“Los electores venezolanos dan la espalda al chavismo después de 17 años”. Este fue el titular de los medios corporativos internacionales hace cinco años luego de que el chavismo perdiera los comicios parlamentarios. En el trascurso de los cinco años que siguieron, los Estados Unidos y sus aliados, incluida la Unión Europea y el grupo de Lima liderado por Canadá y Colombia, llevaron a cabo una feroz guerra híbrida. A partir de 2019 se sirvieron de Juan Guaidó, hombre de paja impuesto y presidente electo entonces a la Asamblea Nacional. Su propósito era derrocar al gobierno de Maduro y convertir, a toda costa, a Venezuela en un satélite de Estados Unidos y Occidente, como se ha visto en el pasado.
Sin embargo, cinco años después, según un comunicado del Consejo Nacional Electoral (CNE) con fecha 8 de diciembre:
“La alianza conformada por el Gran Polo Patriótico [Chavista] suma hasta el momento 4 millones 276 mil 926 sufragios para 69,43 por ciento; la alianza conformada por Acción Democrática, Copei, Cambiemos, El Cambio y Avanzada Progresista tiene 1 millón 95 mil 170 votos para un 17,72 por ciento; Venezuela Unida, Primero Venezuela y Voluntad Popular Activistas sumaron 259 mil 450 votos para 4,15 por ciento; el Partido Comunista de Venezuela (PCV), totaliza 168 mil 743 sufragios para 2,7 por ciento. Lo cual representa el 30,5 por ciento de los electores inscritos en el padrón electoral para este proceso comicial.
Participación: 30,5 por ciento de los electores inscritos en el padrón electoral para este proceso comicial. De los 277 curules, “de acuerdo con los datos del Consejo Nacional Electoral (CNE), el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV-Chavista) obtuvo 257 diputados entre nominales y lista, mientras que por la oposición Acción Democrática (AD) obtuvo 11 diputados, Avanzada Progresista, 3; El Cambio, 3 diputados; Primero Venezuela, 2 diputados, así como el partido Socialcristiano-Copei y el Partido Comunista de Venezuela, uno cada uno.”
Las fuerzas extremistas asociadas a la incondicional mancuerna Trump-Guaidó no pudieron ganar como hace cinco años, porque boicotearon por completo los comicios a la Asamblea Nacional. Lamentablemente, por motivos obvios: saben que su apoyo a las sanciones estadounidenses y la intervención militar los ha dejado completamente desacreditados. El plan de juego liderado por los EE. UU. para perturbar los comicios les resultó contraproducente, y el hecho de que los comicios se celebraran reforzó al chavismo.
La tasa de participación el 6 de diciembre fue del 30,5 por ciento y a primera vista esto puede parecer representar una derrota, o incluso una refutación del PSUV. De manera que el esfuerzo concertado de los EE. UU. y sus aliados para provocar una importante tasa de abstención de al menos el 80 por ciento no resultó como lo habían previsto. El franco-argentino Marco Teruggi, uno de los periodistas más respetados y constantes que escribe sobre Venezuela, ha proporcionado una evaluación equilibrada:
“Sin embargo, ni la abstención fue de 80 %, ni la que existió fue producto de un llamado de Guaidó y Pompeo, sino resultado de una serie de variables, como, por ejemplo, la situación de dificultades económicas prolongada en el marco de un bloqueo económico que, durante el 2020, tomó dimensiones aún mayores dentro de la “máxima presión” desplegada desde EE. UU.
La variable económica, con su consecuente impacto en descontentos y agotamientos, no fue la única explicación de la tasa de participación. Otra razón puede buscarse en un conflicto político complejo que generó un desgaste sobre la población, donde un sector ya no se siente representado en ninguna de las opciones políticas existentes.”
El analista político argentino Atilio Boron también ofrece un punto de vista equilibrado. Confirma y amplía muchos de los puntos planteados por Marco Teruggi. En primer lugar, considera que
“Los planes de la derecha subversiva y el imperialismo han sido derrotados, en una batalla pírrica…. Entre los factores que incidieron negativamente para que éste no acudiese masivamente a las urnas se cuentan sin duda los efectos de la pandemia. Esta desalienta abandonar el hogar, subirse a un transporte público, formar una cola para votar, estar en cercanía con personas desconocidas, etcétera. Tales factores disuasivos no pueden ser subestimados. Esto, por supuesto, no quita la necesidad de revisar los dispositivos de movilización popular que siempre fueron tan importantes en el chavismo y que dan la impresión de estar necesitados de una urgente puesta a punto.”
