La cebolla es uno de los condimentos más demandados en la cocina, a pesar del efecto que provoca en los ojos de quienes la manipulan. Los altos precios que tiene hoy, la hacen inaccesible a muchos bolsillos, por lo que la mayoría de los cubanos están preocupados por cuánto aumentará luego de las afectaciones que le provocó Eta.
Esas lágrimas que provoca la cebolla, son insignificantes al lado de las de sus productores, que han visto como en pocas horas, los torrenciales aguaceros sacaron de la tierra gran parte de los bulbos que crecían vigorosos en sus fincas.
Hasta la propia cebolla está llorando. Basta coger una plantita de las muchas que hay en Banao, tocarla y observar cómo se va estirando y deshaciendo en forma de esponja o estambre blanco, hasta lograr separar el bulbo de las hojas.
Los productores otean el cielo siguiendo el rumbo de las nubes, y rogando que no llueva, que el oreo dure unos cuantos días, para que con los tratamientos fitosanitarios que les están haciendo, puedan recuperar las plantaciones, sin renunciar a una sola hectárea, como plantea Gustavo Rodríguez, ministro de la Agricultura.
En la finca La Virtud
David Ricardo Pérez Luna, usufructuario de la finca La Virtud, de Banao, asegura que a la cebolla “la estamos trabajando bien, para ayudar al país y evitar las importaciones de productos para el turismo”, lo que hace además a los cultivos de pimiento, tomate, otras hortalizas y frijoles.
“De todos, la cebolla es el más afectado”, y asegura que los animales vacunos que ceba para vender a la industria con destino al turismo no sufrieron daños. David traslada sus productos en el camión de la cooperativa de créditos y servicios Ramón Pando Ferrer, y los vende directamente en los Cayos de Santa María, al norte de Villa Clara, donde tienen una gran aceptación, confesó.
También vende productos a la cooperativa, que se comercializan a través de la Empresa de Frutas Selectas. El pago de los últimos módulos lo efectuaron en Cuc, pero ya David Ricardo tiene su cuenta en moneda libremente convertible, y hace trámites para entrar en el grupo de productores que vende en esa moneda.
En La Virtud, una finca de 8 hectáreas y otras 13,42 que dedican a la ganadería, crecen los frutales en las cercas y a orillas de los sembrados, cuyas frutas también encuentran mercado en el sector del turismo. Allá arriba, en el lomerío donde se asienta la finca, es imposible que entren los tractores u otros vehículos a causa de roturas por las intensas lluvias, pero los insumos los suben a caballo y con ellos bajan los productos cosechados.
Guapeando, como él mismo asegura, David se ha calificado como agricultor: leo mucho, todo lo que me llega sobre el tema, busco en las redes sociales, pregunto a los más calificados y consulto con los especialistas, lo que confirma Juan Carlos Anzardo, es: “un campesino que domina la tecnología de la información y se capacita por ahí, siempre que tiene un problema me pregunta cómo resolverlo, y le doy orientaciones técnicas».
Si el tiempo mejora
Alicaído y acongojado estaba Edel Treto Hernández, a escasas 48 horas de las lluvias provocadas Eta, observando cómo la mayoría de los bulbos de cebolla estaban fuera de la tierra. En ese momento él consideraba una pérdida de alrededor del 30 %, en las cerca de 26 hectáreas que tiene sembradas de esa especie.
Para Edel, aunque sea triste, no es una situación nueva ni una sensación desconocida, pues en el cuarto de siglo que la lleva cultivando en la Meca de la Cebolla, ha sufrido por los estragos de otros fenómenos meteorológicos.
“Desde que salí del servicio militar me incorporé al trabajo agrícola y algunas veces esos incidentes han provocado más daños. Si el clima cambiara creo que se pueda salvar una gran parte.
“Tengo un plan de producir 7 mil quintales de cebolla blanca, que le vendo a Frutas Selectas y Acopio, y esas entidades la comercializan. A mí la empresa me atiende bastante bien, con los recursos que tiene y la asesoría, sobre todo para la sanidad vegetal.
“Todo ese fungicida que estamos regando ahora para matar los hongos que proliferan a causa de la humedad y la pudrición, llegó a través de la CCS El Granma, a la cual pertenezco y proviene de la Empresa Agropecuaria Banao; en todos los casos es así».
Empinados sobre los ondulados suelos de la finca, donde la lluvia drena con facilidad, varios hombres con mochilas al hombro, esparcen el fungicida sobre la tierra, y es según Anzardo, la solución técnica que requieren los cultivos de hortalizas.
El recalmón, como dicen los guajiros, las atenciones culturales a tiempo y la sapiencia de los agricultores, enjugarán el llanto de la cebolla para que Banao se levante, como la Meca que es.
Ahora resulta que el único responsable de no tener cebolla en la cocina de mi hogar soy yo por no cultivarlas en un huerto familiar.
Si no ofende la aberración sobre un tema tan serio, útil el del cultivo de condimentos tan demandado en la cocina, lloremos todos juntos con la cebolla; ante las adversidades del tiempo, al prepararla en la cocina, cuando la compras y a «moc… tendido» si piensas añadir una gota de limón criollo para sazonar algunos alimentos. La mejor y mas recomendable receta para evitar tanta lágrima: siembrate cebollinos en algunas macetas en la ventana o dentro de tu cocina que te permita ir saborizando alimentos hasta tanto la cebolla y su amigo el ajo dejen de derramar lágrimas cada vez que escuchemos al pregonero. También es recomendable no mezclar el cebollino con «el liquido de freno» con sabor a limón que a veces te ofrecen por ahí como resultado del proceso fabril y hasta importado.
Gracias.