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Hasta siempre, hermano

Nunca me maginé escribiendo estas líneas, lo hago consternada ante la certeza de la ausencia física de Gustavo Eligio Pérez Bermúdez, quien por más de dos décadas fue dirigente sindical en Villa Clara y secretario general de la CTC en la provincia.

 

 

Duele su partida. Es difícil creerlo, se me hace casi imposible no imaginarlo sonriente, alegre, con un dicharacho a flor de labios, dando apoyo, alentando. Saber que no estará más entre nosotros es inimaginable porque su espíritu de triunfador lo hacían sacar fuerzas de donde no hubiera y salir adelante; eso creí sucedería cuando lo supe enfermo.

Prefiero recordarlo en esta hora convocando a desfilar al pueblo de Villa Clara por la Plaza Che Guevara cada Primero de Mayo. En aquellos desfiles Gustavo era feliz, comprometido, enérgico, movilizador… De aquel entonces guardo sus lecciones de lógica sindical, porque tuvo siempre un sentido común y una inteligencia natural que le venía de su origen humilde y campesino. Su alto sentido de la justicia, lo hacían ser claro, directo y franco. Tuvo por virtud saber escuchar, a la vez podía dar argumentos y razones para apoyar sin miedos cualquier demanda laboral por difícil que esta fuera.

Cada lunes lo primero que hacía, siempre me lo confesó, era leer nuestro periódico, creo que fue uno de nuestros más fieles lectores. En una época buscaba la página 16 donde casi siempre publicaba mis notas, en una ocasión no encontró la que esperaba. Cuando lo veo me dice: “Te fuiste en blanco”. Yo le digo: “Para nada, está en primera”. Aún recuerdo su risa, su alegría e incluso el titular: Un extra por el Che. Desde ese entonces me exhortaba a publicar en la primera página, esa fue su forma de ponerme metas cada día más alta en la divulgación de los resultados de los trabajadores villaclareños y agradezco también la manera en que siempre confió en mis reportes.

Con él aprendí a entender el mundo sindical y laboral cubano, a reconocer a hombres humildes e inmensos que llegaron a ser Héroes del Trabajo de la República de Cuba, a valorar las opiniones de los trabajadores por muy complicadas que estas fueran, me enseñó la valía de los Congresos obreros. Y lo evoco, con su rostro especial rebosante de satisfacción aquel primero de mayo del 2000 cuando juntos escuchamos en la Plaza de la Revolución José Martí decir a Fidel el Concepto de Revolución. Sus ojos se abrían casi hasta lo inimaginable y al final con los interminables aplausos y muy a su forma expresó: “… el Jefe hoy sí que puso la varilla alta”.

Son interminables sus ocurrencias, su humor contagiaba, sus gestos de humanismo son conocidos, su integridad y hombría lo hicieron un ser humano cabal e íntegro, de convicciones profundas y de indeclinable posición de principios, tenía sin duda la sencillez de los grandes.

Antes de ser el secretario general del movimiento obrero en la provincia había recorrido un camino entrañable como dirigente sindical de base y del municipio de Santa Clara. Maestro de profesión, de esos que llegan a ser queridos y admirados, ostentó la Medalla Rafael María de Mendive, el Sello Aniversario 70 de la CTC, la Medalla Jesús Menéndez y la Orden Lázaro Peña de III Grado. Fue además miembro del Buró Provincial del Partido, director provincial de transporte, vicepresidente del Consejo de la Administración y a su deceso Coordinador de Programas y Objetivos del gobierno en Villa Clara.

Se le extrañará por ser necesario, por ser un cubano útil, por estar en el grupo de los imprescindibles. Hasta siempre hermano… Gusta, un abrazo en la eternidad.

Parte a la eternidad hermano.

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