Según Leonardo Flores del grupo antibélico internacional Code Pink, “la migración es otro factor que redujo artificialmente la participación. Sólo los ciudadanos que residen actualmente en el país pueden votar en los comicios legislativos, pero la mayoría de los que se han marchado en los últimos años siguen apareciendo en el padrón electoral como si vivieran en Venezuela”.
Además, los informes del 6 de diciembre del sitio web The Grey Zone indican que Guaidó estuvo “llevando a cabo una campaña de miedo al COVID-19 a través de aplicaciones de mensajería y repitiéndole el día entero a los venezolanos que se quedaran en sus casas”. No empero, 6.251 millones de venezolanos acudieron a las urnas, independientemente de por quién votaran, convirtiéndose así en los héroes de este capítulo de la historia de Venezuela.
El 10 de diciembre, el Presidente Maduro afirmó sobre los resultados de los comicios parlamentarios: “Hay muchas cosas que aprender, que revisar, que estudiar, que profundizar”.
Una reconfiguración en la política venezolana
La elección también ha conducido a una reconfiguración de la política venezolana. Los EE. UU. se han disparado a sí mismos en el pie. Ya no hay fuerzas pro-EE. UU. o pro-Guaidó en la Asamblea Nacional. Una de las observadoras electorales estadounidenses en Venezuela, Margaret Flowers de la publicación People’s Dispatch, informa.
“Recién nos reunimos con los candidatos de la Alianza Democrática, los partidos de la oposición en Venezuela que han estado en negociaciones con el gobierno de Maduro y que participan en los comicios de la Asamblea Nacional este año a pesar de la presión de EE. UU. para boicotearlos. Ellos creen en la paz, la democracia y consideran que los venezolanos pueden resolver sus problemas utilizando las instituciones jurídicas.
Uno de los principales mensajes que quieren que transmitamos al pueblo estadounidense es que la oposición de extrema derecha de Juan Guaidó financiada por los EE. UU. carece de apoyo en Venezuela; que esa está esencialmente apoyada por los venezolanos ricos que dejaron el país y que son ellos quienes representan la oposición en el país. Desean que les hagamos saber que quieren diplomacia con el gobierno estadounidense, el fin de la guerra económica y el respeto de su soberanía.
Después de la elección nacional de mañana, la actual Asamblea Nacional ya no existirá. Los miembros de la oposición temen que, a pesar de ello, Washington y sus lacayos en Europa Occidental y América Latina seguirán apoyando al títere estadounidense Juan Guaidó en detrimento del pueblo venezolano”.
Esto fue confirmado justo después de los comicios, cuando el 10 de diciembre: El diputado electo a la Asamblea Nacional (AN) y secretario general nacional del Partido Social Cristiano Copei, Juan Carlos Alvarado, aseguró este jueves que a pesar de no haber conseguido una mayoría de curules en los comicios parlamentarios del 6D están dispuestos a trabajar a partir del próximo 5 de enero con los oficialistas electos.
En otro informe de Caracas del estadounidense Rick Sterling también se ilustra el terreno común forjado entre los chavistas y la oposición elegida:
Tuit
rick sterling@ricksterling99
En una reunión celebrada el 5 de diciembre con miembros de la oposición venezolana, los participantes hicieron hincapié sobre dos problemas enormes: las SANCIONES y la INJERENCIA POLÍTICA. Sus opiniones sobre las consideraciones contra los Estados Unidos y sus títeres coinciden.
Trump y Trudeau erran mientras que Arreaza mantiene la calma
¿Cómo han reaccionado los EE. UU. y Canadá ante todo esto? Más que nada, reflejan agitación. El 6 de diciembre, en el transcurso de los comicios, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, tuiteó:
“El fraude electoral de Venezuela ya se ha cometido. Los resultados anunciados por el ilegítimo régimen de Maduro no reflejarán la voluntad del pueblo venezolano. Lo que hoy ocurre es un fraude y una farsa, no una elección”.
Pocas horas después, el Ministro de Relaciones Exteriores canadiense Champagne twitteó:
“Canadá no reconoce los resultados del proceso comicial del 6 de diciembre en Venezuela porque el proceso no cumplió las condiciones mínimas para un ejercicio libre y justo de la democracia. Las elecciones libres y justas sólo pueden ocurrir cuando los derechos democráticos se respetan plenamente. Seguimos pidiendo una transición democrática pacífica y unos comicios presidenciales libres y justas. Canadá siempre estará al lado del pueblo de Venezuela en su lucha por restaurar la democracia».
El gobierno de Trudeau siempre del mismo sentir y parecer de los Estados Unidos no pudo evitar el ingenio del Ministro de Relaciones Exteriores venezolano Jorge Arreaza:
François-Philippe Champagne (FPC) @FP_Champagne
| Diciembre 6 | Canadá no reconocerá los resultados del proceso comicial del 6 de diciembre de 2020 en #Venezuela. Nosotros apoyamos al pueblo de Venezuela en su lucha por restaurar la democracia.
