El venidero proceso de ordenamiento monetario y cambiario en Cuba, que implica un nuevo tipo de cambio, eliminación de subsidios excesivos y gratuidades indebidas, y una modificación en la distribución de los ingresos ha provocado diversas reacciones en la población.
Cuando el vice primer ministro, Alejandro Gil Fernández, y el jefe de la Comisión de Implementación de los Lineamientos, Marino Murillo Jorge, comparecieron en la Mesa Redonda para aclarar dudas e inquietudes, surgieron denuncias vinculadas con la subida de los precios de varios productos y servicios antes de la Tarea Ordenamiento.
En esa ocasión Murillo explicó que en el caso de los trabajadores por cuenta propia “se va a producir un incremento en los precios de los servicios de los cuentapropistas, porque la tendencia de las personas es que ‘si me subieron los costos, voy a subir los precios para que mis márgenes de ganancias no se afecten’. Habría que ver si el mercado les permite que los precios crezcan de manera indiscriminada. Nosotros hemos calculado un incremento de los precios de los Trabajadores por Cuenta Propio (TCP) y es importante decir que se está revisando la carga tributaria con la que operan hoy los trabajadores por cuenta propia”.
Pero este incremento al que se refiere Murillo será cuando ocurra el proceso de ordenamiento monetario y cambiario. El problema radica en que ya los precios en varios sectores están disparados. Muchos de los que han aumentado el valor de sus servicios o productos alegan que son los nuevos precios pos-COVID, de esta forma intentan justificarse detrás de la situación epidemiológica.
El tomate, la cebolla y el ají: ¿Con esos precios no hay quien pueda?
Los productos agrícolas son blanco de la especulación y la reventa. En La Habana, por ejemplo, el Consejo de la Administración Provincial acordó establecer precios máximos de venta de productos agropecuarios que comercializan los TCP, a los mercados de oferta y demanda y los carretilleros.
De igual forma se evaluaría bimensualmente los precios vigentes y en correspondencia con la estacionalidad y época de cosecha de los productos se fijarían los mismos. Estas medidas en sus inicios mantuvieron a raya el valor de los productos agrícolas, pero la COVID-19 y el venidero proceso de ordenamiento monetario y cambiario han vuelto patas arriba los precios.
“El carretillero de mi barrio vende un aguacate en 20 pesos, una minúscula cabeza de ajo en 3 pesos y una libra de boniato, en 8 pesos, aunque el precio topado es 4 pesos y, por supuesto, sin hacerle ningún beneficio, cubierto de fango y comido por insectos”. Esta es la situación de Eduardo, pero no es el único que denuncia los altos precios en los que se comercializan los productos agrícolas.
Lázaro Álvarez confiesa ser hijo de campesinos, por esta razón conoce lo que significa el esfuerzo de sembrar la tierra. Considera que aunque el Estado tope los precios de los productos agrícolas y por mucho que aumenten los salarios no alcanza para la compra de productos necesarios. “Una libra de tomates puede llegar a costar 50 CUP”, dice.
Para Yemirka Napoles el principal problema radica en el abastecimiento. “Los agros particulares tienen productos, pero a muy altos precios; sin embargo los agros estatales no tienen nada para ofertar. Un trabajador estatal no puede mantenerse como están hoy los precios con un salario”, sentenció.
Desde Camagüey nos escribe Juan, este usuario dice que antes de la implementación de la tarea ordenamiento el pan en las panaderías clandestinas de su provincia ya está a 10 CUP. “La libra de carne de cerdo a 70 CUP, el café 110 cup la libra y la malanga 25 CUP, el cartón de huevo en el llamado mercado negro está a 150 CUP. Cada día proliferan más los vendedores clandestinos”, afirmó.
Resulta necesario destacar que los mercados gestionados por Trabajadores por Cuenta Propia que le han incorporado un componente de servicios a sus establecimientos, le dan valor agregado, benefician, procesan y empaquetan los productos agrícolas, se establece hasta un 40 % por encima del precio aprobado para los productos agrícolas que comercializan el resto de las formas de gestión.
La subida ha llegado a número desorbitantes: un vasito de ají a 20 CUP, un ramo de cebollino a 15 CUP, sin hablar de las ristras y patas de ajo y cebolla que cada vez cuestan más y hasta en CUC. ¿Conciben ustedes un aguacate a 25 CUP? ¿Se podrá comprar el boniato y el aguacate en un agromercado estatal con precios topados, antes de que se los lleve el carretillero?
Son estas algunas de las interrogantes que quedan pendientes. Para muchos la respuesta es bastante simple, se le ha perdido el respeto al dinero ajeno.
Pagar el doble por el mismo servicio
“Mi barbero, el mismo desde hace años, cobrara por el pelado 25 CUP. Era un arreglo sencillo que solo le llevaba 10 min. De una día para el otro, subió el precio del servicio y ahora cobra el doble por hacer lo mismo”
Esta es la historia de uno de nuestros usuarios en Cubadebate. Muchos servicios han aumentado de manera considerable los precios, pero esta subida no corresponde a una mejora en la actividad que se le oferta al cliente.
“La semana pasada, el cuentapropista que cuida las bicicletas en el agromercado de Tulipán duplicó el precio, por el mismo servicio, porque “van a subir los salarios”, y eso que ni siquiera se había anunciado la medida. En la ponchera reparar el ponche de una rueda de un auto cuesta 50 CUP, y entre 10 y 15 el de la bicicleta”, comenta Eduardo.
Carlos otro de nuestros usuarios nos habla de los altos precios que imponen los albañiles a la hora de cobrar por un trabajo. “Lo cierto es que el albañil más malo pide tanto o más dinero, como si fuera un ingeniero o un arquitecto”
En los bares y restaurantes, se exhiben precios exorbitantes. Productos de alta de manda como los refrescos y las cervezas, han duplicado y hasta triplicado el valor.
Para Miguel Verdecia la única forma de regular los precios y la inflación en el país se resume en una palabra, producir. La pregunta entonces sería; qué valor agregado están teniendo estos servicios o en qué han mejorado para cobrar un precio mayor por la misma actividad.
¿Quién le pone un freno?
En la estrategia económica social para el impulso de la economía y el enfrentamiento a la crisis mundial provocada por la COVID-19, el Ministerio de Finanzas y Precios determinó en lo referido a los precios establecer de manera gradual una política única, inclusiva y en igualdad de condiciones para todos los sujetos de la economía, que incluye tanto al sector estatal, como no estatal.
Se planteó también la flexibilización gradualmente de los actuales niveles de descentralización en las aprobaciones de precios, así como rediseñar y perfeccionar los mecanismos de control e inspección de precios, de manera que se potencie el control popular, que integre el monitoreo de los precios, su regulación y enfrentamiento sistemático a las violaciones, en especial los precios abusivos y especulativos, derivados en no pocos casos de actividades económicas ilícitas.
Las denuncias por parte de la población sobre la elevación injustificada de algunos precios, debe ir acompañada por respuesta rápidas de la autoridades competentes, para garantizar que no se lastime el bolsillo de los cubanos. (Tomado de Cubadebate)
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