Cuba goza de un sinnúmero de gestas y héroes deportivos. Entre tanto lustre, resalta con luz firme y propia la de José Raúl Capablanca, uno de los mejores ajedrecistas de todos los tiempos, y el único latinoamericano que ostentó la corona mundial.
Hablar del genial trebejista siempre será fácil y complicado ¿Qué feliz contradicción verdad? Siendo muy niño aprendió a mover las piezas junto a su padre, ¡su primera víctima! A partir de ahí hilvanó progresos y triunfos, hasta conquistar la cima total del juego ciencia en 1921 tras inclinar la firmeza, y el rey del formidable alemán Emanuel Lasker.
Este 18 de marzo se cumple otro aniversario del inicio de ese inolvidable pulso, que paralizó a buena parte del planeta, y puso bien en alto el nombre de una isla llamada Cuba.
El espíritu de Capablanca jamás ha dejado de seducir a miles de practicantes en nuestro país. Fe de ello son los numerosos Grandes Maestros que se ha formado aquí, sin olvidar los miles de niños que encontraron en el ajedrez una puerta hacia nuevos sueños. Tampoco debemos olvidar a los centenares de entusiastas que ven en las figuras sobre el tablero un mundo de creación y sano esparcimiento.
Capablanca sigue ente nosotros. Nunca se marchó. Solo se está tomando su tiempo para mostrarnos otra apertura genial. Otra conquista emocionante. La más importante la firmó hace más de 100 años cuando el bendito vientre de su madre le permitió nacer en esta isla.