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La aprobación democrática de la Segunda Declaración de La Habana

A partir del triunfo de la Revolución mucho cambiaron las formas de hacer política en Cuba. Si de verdad aspirábamos a ser independientes, había que empezar a demoler, desde la base, la república burguesa colonial, dependiente de la gran potencia del norte, anclada en el engaño de la llamada “democracia representativa”, que en realidad representaba los intereses del imperialismo. De qué valía tener partidos, elecciones, presidentes y hasta Capitolio, si el poder real era ejercido por un tramitador estadounidense con rango de embajador en La Habana.

 

Foto: Tomada de Internet

 

El pueblo fue asumiendo el poder mientras el país se transformaba profundamente en lo económico y lo social, en un proceso en el que la toma de las decisiones principales era refrendada por el pueblo directamente, e incluso con las armas en la mano.

Fueron muchas y memorables las concentraciones multitudinarias para la consulta popular, antes de la primera Constitución Socialista, que estableció la nueva institucionalización del país; incluso los acuerdos del Primer Congreso del Partido en 1975, que trazaron la etapa futura, fueron sometidos por el Comandante en Jefe Fidel Castro a la aprobación de una impresionante muchedumbre en la Plaza de la Revolución José Martí.

 

Foto: Tony Hernández Mena

 

Ya era de noche cuando el 4 de febrero de 1962, millón y medio de cubanos respaldaron la Segunda Declaración de La Habana. Desde temprano parecía que el tránsito de las carreteras se dirigía hacia la capital, y desde todos sus barrios fluía un torrente humano hacia la Plaza, convocados a la Asamblea General del Pueblo, que con carácter de órgano soberano de la voluntad del pueblo cubano, se reunió “para dar cabal respuesta a la maniobra, a la conjura, al complot de nuestros enemigos en Punta del Este”. En Uruguay, los Estados Unidos, no lograron el apoyo que esperaban, dada la irracionalidad de su demanda de condenar a Cuba, pero decidieron, no obstante, cortar totalmente el comercio con la Isla insumisa.

“Resistiremos en el campo de la economía –dijo Fidel–; seguiremos avanzando en el campo de la cultura. Allá, detrás de la gigantesca multitud, se divisa otra, cuyos vestidos son de color distinto: son los 50 mil becados que están estudiando en nuestra capital; son el mañana prometedor de la patria, son los futuros ingenieros de nuestras fábricas futuras, los técnicos…, son el mundo del mañana que la patria se está forjando, porque la patria no trabaja para hoy, la patria trabaja para mañana. Y ese mañana lleno de promesas no podrá nadie arrebatárnoslo, no podrá nadie impedírnoslo, porque con la entereza de nuestro pueblo lo vamos a conquistar, con el valor y el heroísmo de nuestro pueblo lo vamos a conquistar”.

 

Foto:Tony Hernández Mena

 

La nueva Constitución de la República ─inspirada en el heroísmo de los que lucharon por una Patria libre, independiente, soberana, democrática, de justicia social y solidaridad humana─, fue ratificada en referendo por amplia mayoría, y las leyes que la implementan han perfeccionado los órganos del Estado y las instituciones del país, con el Partido como la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado.

Casi 6 décadas de agresiones, amenazas, bloqueos y guerra de mentiras, con las cuales el imperialismo no ha logrado torcer el camino de los cubanos, prueban que nuestro sistema político es sólido, profundiza la democracia, preserva la unidad nacional y es capaz de enfrentarse, como ahora, a desafíos inéditos como la pandemia de la Covid-19, la implementación del ordenamiento monetario y cambiario, y las demás transformaciones en el ámbito económico, que tienen en los representantes elegidos directamente por los ciudadanos, un baluarte de los intereses de la nación.

 

Foto: Tony Hernández Mena
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