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Pavel Egüez: “Me causó mucho dolor la represión de octubre”

Yurien Portelles, Periodismo Público (Ecuador), cortesía para Trabajadores

Ese es el sueño de Pavel Egüez, un artista de su tiempo que no ha parado de pintar sobre la realidad de su país. Entre sus obras está el mural Grito de la Memoria, en la Fiscalía General del Estado, y otro titulado Bolívar, en la Universidad Andina. La Casa Egüez, en Quito, fundada junto a Iván Egüez, es un espacio alternativo para el arte nacional.

 

Pavel Égüez nació en Quito el 9 de mayo de 1959. Se graduó en el Colegio de Artes Plásticas de la Universidad Central del Ecuador en 1979. Es pintor, dibujante y muralista. Se le reconoce, sobre todo, por su trayectoria humanista y la conexión de su obra con el arte y la reivindicación social.

 

Egüez ha sido un ferviente defensor de la vida con su arte. Está preocupado por la cultura y por eso recientemente se ha enrolado en un proyecto político:

“Mi actividad pictórica no ha parado, pero tal vez he estado más tiempo en México que en Quito pero de todas maneras he tenido la preocupación enorme de que tenemos un país por reconstruir”, dice.

En el último año ha pintado muchos rostros sin un ojo, en alusión a los sucesos de octubre de 2019, cuando varios miles salieron a las calles en Quito en protestas por la decisión del Gobierno de quitar el subsidio al combustible. Según informes extraoficiales, 11 personas perdieron un ojo, entre ellos un policía.

En esta entrevista con Periodismo Público, Egüez denuncia la crítica situación que atraviesa el sector cultural del país y los artistas de su país, y habla del movimiento UNES-Cultura para la construcción de una política cultural desde la coalición correísta, en caso de que esta llegara al poder en los comicios previstos para el 2021.

 

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Sin título, Dibujo, 2019
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Sin título, Dibujo, 2019
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¿Por qué ha pintado muchos rostros sin ojos últimamente?

En octubre de 2019 estuvimos muy cercanos a todo lo que aconteció en Quito. Yo de alguna manera he estado muy ligado a movimiento indígena y fui parte de la creación de la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas). Ellos se convirtieron en actores políticos fundamentales y por eso nos dolió la represión inmensa de un gobierno deshumanizado que causó muertos y heridos y que en esa fecha vio a estos pueblos originarios como sus enemigos. He querido reflejar esa simbología de un gobierno represivo que nos ha vaciado los ojos y ha causado un gran sufrimiento al pueblo ecuatoriano. Yo estuve todos los días yendo permanentemente al Ágora de la CCE (Casa de la Cultura Ecuatoriana) y veía estos dramas del pueblo más digno y a la vez más pobre del Ecuador reclamando sus derechos. A través del arte lo único que me inspiraba era decir que este Estado de represión nos está quitando la mirada.

 

¿Los artistas deben ser solo artistas, o no?

El arte siempre estuvo de alguna manera vinculado con principios fundamentales de la humanidad en todas las épocas. Los artistas de alguna manera son como un termómetro que mira la realidad de su tiempo y de su época y obviamente hay artistas con su obra muy comprometida y otros con su activismo.  Mi pintura nace inspirada en esa tradición del arte universal. Cuando vemos a Goya, vemos a un artista absolutamente comprometido con su realidad. Cuando él trabaja los desastres de la guerra, es desde una visión humanista. Él hace una crónica de la desesperación que causa la guerra y eso le posiciona como el ser humano que puede, con su arte, tener una mirada que nos deja de testimonio para el resto de la humanidad.

Este arte en América Latina también surgió de una manera muy fuerte a partir de esta especie de Renacimiento cuando se da la Revolución Mexicana y cuando hay una influencia enorme de la izquierda de los ideales del humanismo de unos principios políticos que marcan la lucha de los primeros años del siglo XX e inspira un gran movimiento cultural y pictórico. Por ejemplo: no podemos estudiar a un autor como Picasso sin entender la Guerra Civil española, sus posiciones frente al fascismo, su obra monumental que es la Guernica, que marcó también una condición estética y también política.

Yo soy fundamentalmente un artista que nace en la tradición del arte social de América Latina, que estuvo de alguna manera vinculado a las grandes causas por la humanidad.

 

Sin título, Óleo sobre tela (120×80), 2020

 

¿Pareciera que en Ecuador los artistas salen a las calles solo a reclamar sus salarios?

El neoliberalismo que se ha impuesto durante muchas décadas en América Latina también es un proyecto cultural, ideológico. Esa forma de mirar la cultura desde el neoliberalismo, hace que desaparezcan los sujetos políticos dentro de la cultura. Incluso en las artes visuales se ha dado un fenómeno absolutamente perverso, donde el artista desaparece en función de que ya no es importante, frente al curador o al arte contemporáneo, por su discurso político, sino que necesita solamente ser la expresión de ciertas tendencias y modas que se van incorporando a lo que llamaríamos el arte conceptual contemporáneo.

