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Cuba recuerda 64 años del crimen «Pascuas Sangrientas»

Cuba recuerda este miércoles los asesinatos de 23 jóvenes revolucionarios durante cuatro días de 1956, uno de los hechos más horrendos de la historia nacional conocido como «Pascuas Sangrientas».

 

Monumento erigido en Holguín, memoria de los mártires de las Pascuas Sangrientas. Foto: Elder Leyva/Juventud Rebelde

Ordenados por el dictador Fulgencio Batista (1952-59), los crímenes ocurrieron como escarmiento tras los actos de apoyo al desembarco del Yate Granma (1956), el cual permitió la llegada a Cuba del líder Fidel Castro y otros combatientes para iniciar la lucha armada en la Sierra Maestra (oriente).

Rafael Orejón, primer mártir de las Pascuas sangrientas. Foto: Tomada de Bohemia

Hasta el 26 de diciembre, el coronel Fermín Cowley, jefe del Regimiento Militar de Holguín, llevó a cabo una serie de asesinatos de ciudadanos que luchaban en la clandestinidad o se oponían a la dictadura militar, la mayoría eran militantes del Movimiento revolucionario 26 de Julio (M26-7) y del Partido Socialista Popular.

De acuerdo con artículos históricos, los cadáveres de campesinos, trabajadores, estudiantes y dirigentes gremiales aparecieron en lugares apartados de la geografía oriental -con muestras evidentes de torturas- para infundir terror en la población e impedir la ayuda a los guerrilleros.

El ejército realizó esta operación bajo el título Regalo de Navidad por considerar ese momento el más propicio para localizar a las víctimas en sus respectivos hogares.

Las acciones comenzaron en la noche del 23 de diciembre con el asesinato del joven Rafael Orejón, quien poco antes entregó a la dirección del M26-7 de Holguín el mensaje sobre la llegada a salvo de Fidel Castro.

Fermín Cowley fue ajusticiado meses después en 1957 por un comando revolucionario como castigo por sus crímenes contra la población, por su parte, Fulgencio Batista huyó del país ante el inminente triunfo de la Revolución y los guerrilleros en 1959.

 

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Pascuas Sangrientas de 1956

Luna fija y redonda de níquel taciturno,
tú, sempiterna cómplice de la novia que espera,
medallón suspendido sobre el pecho nocturno,
¿viste llegar la Muerte con sus ojos de cera?

Luna grande del trópico, que estás entre las cañas,
tú, que de noche vives, Luna, tú que no duermes
y rompes tus espejos en las finas montañas,
¿pudiste oír el grito de los pechos inermes,
ver la corbata ruda de correa o de soga
que los ojos agranda y los cuellos ahoga?

Luna grande del trópico, alta sobre el palmar,
tú que despierta estabas aquella noche triste,
Luna fija y redonda, tú que todo lo viste,
no te puedes callar, ¡no te puedes callar!

Nicolás Guillén

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[box title=»Las Pascuas Sangrientas es una de las páginas más tristes y llenas de terror de la historia de Cuba» box_color=»#bb3c45″ title_color=»#ffffff»]

 

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(Con información de PL)

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