Cuando hace seis años comenzaron los contratos de nuestros peloteros en ligas profesionales de béisbol, un colega dominicano me aventuró algo que era habitual en sus predios: “Mírenlos bien, porque luego no los verán más. Aquí no juegan casi ninguno de los que tenemos en Grandes Ligas”.
La realidad cubana es diferente, pensaba entonces, pero poco a poco se acerca a esas palabras. Y tiene lógica en una balanza riesgosa, pero había que cruzarla en pos de levantar la calidad de las figuras más sobresalientes en nuestros clásicos, mejorar sus ingresos personales y también contribuir al financiamiento de la Federación Cubana de Béisbol (FCB).
Este último aspecto no es nada despreciable, pues algunos contratos millonarios de varios peloteros han aportado miles de dólares —recordemos que el 10% del contrato lo paga el club a la FCB sin afectar al jugador— para asegurar pelotas, implementos y demás accesorios que se necesitan en la temporada nacional.
El calendario habitual de nuestras Series Nacionales coincide desde diciembre con las ligas profesionales del Caribe (México, Venezuela y Nicaragua han solicitado hasta hoy algunos nombres, pero pudieran hacerlo en el futuro también Dominicana, Puerto Rico y Panamá), de ahí que entre 10 o 20 peloteros (cifra conservadora) sean blanco de peticiones, las cuales se aprueban por sus respectivas provincias en primera instancia y luego por la comisión nacional.
En el caso de los contratados en Japón las restricciones son un poco más severas, a partir del extenso calendario asiático y el necesario descanso que deben cumplir. No obstante, a Yurisbel Gracial, Alfredo Despaigne, Raidel Martínez, Liván Moinelo y Ariel Martínez los hemos visto defender sus equipos y es entendible que no quieran reforzar otros para preservarse.
La realidad definitiva de los contratos es esa, una de cal y otra de arena. Casi todos son integrantes de nuestros elencos nacionales, en los que no siempre han rendido como se espera; mientras es aplaudible que cada vez más naciones se interesen por nuestros talentos.
No es hora de ver sombras en las ausencias de Lázaro Blanco, Noelvis Entenza, Roel Santos, Yoanni Yera, Bárbaro Arruebarrena o Freddy Asiel Álvarez en este último tercio de la Serie Nacional. Quizás debamos ajustar fechas para la temporada nacional y dejar solo para finales de año la ansiada Liga Cubana. Es tan solo una idea más a las tantas que necesita el béisbol cubano de estos tiempos.