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Nadie es capaz de calcular la fuerza y la decisión que las ideas justas pueden generar en el espíritu del ser humano.

Por Tubal Páez Hernández

“Una hermosa tradición de heroísmo se fue creando en la juventud cubana que nutrió de fuerza, de confianza en sí mismos y espíritu de invencible decisión a los nuevos combatientes. Por eso Cuba ha podido resistir altiva, invicta y heroica las embestidas del imperialismo yanki.” (Fidel, 2 de diciembre de 1976.

 

Han pasado 44 años de la constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 2 de diciembre de 1976, en el Teatro Carlos Marx de La Habana, cuando culminó el proceso de institucionalización del sistema político cubano, que se había iniciado con la aprobación de la primera constitución socialista de Cuba.

La profundización de la democracia socialista, con el pueblo como protagonista principal, implicó la elección de los primeros delegados a los órganos locales y los diputados al órgano supremo del poder del Estado en un año que estuvo marcado por acontecimientos extraordinarios, como el criminal sabotaje en pleno vuelo a un avión civil cubano sobre Barbados, y por la solidaridad internacionalista en Angola para asegurar la independencia del hermano país.

Fidel Castro fue el principal inspirador, promotor, fundador y defensor del Poder Popular. Su participación activa y directa, convirtió las sesiones ordinarias y extraordinarias de la Asamblea Nacional en una gran aula sobre asuntos de política, historia, economía, derecho, cultura y ética, y muy especialmente cuando dedicaba horas “a meditar y a conversar un poco”, a partir de opiniones e ideas expuestas en temas debatidos. Con esa proverbial costumbre de no dejar un asunto en la superficie, nos enseñó a abordar los procesos y acontecimientos desde visiones profundas, a la luz de la experiencia, el conocimiento y la información.

Consecuentes con el juramento firmado en cada legislatura por las diputadas y los diputados en ocasión de asumir tan honroso cargo, todas las leyes y acuerdos en todos estos años fueron aprobados siempre en beneficio de los intereses de la independencia, la soberanía patrias y el bienestar del pueblo cubano, trabajador, abnegado y heroico, protagonista durante varias generaciones de la gran hazaña de la Revolución Cubana.

En correspondencia a las características de su primera legislatura, integrada por 481 diputados, la sesión constitutiva estuvo dirigida por la Mesa de Edad, presidida por Juan Marinello Vidaurreta, el diputado más longevo, y actuando como secretarias Lucía Perdigón Martín y Ramona Curbelo Hernández, las dos diputadas más jóvenes.Cuba

La primera presidencia electa estuvo conformada por Blas Roca Calderío, Raúl Roa García y José Arañaburo García, como presidente, vicepresidente y secretario, respectivamente.

El primer acuerdo adoptado fue que en la sala en que se reuniera la Asamblea Nacional siempre figurara, junto a la enseña nacional y en lugar de honor, la bandera de Carlos Manuel de Céspedes.

En aquella sesión resultaron electos los integrantes del Consejo de Estado, conformado por los diputados Fidel Castro Ruz, presidente, y Raúl Castro Ruz, primer vicepresidente; los cinco vicepresidentes: Juan Almeida Bosque, Ramiro Valdés Menéndez, Guillermo García Frías, Blas Roca Calderío y Carlos Rafael Rodríguez Rodríguez, y otros 23 miembros; Celia Sánchez Manduley fue elegida como Secretaria.

A propuesta del Presidente del Consejo de Estado y Jefe de Gobierno, se aprobó la designación del Consejo de Ministros, el que quedó integrado también por un primer vicepresidente, ocho vicepresidentes, un secretario y 34 ministros, además, se aprobó el nombramiento de nueve presidentes de organismos.

Como en cada nueva legislatura, los diputados aprobaron la integración de las comisiones permanentes de trabajo y de los grupos parlamentarios de amistad.

Las palabras de Fidel en la clausura están cargadas de esa costumbre y estilo propios de resumir de una manera clara los hechos y momentos cumbres del desarrollo de la práctica y el pensamiento revolucionario cubano, expresándose con la sinceridad y modestia de siempre acerca de la etapa de las más profundas transformaciones ocurridas en la historia de Cuba, en las cuales le correspondió la responsabilidad de conducir una nación entera a la conquista de la dignidad, como mandato martiano consignado en las primeras líneas de la Constitución Socialista.

