El voleibol nacional de sala cubano no estará en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Los varones naufragaron en el preolímpico de Vancouver, Canadá, donde estuvieron muy cerca de superar a la formación anfitriona e incluirse entre los invitados a la lid nipona. En el caso de las chicas la historia es más larga y merecedora de un análisis más profundo.
A pesar del malestar que provoca no estar en la fiesta de los cinco aros en un deporte que tanta gloria ha tributado a la mayor Isla de las Antillas, hay razones para confiar en el futuro, pues un puñado de nuestros mejores exponentes se hacen sentir en el viejo continente y en Sudamérica, en algunas de las ligas más poderosas de esos circuitos.
En Brasil Miguel Ángel López continúa siendo santo y seña del club Sada Cruzeiro. Sus registros por puntos (ataque, saque y bloqueo) son de los mejores de la contienda. No por gusto ha sido elegido en alguna ocasión como el mejor sobre la cancha.
En Italia, el equipo Cucine Lube Civitanova disfruta del rendimiento de Roberlandy Simón y Marlon Yant. La última feliz huella de los criollos llegó este miércoles, cuando aportaron nueve y siete tantos respectivamente, en el triunfo sobre el Kioene Padova en los cuartos de final de la Copa Italia.
Osniel Mergarejo es otro que se empeña en poner en alto el talento cubano en Europa. En la Liga A de Francia sigue como uno de los referentes del conjunto Chaumont, mientras que Julio César Cárdenas se afana por incrementar sus registros en el Tourcoing. También engrosan la formación del Chaumont Jesús Herrera y Roamy Alonso.
El voleibol nacional de sala ha tenido algún chispazo en los últimos dos años a nivel continental. El más significativo la medalla de plata de los hombres en los Juegos de Lima 2019.
Ojalá que el desarrollo de las figuras que hoy se baten por el mundo nos permita en el próximo ciclo olímpico más y mayores alegrías.