Durante los últimos días no son pocas las personas que plantean sus inquietudes sobre cierta escalada notable en los precios de productos y servicios que ofrece el sector no estatal, como si al parecer ya estuvieran en vigor las medidas del ordenamiento monetario que debe venir en fecha próxima, pero que todavía no han sucedido.
Luego de la reactivación de muchos negocios particulares con el paso de numerosos territorios a la nueva normalidad o fase de recuperación de la Covid-19 más avanzada, los precios retornaron con aumentos considerables, los cuales se atribuyen a una mayor dificultad para conseguir los insumos, así como a las condiciones diferentes en que se desenvuelve la economía.
No debemos olvidar, sin embargo, las políticas que se plantearon luego del aumento salarial en el sector presupuestado, cuando los organismos estatales de control asumieron la responsabilidad de tratar de evitar a toda costa un incremento injustificado de los precios de cara a la población.
Posiblemente la mayoría conoce ejemplos de casos concretos de productos y servicios que de forma progresiva han ido elevando sus precios, al principio de peso en peso, pero ya a estas alturas los saltos son de cinco en cinco, y cuidado.
Esto sin dudas, es resultado de una situación objetiva de desabastecimiento, junto con otros factores que podrían estar influyendo, donde no hay que descartar tampoco el efecto por el enfrentamiento a las ilegalidades, que ha cortado suministros ilegítimos a parte de esos emprendimientos privados.
De cualquier manera, es una situación que debe tener un seguimiento estricto por las autoridades financieras y de control, porque una subida excesiva de precios en medio de la preparación de un proceso tan complejo como el ordenamiento monetario, podría tener un impacto negativo en la eficacia de las transformaciones que están por venir.
Hay que retomar quizás aquella movilización de la opinión pública y de los mecanismos de control popular, para tratar de contener esta peligrosa tendencia, que ya llega hasta a hacer exclamar a no pocas personas que parecería, por lo que nos están cobrando a veces, que ya se unificó la moneda y la tasa de cambio, y se incrementaron los salarios y pensiones.
Las medidas de protección social que las entidades estatales han desplegado durante todos estos meses de enfrentamiento al nuevo coronavirus tienen que mantenerse en este tránsito previo al ordenamiento monetario anunciado, para así servir de contención también frente a quienes ya empiezan a querer especular con la situación existente.
Nada ha cambiado todavía en materia de precios mayoristas ni de salarios, por lo cual es preciso reactivar la exigencia para que no haya subidas descontroladas y anticipadas de los precios, sin justificación. Viene el ordenamiento, sí, pero hasta que llegue, tampoco puede haber desorden.
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