Recién elegido como presidente del Consejo de Estado y del Gobierno, rindió cuenta de su proceder en la etapa previa y definió la significación de la constitución de la Asamblea Nacional como “un avance capaz de enorgullecernos a todos, un ajuste de cuentas con la historia y con nuestras conciencias revolucionarias, el cumplimiento feliz de un deber sagrado que surgió en el Moncada mismo y prueba inequívoca de la fidelidad de nuestra Revolución a los principios”.

Merecen citarse algunos pasajes de lo que dijo el líder dela Revolución en aquel memorable día:

“La máxima escala del pensamiento político se alcanzó cuando algunos hombres tomaron conciencia de que ningún pueblo y ningún hombre, tenían derecho a explotar a otros, y que los frutos del esfuerzo y de la inteligencia de cada ser humano debieran alcanzar a todos los demás; que el hombre, en fin, no tenía por qué ser lobo sino hermano del hombre. Esa es la esencia básica de los postulados del socialismo…”

“En este acto trascendental e histórico, del cual todos somos testigos vivientes, cesa el período de provisionalidad del Gobierno Revolucionario y adopta nuestro Estado socialista formas institucionales definitivas. La Asamblea Nacional se constituye en órgano supremo del Estado y asume las funciones que le asigna la Constitución. Era un deber y es a la vez un gran triunfo de nuestra generación arribar a esta meta.

“Cuando hablo de nuestra generación no me refiero solo a los que iniciamos la lucha en el Moncada, la continuamos en el Granma y la Sierra Maestra, la proseguimos en los días críticos de Girón y en los años duros de noble, abnegada y altiva lucha que vinieron después. En realidad, aquí se reúnen los frutos del esfuerzo de más de una generación, desde la que combatió enérgicamente contra Machado, simbolizada hoy por Juan Marinello, presidente de edad de esta Asamblea, hasta la de nuestra combativa y entusiasta juventud, que representaron las jóvenes de 19 años, obrera una, estudiante la otra, aun no nacidas cuando el desembarco del Granma, que fueron sus secretarias.”

“La generación de los abuelos, de los padres y de los hijos que se enfrentaron resueltamente al imperialismo, la tiranía y la injusticia social, se reúnen en esta magna Asamblea.”

“No existe en nuestra Revolución el oficio de político porque todos somos políticos, desde el pionero hasta el anciano jubilado. Trabajan en el Partido y en el Estado no aquellos que aspiren a un cargo sino a los que los militantes y el pueblo asignen una tarea. En el socialismo los cargos no se aspiran, los ciudadanos no se postulan. Ni las riquezas, ni las relaciones sociales, ni la familia, ni la publicidad o la propaganda, como ocurre en la sociedad burguesa, deciden ni pueden decidir para nada el papel de un hombre en la sociedad.

“Es el mérito, exclusivamente el mérito, la capacidad, la modestia, la entrega total al trabajo, a la Revolución y la causa del pueblo lo que determina la confianza que la sociedad otorga a cualquiera de sus hijos. Un solo pasquín electoral se exhibe en las elecciones: la vida y el expediente del ciudadano. Y a la hora de escoger no son unos pocos sino muchos los que pueden ser acreedores a tal confianza. No todos los hombres y mujeres con méritos en nuestro país están y es imposible que estén en esta Asamblea; pero todos los que están son hombres y mujeres de incuestionable mérito, dignos representantes de todo el pueblo.

“Estos representantes del pueblo no reciben remuneración alguna por su condición de diputados. Tampoco ejercen el cargo sin el control de sus conciudadanos. Su representación es revocable en cualquier instante por los mismos que los eligieron. Ninguno estará por encima de la ley, ni del resto de sus compatriotas. Sus cargos no entrañan privilegios sino deberes y responsabilidades. También en nuestro sistema el gobierno y la administración de justicia dependen directamente de la Asamblea Nacional.

“Hay división de funciones, pero no hay división de poderes. El poder es uno, el del pueblo trabajador, que se ejerce a través de la Asamblea Nacional y de los organismos del Estado que de ella dependen. Nuestra forma de Estado toma en cuenta la experiencia acumulada por otros pueblos que han transitado el camino del socialismo y nuestra propia práctica. Como corresponde a una verdadera concepción revolucionaria aplicamos a nuestras condiciones concretas los principios esenciales del marxismo-leninismo.

“No es que nuestra Revolución adquiera por ello un carácter popular. Nuestro proceso revolucionario fue, desde el principio, profundamente popular y estuvo sólidamente enraizado en las masas. El primer acto soberano del pueblo fue la revolución misma. Nuestra Revolución no nace de un golpe de Estado. Para comenzar no teníamos siquiera un ejército.

