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Si nosotras paramos, para el mundo

“El 9M (9 de marzo) las muje­res paramos porque estamos hartas de que nos violenten, revictimicen, no escuchen nuestras voces y quieran reprimir­las”, dice una de las convocatorias al paro nacional #UnDíaSinNosotras, que tendrá lugar en México.

Ilustración: www.rtv.es

El llamado, a propósito del Día Internacional de la Mujer, es que no haya mujeres en las calles, en los espacios públicos ni en los tra­bajos. “Si nosotras paramos, para el mundo”, resaltan. La primera jornada de este tipo tuvo lugar en el año 2020, concitó el apoyo de casi 22 millones de mujeres en todo el país y tuvo un costo económico que osciló entre los 34 mil y los 37 mil millones de pesos.

En España, por su parte, aún se critica al Gobierno de Pedro Sánchez por autorizar el pasado año manifestaciones que inunda­ron las avenidas de las más popu­losas ciudades. Recientemente fue discutido en las Cortes Generales la propuesta de los extremistas de Vox de cambiar la conmemoración del Día Internacional de la Mujer por la del Día de las Víctimas de la COVID-19, en irónica alusión al pico de contagios que sobrevino en aquel momento.

La moción no prosperó, pero el Gobierno ha pedido combinar esta vez el formato presencial y virtual para evitar el incremento de los contagios. Las manifestacio­nes (hasta el 2 de marzo se habían pedido 69 autorizaciones solo en Madrid) no podrán superar las 500 personas y deberán realizarse en los barrios.

De esta forma, México y Espa­ña serán, probablemente, dos de los puntos de mayor cobertura me­diática este lunes, sobre todo por el matiz combativo de las celebra­ciones, aunque la fecha es propicia en todo el mundo para examinar diversas problemáticas femeninas y la injusta desigualdad de género.

 

¿Mujeres a cargo?

La experta catalana Mar Gaya, vi­cepresidenta de la Asociación 50 a 50 Liderazgo Compartido y direc­tora de la consultoría Igualando, sostiene que “cuando las mujeres están a cargo se observan resul­tados positivos. Varias de las res­puestas más eficientes y ejemplares ante la pandemia de la COVID-19 han sido dirigidas por ellas”.

Recuerda que “las mujeres, especialmente las jóvenes, son quienes organizan movimientos diversos e inclusivos, en línea y en la calle, a favor de la justicia social y la igualdad, o de la lucha contra el cambio climático en todas partes del mundo. Sin embargo, las de menos de 30 años representan menos del 1 % de los parlamentarios a escala mundial.

“El coronavirus ha evidenciado las desigualdades entre mujeres y hombres dejando de manifiesto que estas tienen causas estructurales (…) y se sigue ignorando el impacto de género que está teniendo la COVID-19, que, sin duda, agravará esa situación de desigualdad”, afirma.

Las mujeres encabezan la batalla global contra la pandemia, pues son mayoría (70 %) entre los trabajadores del sector de la salud y de cuidados. También sostienen la primera línea de científicos y cuidadores. No obstante, ganan un 11 % menos que sus homólogos masculinos y apenas ocupan el 30 % de los puestos de dirección en el sector sanitario mundial. Solo en el 3,5 % de los 87 países estudiados por ONU Mujeres existía paridad de género en el salario de quienes laboraban en la respuesta a la pandemia.

Investigaciones recientes de­muestran que durante la actual crisis sanitaria las mujeres han su­frido mucho más que los hombres por escasez de alimentos, desem­pleo y deterioro de su salud mental. Ha sido más frecuente para ellas perder el empleo ante el cierre de los espacios laborales y la reduc­ción de la economía informal; y han visto multiplicarse la carga del trabajo doméstico no remunerado, así como la violencia en el ámbito privado.

Frente a estas realidades los or­ganismos internacionales recono­cen que “es urgente que se cambien las normas sociales para respaldar la distribución equitativa de las responsabilidades de cuidados”. La campaña #HeForSheAtHome (Él por ella en casa) presentada por ONU Mujeres propone “inspirar a los hombres y a los niños para que contribuyan a equilibrar la carga de cuidados en sus hogares”.

El consenso de los expertos aconseja a los Gobiernos integrar las cuestiones de género en la pre­paración, planificación y respues­ta a la COVID-19; así como tomar acciones específicas para prevenir la violencia y favorecer el acceso a servicios esenciales como salud, justicia, servicios policiales y so­ciales. Con el fin de prestar apoyo a las personas que han sufrido o presenciado actos violentos, reco­miendan fomentar líneas telefóni­cas de ayuda y coordinar acciones de auxilio efectivas.

El programa de ONU Safe and Fair, activo para Asia y parte del Pacífico, por ejemplo, ha reportado que en los últimos meses muchas trabajadoras migrantes han per­dido sus empleos, por lo cual de­jaron de garantizar el sustento de sus familias y ahora sufren, ade­más, violencia psicológica. Allí han constatado también el aumento del riesgo de ser explotadas sexual­mente y victimizadas por la poli­cía y los guardias en los controles fronterizos.

A propósito del Día Interna­cional, el organismo multilateral presentó el informe Mujeres líde­res: Por un futuro igualitario en el mundo de la COVID-19, en el cual afirman que hasta el 2021 solo tres países tenían 50 % o más de muje­res en sus Parlamentos; 119 nacio­nes nunca han tenido a una mujer como jefa de Estado o jefa de Go­bierno.

Si se mantiene el ritmo actual de “progreso”, la paridad de género solo se alcanzará en los Parlamen­tos en el 2063; en los cargos minis­teriales, en el 2077; y en los lideraz­gos más altos, nunca antes del 2150.

Las barreras sistémicas, los prejuicios sexistas, la discrimina­ción y los estereotipos de género frenan el aporte de las mujeres al mundo. Su inagotable tenacidad, creatividad y resiliencia, junto a una comprensión cada vez mayor de las ventajas de la equidad, explican el camino andado y alumbran ese, inmenso, que falta por recorrer.

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