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LA GUAGUA: El tómame o déjame, filosofía a desterrar (+ Video)

Compuesta por Juan Carlos Calderón y popularizada por el grupo musical español formado en 1968 (Mocedades), la canción «Tómame o déjame» tiene como título una corta frase que ha estado muy presente en la vida de los necesitados de un producto o servicio de los tantos deficitarios padecidos durante años.

 

 

Hasta ahora, con demandas que las ofertas no han podido satisfacer, los vendedores, revendedores, especuladores, empleados estatales y no estatales, los legales y los ilegales, han rechazado regatear precios e impedido las críticas o reclamos.

Con una correcta distribución de las riquezas existentes, el ordenamiento crea las condiciones para desterrar la prevaleciente filosofía de lo compras o lo dejas, pero requiere más allá de aceptación popular, de apoyo popular con acciones concretas como ha sucedido con el pan de mala calidad que los clientes prefirieron no comprar.

 

 

«Tómame o déjame» (Mocedades)

Tómame o déjame

Pero no me pidas que te crea más

Cuando llegas tarde a casa

No tienes por qué inventar

Pues tu ropa huele a leña de otro hogar

Tómame o déjame

Si no estoy despierta, déjame soñar

No me beses en la frente

Sabes que te oí llegar

Y tu beso huele a culpabilidad

Tú me admiras porque callo y miro al cielo

Porque no me ves llorar

Y te sientes cada día más pequeño

Y esquivas mi mirada en tu mirar

Tómame o déjame

Ni te espío ni te quito libertad

Pero si dejas el nido

Si me vas a abandonar

Hazlo antes de que empiece a clarear

Tómame o déjame

Y si vuelves trae contigo la verdad

Trae erguida la mirada

Trae contigo mi rival

Si es mejor que yo, podré entonces llorar

 

En Con Filo: Pan a peso y en peso  el colega Francisco Rodríguez Cruz afirma:

Las insatisfacciones y quejas que ha venido planteando la ciudadanía durante estos primeros diez días de enero en relación con la calidad de ese pan nuestro de cada día, tienen ahora un nuevo matiz que no es posible subestimar.

La mala calidad abarca mucho más que al pan, pues está presente lo mismo en la pintura de una pared que en el pésimo trato que recibe una persona cuando ocupa la posición de cliente o usuario, pero Paquito aporta una novedad:

Las propias autoridades gubernamentales ya han informado de varios territorios donde la población rechazó y dejó de adquirir ese producto, en porcentajes no despreciables, por la falta de correlación entre su nuevo precio de un peso y su calidad.

Y añade:

Si en una panadería los clientes empiezan a dejar de comprar el pan, porque con toda razón se rechaza su elaboración chapucera, con la cual muchas veces se han enmascarado los robos y desvíos de las materias primas, no deberían tardar en saltar siempre esos resortes del control popular y de los gobiernos locales, para atajar las causas de la mala calidad.

 

Con toda razón, el Comentario Digital de luis felipe osoria ochoa va más allá del pan:

Por favor, necesitamos que vengan a Santiago de las Vegas para que revisen la calidad de los productos que se ofertan a la población, pues no corresponden con los precios y del pan ni hablar, por favor ¿dónde están los inspectores que visitaron esas panaderías donde encontraron las irregularidades y tomaron medidas necesarias para restaurar el respeto que merece la población? Vengan, los necesitamos, gracias.

 

Dispuesto dice:

Hay tela por dónde cortar en el tema calidad, toda una estructura aparentemente funcionando para garantizar la calidad exquisita de las producciones de cualquier proceso fabril, manufacturado o industrial. Cientos de normas cubanas e internacionales, miles de inspecciones, auditorias, multas y sanciones y nada cambia, la calidad es pésima.

De las tantas causas VAE se refiere concretamente al robo:

Verdad: La materia prima utilizada no es de la de mejor calidad lo sabemos pero hay otras cosas que atentan contra este.

Ejemplo: De una masa que se debe sacar mil panes se sacan mil doscientos por lo que el pan hay que dejarlo semi crudo y con humedad para que no baje el peso, y esto sí es lo que realmente atenta con la calidad de este ¿qué se hará?

Aparte que la grasa está ausente y la levadura: ni qué decir…

 

Lo que dice Dispuesto es reforzado por Zoe:

El tema calidad tiene sus bases en disímiles resortes, uno de ellos, la corrupción, que a la vez dinamita los mecanismos de control y exigencia. No es el precio actual lo que ha hecho que protestemos, es la necesidad imperiosa de exigir nuestros derechos a una tener vida digna y mejor, garantizada en este país nuestro y soberano.

 

Frecuentemente, en un resumen, al final, recogemos en breves líneas las ideas expresadas en los comentarios digitales, pero esta vez, preferimos que sea Olegario quien lo haga con su CD en el cual comienza con el reclamo de adoptar la actitud del contribuyente:

Muy bueno el artículo, creo que va siendo hora ya de pensar como contribuyentes y no como receptores de cosas sin los parámetros y calidades adecuadas.

Cuando usted paga por un producto, aunque sea subsidiado, este debe tener la calidad requerida, pero si además ahora usted está pagando un precio que contempla el valor real de la materia prima y otros gastos inducidos, entonces con más razón la calidad debe estar acorde con lo que pagas.

Igual sucede con servicios públicos a los que estamos acostumbrados a agradecer porque no pagamos o pagamos poco.

Ya no somos el Pichón con la boca abierta, ahora somos los contribuyentes que pagamos, los que aportamos impuestos, gravámenes, etc, etc. Hay que pasar del pensamiento del mantenido al pensamiento del que aporta y paga los salarios de muchos burócratas o malos prestadores de servicios.

 

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En una reunión con trabajadores de la Cooperativa de Ómnibus Aliados en La Habana, el 30 de marzo de 1959, Fidel dijo: «Ustedes saben que uno de los lugares donde más se discute de política, de revolución, de economía y de todo, es en el ómnibus, ¿no? Es como una plaza pública el ómnibus, es como una mesa redonda; un ómnibus es como una mesa redonda permanente, donde todo el que sube opina. (…) a veces pregunto qué se habla en los ómnibus, para enterarme de cómo andan las cosas.»
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