Luego de que transcurriera el primer mes del inicio de la Tarea Ordenamiento en el país, la mayor y más clara evidencia que arroja es que su complejidad va mucho más allá de la pura técnica económica.
Aunque de alguna manera siempre estuvo dicho, y era previsible que no fuera así, es posible que la principal fuente de insatisfacción hasta el momento con el ordenamiento monetario y cambiario parta de la creencia errónea de que es un proceso posible de controlar hasta el más mínimo detalle, de una manera centralizada, y sin fallas.
Desde los primeros anuncios de nuevas tarifas y precios para importantes productos y servicios, y su rápida rectificación en varios casos, la realidad demostró que toda la intensa y exhaustiva preparación para su comienzo era solo una aproximación al fenómeno.
Todo lo que milimétricamente parecía previsto, en verdad resultó apenas un punto de partida para una nueva concertación entre elementos teóricos de la economía y la práctica social, que tienen como principal eslabón para conseguir su éxito la participación ciudadana y la agilidad administrativa.
Por tanto, es muy positivo todo el debate y la crítica que genera esta inédita transformación. Lo malo sería que no hubiera esa reacción colectiva de sugerencias y propuestas constantes para enmendar y perfeccionar lo inicialmente elaborado.
En esa adecuación permanente que llevará mucho más que un mes, tal vez incluso tiempos superiores a un trimestre o un semestre, empiezan a surgir mecanismos consensuados para introducir las correcciones y exigencias imprescindibles.
Acaba de entrar en vigor, por ejemplo, el Decreto 30, donde se establecen las contravenciones personales, sanciones, medidas y procedimientos a aplicar por la violación de las normas que rigen la política de precios y tarifas, un instrumento legal que dará mucho que hablar y hacer en las próximas semanas, en la medida que se asuma con rigor, de forma educativa y preventiva.
Porque también sabemos, como demuestra la experiencia, que no son las multas la solución a los problemas de disciplina, sino solo un factor disuasorio al cual deben acompañar, o más bien anteceder, los procedimientos y las políticas organizativas que eviten caer en violaciones e ilegalidades.
Hay que profundizar mucho más en los procesos que están teniendo lugar hacia el interior de las empresas y otros actores económicos, con un seguimiento más estricto por quienes corresponde, dígase ministerios, organizaciones superiores de dirección empresarial y otros organismos rectores de las diferentes materias, para brindar acompañamiento, asesoría y, cuando sea inevitable, enmienda o reparación de lo mal hecho.
Los gobiernos locales también desempeñan un papel preponderante en esa implementación de la Tarea Ordenamiento, como intermediarios o interfaz entre las inquietudes y requerimientos de la población que representan, y mirada con lupa a las condicionantes contables y financieras hacia el interior de las entidades que determinan en sus decisiones económicas y comerciales.
Son muchas, en fin, las manos y las cuentas que mecen la cuna de este nuevo ordenamiento, y ninguna es menos importante que las otras en sus efectos múltiples y simultáneos. Hay que atenderlas y entenderlas todas, para que la Tarea salga bien, y en el menor tiempo posible.
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