Por Julio Miguel Migueles Vázquez, Provincia de Cienfuegos
Al principio me costó un poco imaginar que aquella persona de lentes oscuros y apellido famoso con la cual compartí algunos años lejos de la patria y con la que llegué a tener magníficas relaciones personales, era una de mis escritoras favoritas sobre temas deportivos y también una esgrimista de élite en sus tiempos mozos.
Todo comenzó tras ir a cumplir misión internacionalista a la bella ciudad de Maracaibo, capital del estado de Zulia, Venezuela, cuando nos escogieron para participar en un taller de homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz por su cumpleaños denominado “80 años contigo Fidel”, en el cual ella formaba parte del jurado en compañía de sus colegas Juan Velázquez, José Francisco Reinoso, Manuel Ortiz y otras destacadas figuras.
Entre el extenuante calor marabino, las reuniones de trabajo, los mercados Las Pulgas, las Playitas, Tracking o Makro, tuve la inmensa dicha de conocer personalmente a Irene Forbes Pérez, quien tenía la encomienda de la máxima dirección del Inder de escribir las memorias de la Misión Cubana y la labor de los colaboradores de Barrio Adentro Deportivo en la hermana nación.
El enorme casón que ocupaba la coordinación municipal de la Parroquia Cacique Mara se convirtió en sitio ideal para cada noche escuchar con atención las interesantes anécdotas contadas por ella, que brotaban como si fuera un manantial de infinito caudal de experiencias y abundante conocimiento.
Así supimos con lujo de detalles de sus inicios como lanzadora de disco, el ingreso en la preselección nacional de esgrima, del primer viaje al extranjero, su participación en el mundial de la Habana donde se ubicaron sextas, las preseas panamericanas de Cali 71, la actuación durante los Juegos Olímpicos de Munich 72, sus dos medallas doradas en campeonatos nacionales, entre otros logros.
Pero sin duda alguna lo que más nos impactó fue el relato acerca del vil atentado en Barbados al avión de cubana que le costó la vida a 73 personas y 24 miembros del equipo nacional juvenil de esgrima, quienes regresaban victoriosamente a Cuba luego de haber tomado parte en el torneo Centroamericano efectuado precisamente en tierras bolivarianas.
Con tristeza y lágrimas en sus mejillas conocimos que pudo haber sido una de esas víctimas de no ser porque su pasaporte no estuvo listo para hacer el viaje como reportera. (De este cruel episodio, surgió el argumento para escribir su ópera prima Soles sin mancha)
Luchar contra los ataques epilépticos que desde niña la aquejaban y también con la incomprensión de técnicos y directivos, debido a lo voluminoso de su cuerpo, fueron algunos hándicap que no mermaron sus resultados, pero aceleraron su retiro cuando solo contaba con 25 años de edad. Irene le dijo adiós al deporte activo en 1974 y ese mismo año se graduó de Periodismo en la Universidad de la Habana.
Del talento y la pluma al servicio de la verdad surgieron muchos artículos de su autoría publicados por diferentes medios nacionales. Se consagró a la literatura, otras de sus pasiones, en la que tras distintas colaboraciones salieron a la luz varios libros, entre ellos “As de Espada” una extraordinaria y bien lograda biografía sobre Ramón Fonst, por la cual fue merecedora de un premio nacional.
Precisamente leyendo esta última obra supe de su repentino fallecimiento debido a un paro cardiaco en un sitio muy cercano de donde nos conocimos. Era mi segunda misión y por coincidencia en el mismo lugar.
La noticia me conmovió al igual que algunos artículos dedicados a su memoria sobre todo el escrito por una de sus más fieles amigas; (…fue una estocada traicionera en grande esta vez, pero tu florete y tú misma te quedas por siempre junto a quienes te conocimos y queremos. La muerte no llega sino con el olvido, y contra ese estaremos permanentemente “en guardia” para en “asalto profundo” tocarle el pecho y vencerle).