“Nuestra Revolución no la impuso nadie desde fuera, ella se forjó en heroica lucha contra la dominación imperialista y las más enconadas y feroces agresiones exteriores; nuestra Revolución surgió en el seno mismo del pueblo, concebida y realizada por hijos humildes del pueblo. Nuestra Revolución nació así de una pequeña semilla que hoy se ha convertido en gigantesco árbol; es sueño secular de ayer transformado en hermosa realidad de hoy, voluntad de pueblo convertida ya en un pedazo irreversible de la historia.

“Mas nuestra Revolución no es fruto exclusivo de nuestras ideas; nuestras ideas mismas son en gran medida hijas del pensamiento revolucionario mundial…”

“Las restricciones en la economía interna no son nunca agradables. Eso lo sabemos. Siempre serán recibidas con mucha mayor satisfacción las mejoras. Pero la fuerza de un pueblo y de una revolución consiste precisamente en su capacidad de comprender y enfrentar las dificultades. A pesar de todo avanzaremos en numerosos campos y lucharemos denodadamente por elevar la eficiencia de la economía, ahorrar recursos, reducir gastos no esenciales, aumentar las exportaciones y crear en cada ciudadano una conciencia económica. Antes dije que todos somos políticos, ahora añado que todos debemos ser también economistas y, repito, economistas, no economicistas, que no es lo mismo una mentalidad de ahorro y eficiencia que una mentalidad de consumo…”

“La Asamblea Nacional aprobará en lo adelante los planes económicos y el presupuesto de la República entre las muchas e importantes funciones que le atribuye la Constitución. No hay que abrigar temor a enfrentarse a las dificultades. Y si la realidad económica internacional y la limitación de nuestros recursos naturales nos imponen planes más modestos, hagámoslo sin vacilación ni desaliento que nuestra divisa es y será siempre hacer el máximo y hacerlo todo por nuestro pueblo. Seamos valientes en el desempeño de nuestros deberes y comportémonos siempre como verdaderos revolucionarios“.

“Ahora nos corresponde a todos adaptar nuestras mentes a los cambios que hemos hecho, trabajar con entusiasmo y confianza en las nuevas condiciones, cumplir estrictamente las normas y luchar incansablemente para que las nuevas instituciones funcionen de modo óptimo.

“Hoy se cumplen 20 años del desembarco del Granma. Con el decursar del tiempo el yate Granma nos parece a todos cada vez más pequeño y el trayecto de 1 500 millas recorrido, desde Tuxpan hasta Las Coloradas, infinitamente mayor. A nosotros nos parecía entonces un vehículo maravilloso para trasladar nuestros 82 combatientes y el mar tempestuoso un camino hermoso por donde se regresaba feliz a la patria a cumplir una promesa. Nadie es capaz de calcular la fuerza y la decisión que las ideas justas pueden generar en el espíritu del ser humano. Hechos similares se repitieron después en muchas formas.

“Un ejército victorioso fue reconstruido a partir de siete fusiles empuñados por los hambrientos y agotados restos de aquella expedición; con un puñado de hombres Raúl y Almeida abrieron el Segundo y Tercer Frente; 300 combatientes derrotaron una ofensiva de 10 000 soldados en la Sierra Maestra; Che y Camilo con 140 y 90 aguerridos veteranos invadieron Las Villas en épica marcha frente a la tenaz persecución de miles de soldados enemigos.

“Es aquel mismo espíritu del Granma lo que alentó a nuestros hombres casi 20 años después a cruzar 10 000 kilómetros sobre el Atlántico, en aviones que tenían más de 20 años, para apoyar a nuestros hermanos angolanos, y los que por mar recorrieron la misma distancia en viaje de hasta 20 días en barcos mercantes que llevaban encima tres veces más personal del que se habría calculado en cualquier operación logística.

“Solo unos pocos sobrevivieron al Moncada y al Granma y en nuestras Fuerzas Armadas se cuentan ya con los dedos de la mano los que participaron en aquellos hechos, pero jóvenes obreros, campesinos y estudiantes llenaban el vacío que la muerte abría en nuestras filas. Todo un pueblo se enroló en la causa de la Revolución y nuestra fuerza se multiplicó desde entonces infinitamente. Fue la idea, la convicción de defender una causa justa lo que obró este milagro. Una hermosa tradición de heroísmo se fue creando en la juventud cubana que nutrió de fuerza, de confianza en sí mismos y espíritu de invencible decisión a los nuevos combatientes. Por eso Cuba ha podido resistir altiva, invicta y heroica las embestidas del imperialismo yanki.”

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