El sonido de la sirena de una ambulancia siempre impresiona. Lo mismo si se está en la calle o en la puerta de un hospital. Cuando se escucha, se presiente que quizás esos momentos pueden ser decisivos para la vida de una persona.
Desde hace algunos años, David Pérez lo percibe más de cerca. Fue en el 2013, cuando comenzó a trabajar en la Base Ambulancias Región Centro, donde se desempeñó como jefe de transporte y en el 2015 pasó al frente de las operaciones del SIUM en La Habana.
“Supe lo importante que resulta que estos medios se encuentren disponibles ante cualquier urgencia. Empecé a sentir al paciente más cercano: lo mismo es vital para una persona que requiere una hemodiálisis, el traslado de una embarazada, o cualquier emergencia”.
Según afirma, su paso por las FAR, donde fungió como especialista en Tanque y Transporte, marcó su vida. “La disciplina militar educa, uno adquiere compromiso y responsabilidad”.
Ahora, al frente del taller de la sucursal Cerro, perteneciente a la empresa MCV Servicios S.A., está otra vez en contacto con las ambulancias del sistema de salud. “Aquí se reparan de La Habana, Artemisa, de Emergencia Nacional, además de varias pertenecientes a la Clínica Central Cira García.
“Somos como una familia, es un equipo compenetrado, que no escatima tiempo para recuperar los medios de transporte, aunque a veces la existencia de piezas de repuesto no acompañe los deseos de hacer más». De acuerdo con sus palabras, en el mes de enero entregaron 9 vehículos, reparados en 48 horas.
Resalta el esfuerzo de mecánicos como José Lázaro Hecheverría, Leandry Wilson, Frank Montoya y Amado Martínez; además del electricista, Ernesto Gutiérrez. Es la fuerza élite, pero todos colaboraron con profesionalidad.
“Aquí uno se sensibiliza con las necesidades de la población, hay sentido de pertenencia. Sabemos que, en la calle, cada carro cuenta, son imprescindibles para salvar muchas vidas”.
Asegura que están tomadas las medidas de higiene y protección contra la pandemia. “Antes de entrar al taller los vehículos son higienizados, además de que nosotros también cumplimos lo establecido”.
Cuando llega a su casa, los cuidados también se extreman. “Se quita los zapatos; en la terraza se lava bien las manos, deja la ropa en una bolsa y se baña. Todo eso antes de cargar a la pequeña Mya Victoria, de un año y ocho meses. “Me gusta cargarla y dormirla. Eso lo disfruto”.
Luego del descanso y la vida en familia, vuelve a su otra casa, el taller, en el que cada día hay un nuevo desafío.