Hasta la tumba que guarda los restos de Mariana Grajales Cuello, en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia, llegó una representación del pueblo de la ciudad de Santiago de Cuba para rendirle honores a esa mujer excepcional en ocasión de cumplirse este viernes 27 el aniversario 127 de su muerte.
Flores frescas se colocaron en el sitio de reposo eterno de quien está reconocida como Madre de la Patria, justa distinción para una matrona que supo forjar una pléyade de patriotas y además, tejer su propia historia durante la guerra de independencia de Cuba contra el colonialismo español.
Mariana nació en Santiago de Cuba, el 12 de julio de 1815 y murió en Jamaica el 27 de noviembre de 1893, luego de una vida colmada de laboriosidad, honradez, sinceridad, perseverancia y arrojo, valores que supo inculcarles a sus 14 hijos.
Ella cumple el mandato de la patria y en la manigua, en plena guerra independentista, se convierte en abastecedora de alimentos, en enfermera de los heridos.
Mariana forja todo un ideal de patriotismo y lo concreta desde su propia acción y desde las enseñanzas a sus seres más queridos.
Recordemos que cuando los suyos salieron de casa para sumarse a las huestes mambisas ella los detuvo y los conminó a hincarse de rodillas frente al Cristo crucificado haciéndoles jurar liberar a Cuba o morir en el empeño.
No en vano José Martí, en dos ocasiones en el periódico Patria, le dedicó a Mariana de las más sentidas líneas que se escribieran sobre ella, definiéndola de manera sentenciosa cuando la llamó: Madre.
Así está hoy ella, raíz, esencia, ejemplo de mujer, encumbrada en el altar mayor que le rinde honores a los que se entregaron a la patria, a los que nunca serán olvidados.
Así está hoy Mariana Grajales Cuello, en la memoria de Cuba y en la de los cubanos.
Acerca del autor
Periodista cubana. Máster en Ciencias de la Comunicación. Profesora Auxiliar de la Universidad de Oriente. Guionista de radio y televisión.