El 3 de febrero fue aciago para la venezolana de 51 años de edad Lisbeth Chirino. Ese día le confirmaron su positividad al SARS-CoV-2, nuevo coronavirus causante de la COVID-19, y en medio del calvario le proporcionó sosiego su ingreso en el hospital intermedio de campaña instalado en el Poliedro de Caracas.
Después de una estadía hospitalaria de 15 días venció la letal enfermedad y antes del retorno a su hogar, todavía con cierta alteración en la voz y la respiración, expresó palabras de elogios para los integrantes de la X brigada del contingente Ernesto Che Guevara, integrada por colaboradores cubanos que con celo cuidaron de ella.
“Le doy las gracias a Dios por permitirme salir bien de este lugar y a la Misión Médica Cubana por todo lo que me han ofrecido, por su amor, su servicio, su trabajo, su entrega y por su capacidad de amar tanto a la humanidad. Qué Dios les bendiga, qué Dios les guarde. Continúen así porque están ayudando a salvar muchas vidas”.
El doctor holguinero Luis Arley González Sánchez, especialista en Medicina General Integral y jefe del colectivo, recuerda que Lisbeth llegó con secreción nasal y mucho dolor de garganta, síntomas que desaparecieron con el tratamiento oportuno. Tuvo una evolución favorable y sin complicaciones.
Pero su satisfacción personal no es completa. “Esto fue una trasmisión familiar y en el momento del retorno al hogar sus dos hijas estaban todavía hospitalizadas en espera de la prueba PCR”, advierte Luis Arley, y reitera la alta contagiosidad de esta peligrosa enfermedad y el imperativo de observar estrictamente las medidas de bioseguridad establecidas en los protocolos.
Oxígeno, amor y entrega
El primero de agosto del pasado año, cuando Caracas era el epicentro de la pandemia, el majestuoso inmueble polifuncional, diseñado y construido para acoger grandes eventos y espectáculos, devino el mayor hospital de campaña instalado en Venezuela y desde entonces en sus áreas interiores integrantes de la Misión Médica Cubana continúan brindándoles oxígeno, amor y entrega a los casos positivos al nuevo coronavirus.
Los protagonistas de esa obra solidaria son 69 cooperantes: que incluyen médicos (17), enfermeros (32), técnicos en Laboratorio Clínico (4), especialistas en Imagenología (2), licenciados en Higiene y Epidemiologia (2), farmacia (2), estadístico (1) y admisión y archivo (2) bajo un equipo de dirección con siete integrantes.
Cuando la COVID-19 amenguó sus efectos y la curva acusaba el aplanamiento no desmontaron el andamiaje logístico, una decisión que les permite enfrentar el rebrote con presencia de la cepa brasileña más contagiosa y letal en varios Estados, entre ellos el Distrito Capital.
La solidaridad en cifras
Cuando Venezuela logró controlar la transmisión y había mejorado la situación epidemiológica, el doctor Arley y su equipo me confesaron la alegría por esos resultados y ratificaron la decisión de continuar pendientes a cualquier cambio en el panorama, “si la epidemia cambia su curso estamos preparados para dar la respuesta que se nos encomiende”, me aseguraron.
Y ahora, después de más de seis meses de agotadoras jornadas siguen desafiando al SARS-CoV-2 y contribuyen con estoicismo a preservar la vida y la salud de los enfermos más vulnerables.
En ese período han realizado una cifra superior a los mil 500 ingresos, de los cuales el 65,5 por ciento han sido positivos a las pruebas de PCR y del total de los egresos el 64,5 por ciento ha tenido esa misma condición con promedio de hospitalización de alrededor 8,8 días y un índice letalidad bruta de 0,2 por ciento hasta ahora.
El doctor Arley recuerda que como hospital intermedio de campaña, al centro llegan pacientes sospechosos y confirmados asintomáticos, quienes en caso de gravedad son derivados a otras instalaciones sanitarias acondicionadas para brindar atención especializada a los casos que lo requieran.