No cabe duda de que Arreaza se ha convertido en una figura política muy popular en Canadá, en particular desde la conferencia del mes de agosto pasado. Sin embargo, el gobierno de Trudeau no deja de luchar por mantenerse a flote. Un artículo anterior, como preludio a los comicios parlamentarios del 6 de diciembre, indicaba que “mientras que actualmente la posición de Guaidó en Venezuela está en su punto más bajo, el autoproclamado líder interino ha visto igualmente evaporarse gran parte de su apoyo internacional.”
¿Se les está quebrando la coalición Trump-Trudeau- Grupo de Lima?
Veamos. ¿Finalmente, el gobierno de Trudeau ha vuelto a entrar en razón tras los comicios del 6 de diciembre y la reconfiguración del panorama político venezolano? ¿Se ha sustraído al grupo de Lima y a Guaidó? Tal parece. Al igual que Pompeo, el ministro de relaciones exteriores de Trudeau no mencionó al grupo de Lima ni a Guaidó, lo cual es ya una primicia muy reveladora.
No empero, el gobierno de Trudeau intenta desesperadamente resucitar su fallida política de cambio de régimen. La agresiva política de la mancuerna Trump-Trudeau ha fracasado repetidamente y en lugar de unir las fuerzas antichavistas, ha creado una división. Guaidó se encuentra más aislado que nunca y está virtualmente solo, sin mencionar que ya no es miembro electo de ningún organismo gubernamental. Con el solo hecho de haberse presentado a las urnas, el electorado ratificó una Asamblea Nacional que por primera vez se opone al 100 por ciento a la coalición Guaidó-Trump-Trudeau, propensa esta a la interferencia y a las sanciones.
Pero, el 7 de diciembre, el Secretario de Estado saliente, Mike Pompeo, siguió con la misma línea: “El gobierno de los Estados Unidos seguirá reconociendo al Presidente interino Guaidó y a la Asamblea Nacional legítima”. Asimismo, el 7 de diciembre, el gobierno canadiense, al recordar de pronto lo que había olvidado mencionar, emitió una declaración similar a la de Pompeo, solo que ahora en nombre del grupo de Lima, mediante la cual rechaza los resultados de los comicios del 6 de diciembre.
Con todo y todo, al gobierno de Trudeau no parece abochornarle el hecho de que entre los países del grupo de Lima, supuestamente encargados de llevar la democracia a Venezuela, se encuentra el propio Perú, que está atravesando otra crisis política y carece de presidente; Guatemala, donde los manifestantes quemaron el Congreso; Chile, que aplicó una represión violenta contra las personas que exigían la destitución del presidente Piñera de la época de Pinochet, y Colombia, que lleva a cabo regularmente masacres y asesinatos de activistas sociales.
En su aprieto por organizarse, Trudeau y su grupo de Lima, a diferencia de Pompeo, no mencionaron a Guaidó ni a la Asamblea Nacional que queda atrás. ¿Fue un descuido? ¿O refleja esto una división en las filas de la coalición liderada por EE.UU, Trudeau y Duque? ¿La ya despreciada administración Trump fue demasiado lejos al hacer la ridícula afirmación de que la Asamblea Nacional que anteriormente tenía por “Presidente” a Guaidó todavía existe?
Mayor división en el seno de la oposición: “Se acabó, está acabado, fundido, cerrado”
Aparentemente, así es, ya que han aparecido otras fisuras en la oposición.
En una entrevista de la BBC el 6 de diciembre, la ex figura de la oposición y dos veces candidato presidencial contra Chávez y Maduro, Henrique Capriles dijo que la oposición debe continuar por la vía electoral, en lugar de elegir la ruta violenta… “No tengo nada personal contra Guaidó, pero eso se acabó, está acabado, fundido, cerrado, listo.” Sin embargo, Capriles está de acuerdo con las sanciones, lo que lo pone en desacuerdo con los candidatos de la oposición recién elegidos que se oponen a las sanciones. Según un informe de Reuters “la oficina de prensa de Henrique Capriles y el Departamento de Estado no respondieron de inmediato a solicitudes de comentarios. La oficina de comunicaciones de Guaidó no quiso hacer comentarios.”
El 9 de diciembre se citan a otros dos opositores Ramos Allup y Julio Borges: “Ramos Allup y Julio Borges se deslindan de Guaidó, porque el autoproclamado, no ha querido repartir los reales que se ha robado.
