Diana Rosa Suárez ha sido, desde su debut, uno de los rostros más bellos y populares de la televisión, el cine y la radio nacionales. Recientemente recibió el Premio Nacional de la Televisión Cubana junto a otras seis destacadas figuras de este medio que el 24 de octubre celebró su aniversario 70.
Diana Rosa recuerda que, tras concluir sus estudios de actuación, comenzó a hacer teatro en las salas Idal y Arlequín. “Luego Enrique Almirante me avisó de una convocatoria para La Novela de las Diez. Buscaban a una muchacha que tuviera parecido con Odalys Fuentes para el personaje de Adela, en Cecilia Valdés. Era la primera vez que me paraba delante de una cámara de televisión”.
Aunque su versatilidad e histrionismo artísticos han sido probados en todos los medios, afirma que sus mejores recuerdos los guarda de su entrega a la televisión, “donde me di a conocer y he tenido la posibilidad de llegar a todos los hogares cubanos. Por supuesto, no dejo de reconocer las agradables influencias que el cine y el teatro han dejado en mi carrera; sobre todo en este último que es la base más importante para la formación de cualquier actor”.
En tal sentido aseveró que “la televisión en vivo era un estado de nervios, creaba una enorme tensión ya que durante las transmisiones pasaba de todo, y lo peor era que se te olvidara una parte del texto, y entonces tu compañero ayudaba. Crecí mucho como artista en las aventuras. En el cine el director escoge la mejor toma, pero la televisión siempre es un reto, recuerdo que hubo una época en que a los actores nos tomaban la presión arterial antes y después de la filmación. En el dramatizado Las tres hermanas, de Anton Chéjov, estuve una hora llorando y eso me afectó bastante emocionalmente. Prefiero el drama, me da más posibilidades histriónicas, aunque se me dan los personajes cómicos, hice San Nicolás del Peladero, Casos y cosas de casa y la Comedia del Domingo, entre otros”.
Con evidente emoción, manifiesta que se siente “afortunada, pues hice desde Un tranvía llamado deseo, Elena de Troya, El zorro y El jaguar, hasta El año que viene, del inolvidable maestro Héctor Quintero, y agradezco haber asumido todos mis personajes, tanto los menores como los más complicados, pues todos me dejaron alguna enseñanza. Guardo con profundo cariño el de Leonor Villarreal, en El zorro, que me dio enorme popularidad”.
Acreedora de otros reconocimientos, como la medalla Majadahonda, “la cual me gané por mi labor como actriz internacionalista en Etiopía y Angola con el Conjunto Artístico de las FAR”; además de la distinción Armando Mestre, que otorga el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción, y la Réplica del Machete del General Antonio Maceo.
También protagonizó otros programas dirigidos a la infancia; así como Teatro ICR, la telenovela Horizontes, Tele Fiesta, Mansión Mayeya y Cuento Universal. “En 1982 incursioné en espectáculos musicales como presentadora en el Festival Benny Moré, y en Dos Gardenias, en este desempeño llevo muchos años. Además soy promotora de jóvenes talentos en mi peña del Delirio Habanero del Teatro Nacional”, expresa Diana Rosa.
Sobre su incursión en el esperado espacio humorístico Alegrías de sobremesa, de Radio Progreso, reconoce a Alberto Luberta, su creador, “como un mago, un genio, preciso, suspicaz, no se le escapaba ningún detalle, te armaba y dominaba el personaje. Hay algo de mí en la Leonor de Alegrías… De ese programa recuerdo a excelentes actores, entre ellos a Carlos Moctezuma, Aurora Basnuevo, Mario Limonta, Marta Jiménez, Armando Soler, José Antonio Rivero, Antonio Ñico Hernández, Pipo de Armas. Fueron muchos. Allí consolidé mi carrera”.
¿Qué consejo le daría a los jóvenes actores?
Lo principal, independientemente de tener talento, pues sin él es imposible emprender este camino del arte, es la disciplina, aprenderse bien los textos, respetar los horarios de los demás, ser consecuentes, y tener una buena dicción, eso lo da la radio, yo les recomiendo incursionar en este poderoso medio.