En la primera mitad del siglo pasado María Teresa Linares y su esposo Argeliers León, dos referentes indiscutibles de la investigación cultural, recorrieron campos y ciudades para rastrear las esencias mismas de la música cubana. Afloraron expresiones que remitían a los orígenes hispánicos y africanos de nuestras tradiciones, cristalizadas en la práctica cotidiana. Ellos salvaron testimonios invaluables, sentaron las bases para futuros estudios.
Fue una labor fundacional. Bastaría para ubicar a sus protagonistas en un lugar de privilegio de la cultura cubana. Pero María Teresa Linares (Teté, para sus muchos amigos y admiradores) tuvo un itinerario pródigo: décadas, muchas décadas consagradas al análisis y la promoción de los valores del folclor, arte del pueblo; una labor docente extraordinaria, que la relaciona con generaciones completas de musicólogos y otros especialistas; un acervo literario considerable, en el que se destaca un libro que muchos consideran pilar: La música y el pueblo.
María Teresa Linares, que ha fallecido a los 100 años en La Habana, mereció y recibió los más grandes homenajes de su país, incluidos el Premio Nacional de Música y el de Investigación Cultural, la Orden Félix Varela que otorga el Consejo de Estado, numerosas distinciones y el Título Honorífico de Heroína del Trabajo de la República de Cuba.
Pero ella, mujer sencilla y amante de las pequeñas cosas de la vida, se complacía sobre todo con el cariño de los suyos. Una y otra vez recibió emocionada los aplausos de sus colegas, las frases de admiración y aliento, el agradecimiento de estudiantes y lectores…
Una vez le dijo a este redactor: “La gente me dice que mi obra es grande, pero yo creo que grande es el arte que la inspira. El tesoro de su música es uno de los orgullos principales de la nación”.
Información relacionada
Falleció musicóloga cubana María Teresa Linares