Lo principal no es el soporte. Lo principal es leer. Probablemente desaparecerá en algún momento el libro de papel (no será ahora mismo, pero ciertamente puede suceder); la que no va a desaparecer es la buena literatura. No desaparecerá mientras haya humanidad, porque contar historias, reflexionar sobre el contexto, explicarse de alguna manera la existencia, siempre serán necesidad del hombre. Y eso hace la literatura.
La moraleja es: hay que marchar con los tiempos, adaptarse a esos tiempos, a los imperativos de las circunstancias… Pero la esencia es la misma: la promoción de la lectura, de la buena literatura tiene que ser una responsabilidad de las instituciones culturales. Obviamente, no solo de las instituciones de la cultura, también de la escuela, y algo importante, de la familia. Pero al entramado de la cultura le corresponde socializar ese patrimonio, hacerlo accesible, democratizarlo. En ese sentido se ha hecho mucho. O sea, hay una base que puede sustentar actuales y futuros empeños: hay obra publicada, mucha obra publicada, hay un sistema editorial subvencionado, hay un sistema de librerías que ofrecen volúmenes a precios razonables, hay una red de bibliotecas públicas… Está claro, el que quiera leer, tiene qué leer, tiene para escoger.
El objetivo es, por lo tanto, el que no lee, por la razón que sea. Hay que persuadir, hay que convencer, hay que estimular. Y para eso es necesario ser creativo. Las campañas de promoción de la lectura tienen que ser, obviamente, actos de creación. Y hay que aprovechar todo el caudal que las nuevas y no tan nuevas tecnologías ofrecen. Uno tiene a veces la impresión de que solemos quedarnos en la superficie.
Esta tiene que ser una tarea colectiva. Y sí, hace falta en Cuba una nueva campaña de alfabetización digital, esa es una prioridad que tienen clara las instituciones, y que por supuesto, integra las prácticas culturales, artísticas, literarias… pero va más allá de esas prácticas.
Son tiempos difíciles los de ahora mismo. Pero el Instituto Cubano del Libro no ha dejado de trabajar. Esta semana hemos tenido noticia de muchas de esas acciones, de la labor de editoriales, de promotores, de medios de comunicación. Pero el desafío siempre será mayor, siempre se puede y se debe hacer más. La aspiración de nuestra república de las letras es que esta sea también una república de lectores.