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Junto a Chávez: porque hay muchas cosas por hacer todavía (Especial)

Sentir a Chávez, andar con Chávez, volver a Chávez ha sido menester una y otra vez desde aquel 5 de marzo fatídico en que el mundo conoció la triste noticia de la partida física del líder venezolano, del hombre sincero y profundo, del luchador antimperialista que devolvió la dignidad a su pueblo y rescató la historia patria y latinoamericana como el más fiel bolivariano.

 

Foto: Bertha Mojena Milian

 

Y no se trata de volver a quien parece inerte como estatua, o imagen socorrida por el tiempo, o un recuerdo esperanzador; él es ante todo, fuerza viva de una nación que sigue creyendo, construyendo, enalteciendo su legado, bebiendo de su sabiduría, sus enseñanzas, su espíritu incansable, de sus mensajes y alertas, de su fuente inagotable de firmeza y optimismo por el bien común.

A su esencia profunda de niño, de joven travieso y alegre, curioso y soñador, justo y trabajador, comprometido y valiente, volvemos en este día de recordación, donde celebramos su vida y el camino trazado que deberemos —junto a la Revolución Bolivariana— y entre todos, seguir construyendo y defendiendo en favor de nuestros pueblos, de Nuestra América toda.

 

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Desde Sabaneta, cuna del Comandante Supremo

 Sabaneta es la cuna del eterno Comandante Hugo Chávez Frías y aunque su vida y obra lo llevaron allende fronteras hasta convertirlo en Comandante de América, en el imaginario simbólico de muchos habitantes de ese pequeño pueblo de los llanos venezolanos, perdura la imagen del niño, del joven Huguito, noble, desinteresado, servicial, solidario y de fidelidad a toda prueba con sus amigos.

Recorrer la tierra natal del mejor amigo de Cuba, la Ruta de la Conciencia, el inmueble donde nació, el hogar en la que la entrañable abuela ​ paterna, Rosa Inés, desde temprana edad le guiara y cuidara bajo las insomnes y amorosas pupilas de Hugo de los Reyes y Elena, sus progenitores, es motivo de múltiples emociones.

“La mística de Chávez Comandante todavía persiste en esta casa de campo, donde pasó muchos años de la infancia, sus andanzas, las canciones, las alegrías, todos esos recuerdos, todo él siempre está aquí con nosotros”, evoca Hugo de los Reyes y recorre con mirada nostálgica los alrededores de la modesta morada que el inquieto vástago animara.

 

Hugo de los Reyes Chávez en la casa natal del Comandante Eterno.

 

“Comandante Chávez, Señor”, es el saludo del padre que lo acompañó en sus travesuras infantiles y lo apoyó siempre, incluso cuando ya oficial de las Fuerzas Armadas desafió el sistema imperante y trajo otra vez a Bolívar, en cuerpo y alma, a guiar la lucha por la redención de los más humildes.

“Chávez desempolvó la historia real y nos trajo a El Libertador en carne viva, en carne propia, para que el pueblo se diera cuenta de quién era Simón Bolívar”, exalta Marcos Rosales Barrueta, quien lleva orgulloso el mote de Rayo con el que lo bautizara su amigo de infancia, adolescencia, juventud y “de toda la vida”, como él mismo asegura con tono melancólico en los mismos terrenos donde compartieron muchas travesuras y sueños de gente humilde, honesta.

 

Rayo en el recodo del río donde compartió con su amigo Hugo Chávez.

 

Tanto el papá como el amigo entrañable coinciden en que Chávez desmontó a Bolívar del caballo, de las estatuas, lo bajó al pueblo: “Nos ayudó a reencontrarnos con el Bolívar nuestro, que estaba ya oculto, que nos tenían escondido con historias ficticias que nos enseñaron en las escuelas”.

En el camino de la Revolución

Hugo del Rosario da “gracias a Dios, porque tuvimos el privilegio de convivir con él muchos años y de ser —como se dice— el Líder de la Revolución Bolivariana y el pueblo lo recuerda con mucho cariño donde uno va siente ese amor que el pueblo le profesa. Es como Fidel en Cuba, igualito, son líderes, hombres de historia, de pensamientos muy amplios, con una gran proyección y, por supuesto, con un gran sentido del amor a la patria”.

