Nada tan cierto como la muerte, dijo Séneca. Y San Agustín sentenció: todo es incierto; sólo la muerte es cierta. Ese instante que nos separa físicamente del mundo terrenal, de la familia, los amigos, colegas, la vida… ha sido objeto de múltiples reflexiones de filósofos de todos los tiempos y creencias.
Pero voy a hablar del extinto periodista Manuel Valdés Paz (Holguín, 1930) y de todas las ideas que abordan el tema prefiero una del sabio, poeta y gramático griego Simmias de Rodas, para quien Escribir es aplazar la mortalidad.
Porque este buen colega, profesional y amigo, que el pasado martes a las 7: 15 A.M., víctima de una penosa enfermedad, nos dijo adiós, dedicó la mayor parte de su existencia al periodismo, el mejor oficio del mundo, como lo calificara el escritor Gabriel García Márquez.
No hay monarca como un periodista honrado, nos enseñó nuestro José Martí y así llevó la corona por más de cuatro décadas en las redacciones de los periódicos Ahora (Holguín), 26 (Las Tunas), Trabajadores y la Agencia Cubana de Noticias, porque ejercitó la profesión con humildad, sencillez, modestia y dejó sus huellas en relatos que son constancia de sobrevida.
Valdés Paz, así lo llamábamos muchos de sus colegas, tuvo visión global de la realidad que habitamos y la capacidad más impresionante del ser humano, la de comunicar, como se les exige a los profesionales del gremio y por eso ha superado la muerte.
Fue un apasionado del mundo laboral y puso voz e imagen a ese sector de vanguardia en la construcción de la sociedad próspera y sostenible, cuya construcción es un desafío colectivo al que contribuyó con sus reflexiones y reseñas de proezas y de hechos necesitados de rectificación.
Lo hizo sin soberbia, con la mesura que el ejercicio profesional reclama en la búsqueda constante del mejoramiento humano, porque interpretó cabalmente e hizo suya la sentencia del Apóstol de la independencia de Cuba: Tiene la prensa periódica altísimas misiones; es la una explicar en la paz, y en la lucha fortalecer y aconsejar (…).
También lo recordaremos como el revolucionario y combatiente internacionalista con principios que lo llevaron a Etiopía en tiempo de enconadas luchas por la redención de esa hermana nación africana y en el podio de dirigente sindical preocupado y ocupado en la atención de sus afiliados.
Y siguiendo las ideas martianas y conscientes de que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida, Valdés Paz nos continuará acompañando en los difíciles tiempos que corren y estará en las tertulias de sus colegas de Trabajadores y en las redacciones de otros medios que honró con su presencia y carácter jovial.
Así lo recordaremos siempre, porque cuando un amigo se va reconforta volver a su impronta, a esos momentos inolvidables de intercambios que marcan la diferencia entre la vida y la muerte.
El colectivo del periódico Trabajadores siente su partida y acompaña a sus familiares y amigos en estas horas de dolor.