El cubano, efusivo, carismático y risueño por naturaleza, vive bajo la máxima de «a mal tiempo buena cara», y a veces rociarle un poco de humor a la vida es lo que más ayuda a transitarla. Solo por eso, quizá los moradores de la Mayor de las Antillas tengamos ventaja sobre el resto del planeta: sabemos cómo navegar en las tempestades para llegar lo mejor posible a buen puerto.
Por supuesto, el ejército de batas blancas, y la presteza y eficiencia que los acompaña, hace mucho por tranquilizarnos hoy, sabiendo que estamos en buenas manos y que podemos permitirnos aliviar un poco el estrés del subyacente miedo al contagio, las colas y las no pocas ilegalidades que han emergido en este período de incertidumbre a causa de personas inescrupulosas, disfrutando de otra ansiada entrega de Vivir del cuento.
Por otro lado, no todo es risible: de habernos tomado el cumplimiento de las medidas orientadas por los profesionales de la salud con más seriedad, es probable que La Habana no hubiera regresado a la segunda temporada de la cuarentena.
Ignacio Hernández, director del gustado programa, afirmó que si en alguna circunstancia el televidente necesitó de Chequera (Mario Sardiñas), Ruperto (Omar Franco), Cachita (Irela Bravo), Isidoro (Marlon Pijuán), Chacón (Wilber Gutiérrez) y, por supuesto, del irremplazable Pánfilo (Luis Silva) sin duda se corresponde con la presente.
Como explicó el actor, humorista y protagonista en el making of de los capítulos transmitidos desde que comenzó el período de aislamiento social, alojado ahora en la plataforma YouTube dentro del canal PánfiloYMas, desde el inicio de la pandemia los realizadores tuvieron que abandonar las grabaciones en estudio además del trabajo de mesa que precede a cada episodio.
Sin embargo, gracias a aplicaciones online como WhatsApp —a donde se mudaron las reuniones creativas y se reparten los guiones—, y al acceso a la conexión a la red de redes vía datos móviles, tanto la creatividad como la productividad han encontrado su cauce en formas alternativas: cada uno de los actores ha grabado su participación desde su hogar siguiendo las medidas del distanciamiento físico y social, y las tormentas de ideas tienen lugar en el amplio mundo del ciberespacio.
Aunque la calidad de la fotografía, la iluminación y el sonido no es a la que nos tienen acostumbrados los hacedores, ni se compara con la obtenida en el espacio milimétricamente controlado de un estudio televisivo, es loable el esfuerzo que el equipo de realización y los actores han invertido, con solo una semana a la vez para coordinar todos los elementos anteriores, en aras de asegurar que el programa siga deleitando a su ya masiva audiencia cada lunes desde la pantalla chica, gracias al canal Cubavisión en fecunda colaboración con RTV Comercial.
Reciclar metraje de episodios anteriores y aprovechar al máximo las bondades de la comunicación telefónica se han convertido en recursos, más que útiles, indispensables para paliar la situación actual y continuar filtrando alegría y entretenimiento desde las pantallas, más necesarios y apreciados que nunca en los tiempos que corren.
Con la compleja logística que entrañan los audiovisuales, no ha sido tarea sencilla acotejar todo. El maquillaje corre a cargo de los propios actores, quienes también han tenido que adaptar espacios dentro de sus casas para convertirlos en sets televisivos a excepción de Silva, claro está, quien ha tenido que hacer uso de una tela verde que hace las veces de croma, el cual le permite a Amaury Ramírez, director de postproducción y efectos especiales, superponer imágenes a un metraje existente. Ello, debido a que no fue posible duplicar la casa de Pánfilo, que es el paradigma del programa televisivo y archiconocido por la audiencia, en el hogar del artista.
Había que hacer coincidir a varios actores en un mismo espacio de forma virtual, coordinar, el tema de la iluminación para lograr un producto decoroso, grabar en los dispositivos móviles personales… Una vez que ello estuvo resuelto quedaba la cuestión de hacer llegar cada metraje al editor, Michel Pascual, para que obre su magia.
¿Multitarea u hombres orquesta? Usted decida. Lo que sí es indiscutible es que hubo que reasignar roles, maniobrar con lo indispensable y lo cercano, y desplegar un trabajo en equipo digno de un premio Emmy. Es de agradecer la fidelidad del público y el apoyo de la familia para continuar trayendo un producto de calidad que, como siempre, coloca el dedo en la llaga y continúa abordando las problemáticas más sobresalientes en el barrio de Pánfilo, que es el barrio de cualquiera, el barrio de todos e interpreta las temáticas más serias con esa picardía que nos atrae, que nos educa, que nos acerca, porque parece que con risa, no solo la letra entra.