Quizás como pocas veces en los últimos cuatro años, Fidel volvió al camino, anduvo entre montañas, balas, yerba húmeda, y rebeldes; solo que éstos no tenían barbas ni pelos crecidos, ni llevaban collares de semillas de higueretas colgadas del cuello.
Teté Puebla (Delsa Esther Puebla Viltre) los llevó por los caminos junto a Fidel, a los difíciles combates del año 1957, a la unificación entre rebeldes y campesinos, y hasta la temprana emancipación de la mujer.
“No todos los jefes aceptaban a las mujeres en la guerra, pero Fidel me dijo: `te quedas y combates con nosotros`”, desde entonces si había un platanito o un huevo, era para mí dada su solicitud, contó Teté ante un teatro ocupado por jóvenes, que minutos después iban a recibir el reconocimiento de la CTC, por su entrega, fidelidad y consagración en los actuales “combates” contra la COVID-19, o en sectores claves de la economía y los servicios. En cada provincia, 62 jóvenes recibirían igual estímulo por méritos similares.
Delsa Esther, una muchacha de Yara, actual provincia de Granma, se incorporó a la lucha en la Sierra Maestra a los 16 años, aunque declaró a Fidel que tenía uno más por temor a no ser aceptada en condiciones tan difíciles.
Contó que Sánchez Mosquera, uno de los sicarios de Batista, subía con frecuencia a la sierra, y mataban a muchos campesinos y luego decían que eran rebeldes.
“Fidel y Celia se ocuparon de los campesinos y de nosotras; al paso del año 57, ya los campesinos y rebeldes éramos la misma cosa. El Comandante le dijo a los campesinos que no tuvieran miedo, que íbamos a triunfar, y triunfamos”.
Teté recordó los cruentos combates del año 57; habló del ataque al Jigüe, que duró diez días, cuando tuvieron 253 prisioneros, de quienes procedían las armas que luego ellos empleaban en la guerra.
Estremecidos, muchos de los jóvenes y se lo escuché a varias muchachas, escucharon la leyenda que protagonizó Teté cuando por aquellos tiempos, Fidel la mandó a entrevistarse con el enemigo para pedir una tregua. Otros jefes no estaban de acuerdo, pero dice Teté que ella insistió; el Che le preparó la fachada y escribió el texto que debía entregar a los batistianos.
Salió a las 6 de la mañana, debía regresar a la 1,30 pm con Fidel, pero a esa hora fue que llegó a Vegas de Jibacoa, donde estaban esperándola.
“Regresé al otro día, la tropa me estaba esperando al pie de la Maestra; pensaban lo peor, que me habían matado, y al verme me cargaron; era como la aceptación ya a nuestra presencia”.
La tregua fue aceptada, y en el encuentro de los rebeldes con los guardias, se juntaron muchas que eran familia: hermanos, primos, tíos…
Luego, Teté narró la creación del pelotón de Las Marianas, integradas por 13 combatientes a las que se fueron sumando otras muchachas.
“Fidel nos enseñó a tirar, y nos dijo: `van a ser mi guardia personal`”.
“Las mujeres le debemos todo lo que somos a Fidel. Era del criterio de que cuando los guardias vieran combatir a la mujeres se iban a desmoralizar».
“Estuve con el Comandante en Jefe hasta que murió”, afirmó.
Recordó el día que las avionetas tiraron juguetes a los niños de la Sierra, allá por el Caney de las Mercedes.
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Finalmente, en el lobby de la CTC, los presentes visitaron una exposición fotográfica, que recuerda 64 momentos de Fidel en la sede nacional de esta organización. Carmen Rosa López, segunda secretaria de la CTC Nacional, les aseguró a Fidel, a Teté y a César Alba, otro de los “jóvenes” rebeldes que estaba junto a la Mariana, que “ni los jóvenes ni los trabajadores los defraudaremos”.