Hay un arte latinoamericano invisibilizado que no cuenta con recursos, que no tiene instituciones pues estas se destinan a esa otra vertiente de mirar el arte que deja fuera a esa parte del patrimonio artístico que en el Ecuador es muy valiosa. Tenemos una tradición cultural y una pictórica que nos viene de la época de la Colonia, de las vanguardias de principios del siglo XX, del arte social que marcó momentos muy importantes para la pintura ecuatoriana y que ha dado grandes nombres, desde Camilo Egas a Oswaldo Guayasamín, artistas y pintores de la tradición artística del siglo XX, marcada por referentes de la pintura latinoamericana como Diego Rivera, Orozco, Siqueiros, Wifredo Lam, etc.

Esa tradición combativa fue invisibilizada, se ha mantenido al margen del mercado y de las grandes corporaciones mediáticas pero es un arte absolutamente vigente que surge de esa mirada propia de América Latina.

 

¿Qué ha pasado con la cultura en Ecuador durante el Gobierno de Lenin Moreno?

Estos cuatro años han sido dramáticos para el país. Hemos tenido un retroceso en todos los campos y en la Cultura aún más. El ministro (Juan Fernando) Velazco deja una institución en ruinas, sin ninguna institucionalidad, sin ningún respeto. En un próximo período democrático tenemos que revisar las condiciones en que queda el Ministerio, hacer una evaluación y potenciarlo para que sirva no a los artistas solamente, sino a la población, a los más pobres, a las comunidades más lejanas del país, y también a la diversidad cultural.

Lo que dice la Ley de Cultura es que el Ministerio de Cultura y Patrimonio (MCYP) es el gran rector para las políticas públicas, no el ejecutor pues eso corresponde a los gobiernos locales, a las Casas de Cultura y toda la sociedad. La cultura ecuatoriana sobrevive y es fecundamente rica sin necesidad de un ministerio, la contribución de esta institución debería ser, precisamente, diseñar políticas públicas que ayuden a la construcción de los derechos culturales.

Los artistas en Ecuador están viviendo una época de absoluta crisis institucional.

Las políticas neoliberales del Gobierno han desmantelado todas las políticas de protección social y dentro de eso el campo de la Cultura se mantiene en una absoluta crisis y precariedad. Uno de los síntomas es que artistas que son parte de la institucionalidad cultural del país o de la ciudad están impagos, no tienen recursos.

Las instituciones han abandonado la responsabilidad de construir presupuestos y dinámicas que las saquen de la crisis tan grave que vive el país debido a la situación económica en que nos ha colocado un gobierno altamente irresponsable, que ha hipotecado al país, con una enorme deuda y con políticas de austeridad que han contagiado a todo el sistema cultural.

Estamos ante la precariedad absoluta de las Casas de la cultura en las 24 provincias del país y la eliminación de las instituciones. No hay un solo programa, una sola política pública que atienda las necesidades urgentes del sector. Frente a eso obviamente hay muchísimos artistas que están en una situación muy difícil porque se ven desamparados frente a la política estatal y en las ciudades.

 

Sin título, Óleo sobre tela (120×80), 2016

 

¿Qué es Unes-Cultura en el panorama ecuatoriano?

Hemos hecho una visión autocrítica. En los últimos años hubo 10 ministros, solo una duró tres años. Quiere decir que 9 ocuparon ese cargo en 7 años, lo ejercieron muy poco tiempo, lo cual impidió aplicar una política pública permanente pese a que uno de los logros importantes al final del período (de la Revolución Ciudadana) fue la Ley de Cultura.

Ahora tenemos una gran oportunidad con el candidato a la presidencia Andrés Arauz (UNES-Centro Democrático) pues conoce al sector, fue el último ministro de Cultura de la Revolución Ciudadana, y sabe que la política y la cultura son fundamentales para el desarrollo del país.

Como programa de gobierno estamos proponiendo una campaña nacional para fomentar el libro y la lectura a nivel nacional, la cual incorpore a todas las instituciones culturales públicas y privadas y motive al resto de las artes. También estamos pensando es ir hacia la base de la educación pública, para que los niños puedan entrar en contacto con todas las manifestaciones del arte a partir de la participación de cientos de miles de artistas que fomentarán el trabajo con las comunidades, los padres y los niños. Ello dará la posibilidad de crear fuentes de empleo en un sector necesitado, que tiene en precariedad laboral a al menos 8 mil profesores de arte en todo el país.

 

¿Qué proyectos debería impulsar el nuevo gobierno?

Un programa de gobierno tiene que tener énfasis en la cultura, sobre todo uno progresista. Mi presencia en la dirección nacional de UNES marca esa voluntad política de que la cultura sea parte fundamental de un proyecto político y de un gobierno. Vamos a tratar de resolver con Arauz, con su voluntad y su inteligencia sobre el sector, los problemas urgentes que tiene la cultura.

Hay dos investigaciones de las universidades de las artes de Guayaquil y otra de la San Francisco que nos demuestran que el sector está crisis, y que las familias de los artistas se desenvuelven en condiciones absolutamente precarias. Hay un menosprecio al trabajo de los artistas, el cual ha sido muchas veces invisibilizado, y se ejecuta desde una forma clientelar y no desde otras experiencias seguidas en países de América Latina que dieron resultado.

Estamos en el momento de reflexionar acerca de lo que han hecho los gobiernos progresistas y evaluar críticamente lo que tenemos que corregir. Necesitamos generar una política pública que se corresponda con el momento de crisis tan profunda en que vamos a recibir el país.

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