«Destacar la cocina cubana como patrimonio, con sus especificidades regionales y platos tradicionales de carácter local, es un acertado paso en el empeño mayor por salvaguardar y defender nuestra identidad y cultura nacionales», aseguró el Chef Eddy Fernández Monte, presidente de la Federación de Asociaciones Culinarias de la República de Cuba (FACRC), durante una clase magistral impartida a estudiantes del Posgrado de Periodismo Gastronómico, Nutricional y Enológico, a pocos meses de haberse cumplido el sueño de que la presidencia del Consejo Nacional de Patrimonio del Ministerio de Cultura declara a la cocina criolla como Patrimonio Cultural de la Nación.
Un año y una pandemia después, las intenciones no han cambiado, y la ejecución solo se ha fortalecido con esfuerzos como el portal web de la FACRC, la colaboración con ministerios y entidades como Unicef y la pujanza constante por mantener los espacios ganados dentro de los medios de comunicación y labrarse otros que voceen aun más la importancia de la conservación de nuestra cocina, con ese delicioso mestizaje de influencias indígenas, africanas, españolas, árabes, yucatecas, indias, haitianas, italianas, chinas…
Al ahondar al respecto, Fernández puntualiza que el arduo camino por transitar implica «que todos hagamos lo nuestro y seamos responsables tanto de conservarlo como de transmitirlo, de multiplicarlo», por lo que «la comunicación es esencial para difundir, para llegar a las comunidades, a los diferentes grupos sociales y etarios. La difusión de nuestras prácticas y saberes tradicionales en el arte de la cocina tiene que ser sobre todo dentro del país, no solo en los hoteles y emblemáticos restaurantes, también en las comunidades y en proyectos locales que tienen maneras propias de elaboración».
«Aún nuestro empeño editorial es insuficiente, pero es una de las maneras en que al menos podemos acercar a nuestro gremio las prácticas y saberes de nuestra cocina», explica.
Para Eddy, la comunicación desempeña un rol imprescindible en el empeño de conservar el patrimonio. Por ello, su estrategia aprovecha todos los espacios divulgativos, tanto de los medios tradicionales «como el uso y actualización permanente de los sitios web y las redes sociales, propiciando un fluido intercambio con la población y expertos sobre estos temas.» Así, apuesta por fortalecer la presencia online de la institución a través del portal de la Federación -donde el número de visitas mensuales supera las cien mil- porque tiene claro que «no estar en la red hoy significa no existir».
Otra forma de identificar y llevar a vías de realización las variadas maneras de comunicar y difundir «los contenidos vinculados con los modos de cocinar que nos distinguen como nación», es la realización de talleres comunitarios en coordinación con las organizaciones de masas -FMC, CDR, ANAP- «para compartir las tradiciones culinarias locales, actualizar modos de hacer e incorporar saberes a las prácticas actuales».
El objetivo principal sería utilizar la red de oficinas del historiador y conservador de las Villas Patrimoniales de Cuba para defender la cocina autóctona e «insertar el arte culinario en los espacios culturales de todo el país», a través también de la UNEAC y del sistema empresarial del Ministerio de Cultura.
Sin embargo, el chef admite que es preciso divulgar también fuera de la Isla nuestros valores en el arte de la cocina, porque esta última, en su criterio, puede convertirse en un atributo importante por el cual se conozca al país como mismo es célebre hoy por otras manifestaciones y festivales culturales.
Para ello, reconoce que es necesario trabajar de conjunto con el Ministerio de Turismo para «incorporar la cocina como parte de la oferta turística del destino en aras de que sea reconocida por los agentes de viajes como un componente esencial de nuestra identidad cultural»; así como «crear rutas de sabores en las distintas regiones del país seleccionando los lugares con más tradición y calidad en la cocina criolla» y «fomentar la creación y desarrollo de la escuela de cocina cubana y las cátedras para fortalecer los temas vinculados con esta enseñanza».
Lo cierto es que no será tarea sencilla, y el chef lo sabe. «Preservar, proteger y actualizar el patrimonio cultural de la cocina cubana demanda de una inmensa creatividad y de la multiplicación de los conocimientos y de las costumbres alimenticias de las diferentes regiones del país.»
Sin lugar a dudas, será largo el camino, y no estará «exento de incomprensiones y de cierto menosprecio por creer que somos patrimonio cultural y que ya es un hecho. Hay que promover nuestra herencia, multiplicar esos saberes y ampliar cada día los canales de nuestra comunicación».