros y confeccionar el balance de producción del matadero. Pero desde enero la compañera técnica de producción, encargada de enviar el parte de producción del matadero a la empresa, tuvo que acogerse a la licencia del 60 % por tener una niña pequeña en su casa y sin las condiciones allí para continuar sus responsabilidades. Entonces yo asumí su trabajo, lo que hago desde mi vivienda. Utilizo mi teléfono privado, y por tanto, mi dinero, para enviar esos partes diarios.
La computadora de mi área en la UEB está rota y no tiene teclado. El teléfono también está roto desde noviembre.
El pasado miércoles fui a la UEB ―como dicta la orden del director de la empresa― y no me dejaron entrar, pues ya sumaban tres los casos positivos a la COVID-19 y tenía que hacerme un PCR. ¡Hasta ahora he tenido suerte! ¿Será igual mañana o pasado?
Necesito ayuda y comprensión, pues esta situación se torna peligrosa para mi integridad física y mi trabajo. Tengo mucho miedo a resultar contagiada por una orden descabellada, absurda.