Quienes en diciembre pasado escucharon atentamente las explicaciones sobre la implementación de la Tarea Ordenamiento, es posible que recuerden el concepto de que: “Estamos rompiendo un gran círculo vicioso que teníamos. No se puede subir el salario porque no hay producción que lo respalde y no hay producción que lo respalde porque el salario no estimula a las personas”.
Dejar atrás definitivamente ese viejo círculo y empezar a caminar por una senda recta y ascendente, apoyados por el incentivo salarial y otras medidas de peso, es una meta que debe reafirmarse cada día, nada más y nada menos, que al interior de la empresa estatal socialista, convocada a hacer valer su condición de eslabón fundamental de la economía cubana”.
Las 43 medidas aprobadas para el perfeccionamiento de la empresa estatal en el país, unidas a las ventajas del nuevo proceso económico de unificación y reordenamiento, no parecen dejar margen para los “aplatanamientos empresariales”. Mas, como ya se ha dicho, el camino seleccionado no deviene en solución mágica y habrá que estar atento para arrancar de raíz cualquier maleza que dificulte el camino.
Para sacarle el mayor provecho a las medidas diseñadas, que de forma general dotan de mayor autonomía a las empresas y las colocan en mejores condiciones para ser competitivas y promover la exportación, se requiere que en las entidades se extirpen modos de hacer errados que sobrevivieron más tiempo del que se hubiera querido.
La nueva ecuación económica cubana no debe asimilar variables dañinas como ineficiencia, acomodamiento o justificaciones. Las derrotas por inhabilidad y torpezas en el ámbito empresarial serán “gratuidades” que en lo adelante el país no estará dispuesto a pagar. Y no me refiero a las ayudas económicas que el Gobierno destinará para calzar monetariamente a aquellas entidades que lo necesiten durante el primer año de implementación de la Tarea Ordenamiento.
Se trata, en definitiva, de adaptarse a la nueva estrategia económica para salir victoriosos, de pensar cada movimiento con la concentración de un jugador de ajedrez y de saltar los obstáculos con la pericia de un jinete, de innovar constantemente, de crear, de advertir posibilidades comerciales donde antes no se veían y de trabajar con una calidad que abra la puerta grande de las exportaciones y ponga en un nivel superior a la industria nacional.
De manera general se busca que el empresariado reaccione y se afiance en sus propósitos y de que en algunos centros no se eternicen causas de incumplimientos productivos, que a veces denotan más dejadez por resolverlos que imposibilidad real.
Actuar de ese modo, apegados a las nuevas normas y con el optimismo por delante, permitirá, sin dudas, revertir una serie de cifras negativas de la economía y concretar el ansiado despegue en el ámbito empresarial.
Procurar que el camino minuciosamente previsto por la dirección del país dé frutos y se revierta en el bienestar del cubano y su felicidad es un proyecto que requiere, sobre todo, voluntad y deseos de triunfar.