Colaboración: Chef Yairon de Armas
Las frutas han formado parte de la alimentación del hombre desde tiempos inmemoriales, y para nadie es secreto que constituyen fuente importante de energía, carbohidratos, fibra dietética, antioxidantes, vitaminas y minerales. Para nuestro deleite, Cuba es un país tropical que cuenta con numerosas especies frutales y, lo mejor de todo, ¡muchísimos postres donde emplearlas!
Algunas muy famosas, como el mango y la guayaba, pero en absoluto las únicas ni más deliciosas. Cada una posee un encanto y gusto particular, más parece que, con el pasar de los años, la escasez, el desabastecimiento del mercado o simplemente por pragmatismo, rapidez, haraganería… hemos desterrado al olvido algunos de estos manjares naturales así como las delicadezas que con ellos podemos elaborar. Por mencionar algunas tenemos: el mamey de Santo Domingo, la granada, el canistel, el marañón, el caimito, el níspero, el maracuyá, el zapote, entre otras.
Todos los que sumamos ya tres o más décadas vividas recordarán aquellos postres que mamá nos hacía… esos cascos de toronja, la mermelada de cereza, aquel dulce de melón, la friísima champola de guanábana, la ciruelitas chinas en almíbar, la crema de caimito que se te deshacía en el paladar…¡qué recuerdos!
Como curiosidad, te comento la leyenda sobre cómo este último le dio nombre a un municipio del país, localizado en la actual provincia Artemisa al oeste de la capital. Se dice que en ese territorio había un rancho, conocido como Casa de los Pasajeros de Caimito, que servía de albergue a carretoneros, y que frente a él se erigía un frondoso árbol de dicho fruto. Otros aseguran que la planta servía como punto de referencia al estar ubicaba a la entrada del poblado y que había que pagar peaje al pasar para acceder al pueblo.
En todo caso, ello prueba como los humanos estamos ligados indivisiblemente a la alimentación y así lo demuestra nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, ¡y hasta nuestros asentamientos!
No deberíamos renunciar a las tradiciones culinarias…Si bien es cierto que muchas de estas frutas ya no las vemos en los mercados, también lo es que suele resultar más fácil adquirir una lata de conservas que buscarlas. Sin embargo, ojalá que quien las encuentre no pierda la posibilidad de enseñarles a las nuevas generaciones sus bondades y así poderlas rescatar del desuso y la indiferencia. Para socorrerlos en tal empeño, aquí dejo alguna recetas fáciles de postres con frutas en olvido. ¡Disfrútenlas!
Dulce de canistel en almíbar y miel
El canistel debe estar maduro para poder pelarlo sin dificultad. Una vez pelado se pone en agua con azúcar y ralladura de la cáscara de un limón o naranja.
Para dos tazas de suprema de canistel, debes agregar una taza de azúcar a un litro de agua, además de su pizca de sal y media cucharadita de postre de la cáscara cítrica. Llévalo al fuego medio por espacio de 35 minutos y deja reducir la almíbar hasta el punto deseado.
Crema de caimito
Primero, es necesario que extraigas la pulpa de la fruta. Por cada taza de pulpa, debes añadir una de agua y media de azúcar.
Necesitarás, igualmente, cinco yemas de huevo y la cantidad de maicena que debes medirla con una cuchara de postre. Deberás agregar dos cucharadas.
Cuando tengas todos los ingredientes viértelos, previamente colados, en una cacerola. Prender el fuego a media potencia y revuelve la mezcla constantemente con una cuchara de madera hasta que espese.
Dulce de guanábana
Deberás retirar la cáscara y la semilla del fruto. Para una guanábana grande necesitarás una taza de azúcar, unas gotas de zumo de limón y un punto de sal.
Mezcla los ingredientes en una cacerola y déjalo a fuego medio por espacio de 20 minutos, revolviendo constantemente hasta que adquiera la textura de una natilla. Presérvalo en refrigeración y sírvelo cuando te apetezca. ¡Qué te aproveche!
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