Iskra Corratgé camina, saluda, reparte instrucciones, parece incansable. Cualquiera que no la conozca y se detenga a observarla por vez primera podría preguntarse como un cuerpo tan pequeño y de apariencia frágil puede albergar tanta energía.
“Ha sido un período complicado con la Covid-19”, nos dice mientras atiende una llamada telefónica, y nos invita a tomar asiento en la dirección. Su “puesto de mando”, desde donde mueve los hilos como directora general de la Empresa Deportiva Batos. “Aún así, prosigue, cerramos el año 2020 con positivos números en los planes de producción y venta”.
Agrega que durante esa etapa los demás centros nacionales subordinados también marcaron pautas, lo que permitió alcanzar un 110, 7 % en el plan de producción y un 121 % en el de ventas.
“Todo se logró gracias al empeño y la entrega de los trabajadores. A su habitual rendimiento, añadieron el estricto cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias. Ello igualmente repercutió en el buen quehacer”.
Recordó la dirigente que la entidad es la única a nivel de país que confecciona artículos deportivos, y que tiene como principal cliente al Inder.
“Uno de nuestros objetivos es proveer la mayor cantidad de medios posibles para apoyar el desarrollo y rendimiento de los atletas cubanos. Sin olvidar que esas producciones lleguen a las Eide y escuelas”.
“Tenemos como fin que los frutos puedan ser aprovechados por la población. Exploramos ese camino con una reciente iniciativa aquí en la capital, donde una tienda de Trimagen oferta diversos artículos en moneda nacional a precios asequibles. El sueño es ampliar esa opción. El pueblo lo agradecerá”.
Iskra defiende la idea de incorporar un mayor número de jóvenes a las labores productivas. Sumados a los más experimentados obtendrían óptimos resultados.
“Acá el consejo de dirección y demás directivos conversamos, sugerimos. No se administra desde la oficina, escuchamos y apoyamos al trabajador. Así el entendimiento y las metas son superiores”, sentenció.
Juventud y talento, ¿qué más?
Leyani Puñales y Madelaine Muñoa, atesoran juventud y capacidad. Optimismo y deseos. La primera es especialista en Comunicación y Marketing, en tanto su compañera cumple el servicio social como diseñadora.
“Llegué a la empresa en busca de empleo, y estaba disponible la plaza que hoy ocupo. Conduzco el tema de las redes sociales y la comunicación. Tenemos el cometido de ampliar y dinamizar la marca Batos, que el cliente vea y aprecie la calidad de nuestro producto. Me gusta lo que hago. Fui bien recibida y eso lo valoro”, aseveró Leyani.
Madelaine atiende los nuevos proyectos del Departamento de Desarrollo. Colabora asimismo con el taller de prototipo (vestuario).
“Aspiramos a contar con mejor tecnología. Lograríamos avances más palpables. Con experiencia e inteligencia hemos perfeccionado esos procesos, pero debemos recordar que en la actualidad los pequeños detalles influyen mucho. Estamos abiertos al intercambio. El comprador es quien juzga nuestro producto. Estoy a gusto. Mi idea es permanecer mucho tiempo aquí”.
El abuelo sigue dando la hora
“Ya son más de 40 años en el centro. Entré en 1978 y nunca más salí”, afirma jovialmente Orestes Villalta, operador de caldera y conocido como el Abuelo.
“Llevo una vida acá. Esta labor es muy dedicada, se necesita gente madura, es un asunto de mucha responsabilidad. Pronto me jubilaré, pero pienso mantenerme vinculado. Soy útil, las personas me aprecian. Eso para mí vale como el oro”.
El deporte es uno de los medios más eficaces de la sociedad para afianzar el bienestar social. En la Empresa Deportiva Batos intentan día a día hacer realidad lo anterior, sin embargo, no obstante a pesar de sus indiscutibles logros, saben que sus mejores batazos aún están por llegar.