Hace casi un año que el boxeo cubano entrena sin tregua y casi bajo el anonimato. La Covid-19 le obligó a encontrar variantes, para evitar ser víctimas de la rueda del tiempo, empecinada junto a la pandemia en frustrar la habitual cotidianidad del mundo.
Con los Juegos Olímpicos de Tokio en la mirilla, el deporte que más títulos ha aportado al pabellón nacional en estas lides diseñó un interesante plan, que paso a paso parece cubrir las expectativas fijadas.
La prueba más reciente se apreció cuando la selección de Kazajistán finalizó una base de entrenamiento en suelo nacional.
En total los asiáticos hicieron el viaje con 16 efectivos, algunos de ellos con el pasaporte olímpico en el bolsillo. Fueron jornadas de ardua preparación y estudio, en las cuales los sparrings estuvieron subiditos de temperatura, algo fundamental para los criollos, que tendrán que enfrentar en los meses venideros el clasificatorio continental rumbo a la cita nipona.
El colectivo técnico además de valorar el estado actual de sus pupilos, tomó nota en algunas divisiones en las cuales el elegido todavía no está seguro.
En las próximas semanas el equipo continuará perfilándose en su cuartel general de La Habana a la espera de un posible viaje a Rusia, siempre y cuando la Covid-19 lo permita.
El boxeo es una de las disciplinas en las que la mayor de las Antillas piensa apoyarse para capturar varias medallas en la venidera lid de los cinco aros.
En otros deportes, como la lucha y el judo, se espera un aceptable botín en Tokio. También podrían rayar alguna alegría el atletismo y el taekwondo.