 

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Foto: Omara Garcia
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Foto: Omara Garcia
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El 4 de Febrero de 1992, cuando se produce el  levantamiento militar Chávez da otro paso hacia la inmortalidad, “él dio su cara y dijo ´Yo asumo mi responsabilidad´; desde entonces se enraizó en el pueblo que lo recuerda como el líder indiscutible de la Revolución Bolivariana, y el día de su histórica siembra  todo el mundo  lloró por su partida física”, rememora con orgullo Rayo. Y cuenta: “No teníamos la certeza de su participación, pero lo presagiábamos y   desde la madrugada comenzamos a buscarnos (los amigos) y comentábamos: ´´hay un movimiento, ¿dónde estará Hugo?, coño, ¿lo mataron?, apareció, no, no ha aparecido¨ y nosotros también fuimos sorprendidos por la televisión, cuando a las 10 y tanto de la mañana supimos que estaba vivo y era el jefe de una rebelión, de un movimiento revolucionario por la Patria”.

 

La presencia perenne del Comandante Supremo

El martes 5 de marzo del 2013 a las 4 y 25 de la tarde el mundo conoció la dolorosa noticia del fallecimiento de Hugo Chávez Frías. “Ese día yo estaba en cama. Me habían operado de una apendicitis. Le pedí permiso al doctor, me autorizó, me puse una faja y fui para la Academia Militar, donde estaban velando a mi hijo. Fue un día triste, muy doloroso, pero queda la gran dicha en el alma por el reconocimiento del pueblo a lo que hizo para redimir a la patria”, rememora acongojado Hugo de los Reyes.

De aquella infausta jornada Rayo recuerda: “Me tocó hacerle guardia de honor y ver al amigo allí, inerte, mirando su cara ni sé cuántas cosas me pasaron por la mente, y ahora ¿qué hacemos?, ¿cómo honrar su memoria?”

Y en la proximidad del féretro y en medio de la consternación encontró las respuestas: “Nuestra tarea como amigos de ese gigante, remarca, es continuar sus pasos pues, seguir con lealtad su pensamiento, sus ideas y sus principios. Esos principios morales y éticos que le permiten a un pueblo llevarlo dentro de su corazón”.

 

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“Para Cuba, Fidel está vivo y para la mayoría de los venezolanos Chávez también está vivo, y ahí vamos, vamos pa´lante con la Revolución siempre, con el dolor de haber perdido físicamente a Fidel y a Hugo, pero con la satisfacción del gran trabajo que hicieron ellos por sus pueblos y ese recuerdo será para siempre, hasta que uno se vaya”, invoca su papá.

“Allá, enfatiza y extiende ambos brazos al cielo, deben estar Hugo y Fidel junticos, ¿verdad? Viendo la obra de ambos pueblos y cómo se estrechan los lazos de amistad entre dos naciones que decidieron luchar por su soberanía y defenderla juntos de cualquier enemigo”.

 

Epílogo

“Hay muchas cosas por hacer todavía, pero seguimos trabajando juntos a pesar de estas grandes dificultades por el bloqueo económico del imperio. Hay que seguir trabajando en la elevación de la conciencia política del pueblo, hay mucha gente necesitada de más conciencia de lo que es la Revolución, de lo que es el socialismo”, reflexiona Hugo de los Reyes.

La obra de la Revolución, ansiada y materializada por el Comandante Supremo Hugo Chávez Frías, se levanta desde las catatumbas del pueblo en los programas de beneficio social a los que tributan más de 20 mil colaboradores cubanos como muestra tangible de que los ideales bolivarianos de unidad latinoamericana nunca fueron quimeras.

El apoyo solidario de Cuba contribuye a cultivar en corazones fértiles los sueños de Chávez que son continuidad del legado emancipador, humanista de Simón Bolívar, de José Martí, “con la ayuda de ustedes, les habla a los colaboradores, hemos logrado mejorar mucho en cuestiones de salud, educación, y hay que seguir mejorando, ampliando esa colaboración”, sostiene El Maestro, apelativo al que responde Hugo de los Reyes.

 

Todos los días, a las 4:25 de la tarde, hora del deceso de Chávez, una salva perpetúa su memoria.

 

En el Cuartel de la Montaña, emblemática instalación ubicada en la meseta de La Planicie, en la Parroquia 23 de Enero de Caracas, desde el 15 de marzo del 2013 descansan los restos inmortales del luchador latinoamericano de talla universal y desde ese aposento que los resguarda como en sus ojos y firmas en paredes o coronando edificios en múltiples urbanismos, Chávez sigue impulsando el proceso de justicia social que defendió hasta sus últimos suspiros.

 

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