“Yo empecé aquí el 9 de agosto de 1980, vivo en La Guabina (a 10 kilómetros), y a pesar de las dificultades y los problemas con el transporte, siempre llego a las seis y media de la mañana, es que a mí todo el mundo me conoce en esa carretera y me recogen”.
Quizás los primeros que la trasladaban lo hacían encandilados por sus hermosos ojos verdes, que con 18 años debieron ser fulgurantes, pues con 58 conservan un brillo que denota la energía de esta mujer. No cesa de moverse, hay prendidos dos fogones de leña con enormes ollas en ebullición; ese día contenían guayabas, aunque pueden ser boniatos, yucas, fruta bomba o cualquier otro alimento en cocción para las elaboraciones del centro perteneciente a la Empresa Municipal de Gastronomía Pinar del Río.
No es un sitio acogedor. Hay humo y calor. Son condiciones difíciles de tolerar por ocho horas diarias, pero María Caraballo no se queja, y asegura que estará allí el tiempo que sea necesario. Ese espíritu predomina en el colectivo, se saben esenciales en el propósito de garantizar alimentos a las personas en cuarentena o bajo restricción de movimiento en varios sitios de la ciudad capital pinareña, para evitar el incremento de las cadenas de contagio con la COVID-19.
Caridad González, administradora del centro de elaboración, explica que producen dulces, croquetas, empanadillas, hamburguesas, y que surten igualmente a las instituciones donde hay pacientes ingresados o bajo vigilancia, además de las ventas liberadas controladas a la población. Confeccionan módulos, los envasan en jabas desechables y disminuyen la manipulación de las provisiones hasta que llegan a los consumidores.
No son los únicos destinados a la faena. La cafetería El Jazmín, enclavada en la demarcación del Consejo Popular Ceferino Fernández y perteneciente a la misma entidad, presta el servicio de venta de comida elaborada para la zona del reparto Raúl Sánchez, también en cuarentena.
Ariel Torres, administrador de la unidad, refiere que entregan el menú el día antes a los mensajeros, quienes recogen los pedidos. A partir de entonces se ejecuta la elaboración, acción en la que no han presentado dificultades para dar respuesta a toda la demanda. No obstante, si fuera preciso, la cafetería La Pelota y el restaurante La Taberna apoyarían.
Stephanie Puentes solo lleva cuatro meses laborando en El Jazmín, pero su poca experiencia nadie la notaría, mucho menos al verla manejar con cuidado cada envío. Lleva nasobuco, máscara facial y guantes, y entrega los paquetes a Julio Martínez, mensajero del edificio 28, quien atiende 30 apartamentos. Son varias distribuciones al día, en dependencia de lo que manden las diferentes entidades que contribuyen a satisfacer las necesidades de los vecinos.
Cada quien cumple con lo que le corresponde, unos quedándose en casa, otros permitiéndoles que sea posible, no importa la posición a defender; en Pinar del Río, todos unidos, damos batalla a la COVID-19.