Otra vez el corazón de Dania se estruja en las mañanas. Otra vez despide a su hijo con un beso y un: “¡Cuídate mucho!”. Ella intenta no parecer preocupada y sonríe; él le devuelve el gesto y le espeta: “No te preocupes, vieja, yo me cuido”.
Dania Rivero Ruz es una camagüeyana que reside a unas cuadras de una de las tres manzanas que en el municipio de Camagüey están bajo vigilancia reforzada con limitación de movimiento. Ella tiene 60 años y, al estar este territorio en fase de transmisión autóctona limitada, sabe que debe cuidarse, por eso ni sale de casa. Pero su hijo Milton estudia Medicina y debe hacerlo para pesquisar.
“Yo sé que ellos se cuidan, explica, pero es imposible que no me preocupe. Además, hay muchas personas irresponsables y solo así, visitando casa a casa, se podrán encontrar todos los contagiados con la COVID-19”.
La batalla es en el barrio
Justo enfrente de la vivienda de Dania se halla el consultorio médico de la familia número 6, perteneciente al policlínico Rodolfo Ramírez Esquivel. Allí las mañanas son ruidosas, pues es el punto de reunión de estudiantes de la carrera antes mencionada que, ataviados de guantes, máscaras y nasobucos, contribuyen a pesquisar a la población.
Dayana Álvarez Barreras, quien cursa el quinto año, es una de esas jóvenes. “Yo pesquisé el año pasado, comenta, y pensé que no volveríamos a hacerlo, pero ahora tenemos muchos más casos. Es importante que nos convocaran, lo que hace falta es que las personas entiendan que es para proteger su salud”.
Onilda Losada Álvarez, residente de primer año de Medicina General Integral, es la doctora del consultorio 6. De las mil 96 personas que atiende, nueve actualmente son pacientes positivos activos al nuevo coronavirus y siete ya recibieron el alta. La manzana 9168, en la que residen cuatro positivos, está con limitación de movimiento.
“El primer positivo del área se acercó al consultorio con su familia porque había perdido el olfato y el gusto. Se evaluó y se le indicó ingreso. Así deberían actuar todos, pues hay personas que tienen catarros y se quedan en casa y ahora cualquiera puede estar contagiado. Por eso resulta tan importante la investigación, es allí donde aparecen los enfermos”.
El pesquisaje en los hogares no se detuvo ni en tiempos de normalidad. Claro, en esa etapa no contaban con los estudiantes, solo especialistas que visitaban periódicamente cada vivienda. Pero la responsabilidad es de las personas porque, añade la doctora, “si la población no tiene percepción de riesgo y no cumple las medidas higiénico-sanitarias, aumentan los enfermos”.
Cuestión de responsabilidad
Maricela Pérez Díaz, directora del policlínico Rodolfo Ramírez Esquivel, hace semanas que descansa poco. Entre sus 24 mil 24 pobladores cuenta con un historial de 58 positivos y un área que abarca a más de 130 personas con restricción de movimiento.
En esa zona, señala, se hace la pesquisa diferenciada con termometría y por especialistas de salud. “Si se encuentra a alguien con síntomas, acota, se comunica con el policlínico y se envía a un grupo de respuesta rápida; se clasifica y si es preciso se ingresa.
“Esta oleada de la enfermedad ha sido nuestra prueba de fuego, porque el pasado año solo tuvimos un positivo que nunca llegó al área. Pero esta experiencia nos ha demostrado que con el accionar de los consultorios es que se determinan la mayoría de los casos”.
Con los viajeros el trabajo también es importante. Desde que llegan se les explica el protocolo y la necesidad de que se aíslen, pero como detalla Rydder Fuentes Leyva, funcionario de Control Sanitario Internacional, los informes del arribo de los viajeros vienen por bases de datos de todos los aeropuertos y puertos del país. “Esa información, junto con los resultados del primer PCR, no se reciben con la celeridad deseada, pero no pasan del tercer día”.
Y es en ese tiempo, como apunta Pérez Díaz, que “las personas se impacientan y hacen lo que les da la gana. Y la clave para el control de esta pandemia es la disciplina. Ahora gracias a las organizaciones de masas es más fuerte el trabajo, pero lo cierto es que muchos no tienen percepción del riesgo”.