Asimismo, el 9 de diciembre la Organización de Estados Americanos (OEA), con sede en Washington DC y controlada por Estados Unidos celebró una reunión virtual. El Proyecto de resolución fue presentado por Brasil y contó con el apoyo de Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Paraguay, Perú, Uruguay y otras naciones hasta sumar 21 votos a favor (tres más de los necesarios para ser aprobado). Sin embargo, los representantes de Argentina, México y Bolivia no votaron a favor.
Más aún, en esa declaración de la OEA, si bien esta organización juró por Guaidó y actuó como su portavoz virtual tiempo atrás, esta vez no se menciona a Guaidó. En cambio, en su declaración la OEA declara: “hacer un llamado urgente para que se garantice la protección y seguridad física de los miembros de la Asamblea Nacional electos democráticamente y se permita el retorno seguro de aquellos miembros de la oposición que se encuentran en el exilio.”
No obstante, esto también opone con arrogancia la OEA a los diputados de la Asamblea Nacional recién elegidos, lo cual también incluye a la mayoría de los partidos de la oposición. Si alguien hubiera querido hacer un relato sobre la división y las puñaladas por la espalda entre algunos de la oposición, esta versión no se podría haber inventado.
Mientras tanto, el canciller venezolano Jorge Arreaza mantiene la calma, pero determinado en el espíritu de la Revolución Bolivariana. Arreaza respondió a la OEA en un tuit:
«¡La OEA está en etapa terminal! Almagro se ha convertido en su sepulturero. Venezuela no cree en la OEA, menos después de lo que la OEA hizo en Bolivia, al sentar las condiciones para un golpe de Estado. ¡La OEA es la nada!».
De manera similar, cuando la Embajada del Reino Unido en Venezuela emitió una declaración rechazando los resultados de los comicios, Arreaza tuiteó: ¿Y? [en el sentido de “y qué con eso”]. Ocúpense de sus propios asuntos.
“Ya es hora de que Canadá tenga una política exterior independiente”
La obvia sumisión, los titubeos e incoherencias del gobierno de Trudeau no han pasado desapercibidos para algunos miembros del Parlamento canadiense, tales como Niki Ashton del Nuevo Partido Demócrata refiriéndose a la postura de Canadá que se niega a reconocer los resultados de los comicios del 6 de diciembre:
Niki Ashton@ nikiashton
Este tuit es una vergüenza.
Ya es hora de que Canadá tenga una política exterior independiente. Ha llegado el momento en que digamos no al imperialismo en América Latina y en todas partes. Llegó el momento de respetar la voluntad de la gente.
Política Exterior CAN
Canadá no reconocerá los resultados del proceso comicial del 6 de diciembre de 2020 en #Venezuela. Nosotros apoyamos al pueblo de Venezuela en su lucha por restaurar la #democracia.
ow.ly/MLhx50CEbeq
Circulan otros ejemplos de charlas en los medios sociales emitidos por diputados y activistas sociales, lo cual representa una importante sección de la opinión pública canadiense. Sin embargo, la cuestión sigue siendo cuándo y cómo puede plantearse esta oposición a Trudeau en el Parlamento y, por tanto, influir en la opinión pública.
La reconfiguración de la Asamblea Nacional de Venezuela es parte de la mayor redefinición geopolítica de América Latina. La victoria del 6 de diciembre llega después de que el golpe de Estado fascista apoyado por los Estados Unidos en Bolivia fuera reemplazado por un gobierno inspirado por el otrora proscrito Evo Morales. En 2021, los comicios están programados para Ecuador, donde el movimiento que respalda a Rafael Correa busca la victoria. En Venezuela, los comicios locales y regionales están programados para 2021. En Brasil, Chile y Colombia, ¿cuánto tiempo pueden aguantar los gobiernos de derecha?
Respecto de todos estos temas, es evidente que el gobierno de Trudeau erra en el lado equivocado de la historia. Su escandaloso comportamiento hacia Venezuela es sólo una parte de su fallida política imperialista. Como fiel aliado de los Estados Unidos, claramente busca la hegemonía norteamericana sobre América Latina y el Caribe. El gobierno de Trudeau no ha aprendido nada después de la humillante derrota en su intento de obtener un escaño en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El gobierno de Trudeau cuenta con la crisis del COVID-19 para amordazar todas las discusiones internas sobre su política exterior. Los medios corporativos canadienses siguen su ejemplo, repitiendo desesperadamente las mentiras sobre Venezuela y cualquier otro Estado del mundo que se encuentre en la mirilla de la política exterior de los Estados Unidos, en lugar de la propia de Canadá. La necesidad de una política exterior canadiense independiente nunca ha sido mayor.
El presente es una adaptación del artículo original publicado en The Canada Files.