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Celia Sánchez: su presencia en todas partes

“Tú te has convertido en nuestro paño de lágrimas más inmediato y por eso todo el peso recae sobre ti;  te vamos a tener que nombrar Madrina Oficial del Destacamento”, así reflejó Raúl Castro el apoyo decisivo que desde los primeros momentos ofreció Celia Sánchez Manduley a los combatientes de la Sierra Maestra, a los que ella misma se sumó como combatiente.

Desde mucho antes, había aprendido patriotismo, sensibilidad y altruismo, de su padre el doctor Sánchez Silveira, con quien, en el centenario del natalicio de José Martí, ascendió a la cima del Turquino para colocar allí un busto del Apóstol.

Antes de su incorporación al Movimiento 26 de Julio, Celia había acumulado una experiencia en la organización de grupos conspirativos con militantes ortodoxos. Se conoce poco que  llegó a crear un aparato clandestino en Pilón que denominó Movimiento Revolucionario Masó, en recordación del insigne patriota independentista Bartolomé Masó, fallecido en Manzanillo.

No obstante, sus inquietudes revolucionarias hallaron verdadero cauce en el Movimiento 26 de Julio, del que llegó a ocupar su dirección nacional y en el que actuó estrechamente vinculada con Frank País. ”En cuanto a la Sierra, escribió Fidel, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David (pseudónimo de Frank) y Norma (uno de los nombres de guerra de Celia)”.

Tras el asesinato de Frank, el Comandante en Jefe le escribió que por el momento ella tendría que asumir una buena parte del trabajo del caído,  y en una demostración de su confianza en Celia señaló “sé que no te faltarán fuerzas para añadir nuevas obligaciones a las que ya rebasaban el límite de tu resistencia física y mental”.

Después de la victoria, se mantuvo siempre junto a Fidel, desarrollando una labor callada pero crucial en cada una de las esferas en las que le correspondió desenvolverse. Lo sabe Celia, lo sabe Fidel, era el pensamiento de los cubanos de entonces, que apreciaban la identificación de ambos ante los desafíos que reclamaba la construcción de la nueva sociedad.

Su preocupación por conservar cualquier documento relacionado con la historia de la Revolución, desde los tiempos insurreccionales, se concretó en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. Los fondos que allí se atesoran son un imperecedero legado de Celia a las nuevas generaciones.

Fue Secretaria de la Presidencia, y al constituirse el Comité Central del Partido en 1965, integró sus filas hasta su muerte.

Innumerables obras erigidas a lo largo y ancho del país son muestra de su exquisita sensibilidad artística, plena de cubanía, como el Palacio de Convenciones, el Palacio de Pioneros Ernesto Che Guevara, la heladería Coppelia, la comandancia de La Plata y otras muchas.

Entrega, dulzura, su reacción inmediata a los problemas de la vida cotidiana que afectaban al pueblo y a sus preocupaciones; su capacidad de volcar cariño maternal en los niños que lo necesitaban, y a la vez su exigencia y rigor en el cumplimiento de las tareas de la Revolución, conforman una personalidad  inolvidable, en la que se juntaban la fidelidad a la causa a la que entregó su vida, el amor a la naturaleza, el apego a las maneras simples y sencillas de vivir y trabajar, y la alegría.

De ella dijo el Comandante de la Revolución Juan Almeida que fue la expresión más acabada de la mujer de su época.

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